sábado, 12 de enero de 2019

Lección aprendida. Probando ratán 😏


Ya totalmente recuperada de la última sesión, aunque aún con algunas marcas, Amo me avisa que para la próxima tiene pensado ponerme agujas en las comisuras de los dedos de las manos. La idea no me asusta aunque pienso cómo será. El miércoles quedamos para hacer Shibari con otras dos parejas de BDSM, como siempre todo genial y mi excitación no me abandonó en toda la noche. Ese día Amo comenta que tendré como una especie de recordatorio por algo que se supone que he hecho mal, mi cabeza desde ese momento no deja de pensar en qué he podido hacer que haya molestado a Amo y sabiendo que voy a tener un “castigo”. El sábado quedamos, estoy algo nerviosa durante el día aunque Amo me dice que ve todo lo contrario en mí, bueno en cierto modo ahí ya no lo estaba. Tras su permiso de entrada a casa, me siento en el sofá y coloco mi collar. Ya había algo que no me cuadraba, una mesa que normalmente no está nunca. Automáticamente pienso que voy a tener que copiar y efectivamente lo confirmo cuando Amo coloca una silla, una libreta y un lápiz en la mesa y escribe algo. Mientras Amo prepara cosas yo permanezco sentada, expectante por cada cosa que veo en otra de las mesas (jengibre, pezoneras de acero, pala de pinchos, ratán, pala de madera, una paleta de untar de hierro, tijeras, cinta americana, palincheta (ais era lo único que me alegró en ese momento jajaja). Etc. Y dando miles de vueltas a la cabeza. Veo dolor, mucho dolor. Me ordena vestirme y atar las esposas moradas dobles a la mesa mientras se ducha. Ahí ya percato que voy a estar abierta de piernas y atada.
Me pongo el vestido negro ajustado sin ropa interior, ya que así me había ordenado Amo y me pinto los labios de rojo. Cuando Amo sale, vestido de traje, ya me excito al verlo (dios lo que me gusta ver a un hombre así vestido) y me ordena lavar el Súper Hitachi. Con ánimo voy al baño a lavarlo y cuando vuelvo lo dejo colocado y preparado en la mesa justo encima de la libreta. Amo me ata la mano izquierda con una cuerda, pasándola por la cintura de modo que queda mi brazo atado atrás a la espalda y mi mano derecha libre. Me pone cinta americana en la boca y me la aprieta para que no se despegue.
-Como hoy te quiero calladita, si necesitas parar tiras el lápiz al suelo, no importa dónde caiga, o das golpes en la mesa ¿entendido?
Tras asentirle me siento en la silla y Amo me ata los tobillos a su correspondiente pata de la mesa. Me viene la típica morbosa imagen de una colegiala siendo castigada por su Amo y me excito. Me miro en la apagada tele para ver mi reflejo con la cinta puesta y aunque apenas me veo me da mogollón de morbo. Me echa jengibre en polvo en el coño para que ayude en la tortura y enchufa el Hitachi justo delante de mí. Toca mi sexo y se lo chupa.
-Esto es por tu rebeldía en los últimos días, como recordatorio para que no se te olvide, no lo tomes como castigo.
Amo da la vuelta a la libreta y miro atenta lo que lleva escrito “No volveré a olvidarme de mis obligaciones por pequeñas que sean”. Pienso todo el rato que es lo que he podido hacer hasta que me enseña una captura de un trocito de nuestras conversaciones y nada más verlo me arrepiento, no me di cuenta jo, reflexiono sobre todo lo que me dice Amo y tras su permiso para coger el lápiz doy comienzo al escrito mientras Amo enciende el Hitachi y me lo pone directo al clítoris. ¡Que comience la tortura!
-Escribe bien que lo voy a mirar con lupa –dice y arrima el sillón para sentarse justo a mi lado. Ibas a escribir cincuenta veces pero al final van a ser treinta porque me urge más lo otro y sé que esto ya no se te va a olvidar.
El calor va subiendo enseguida, mezclado por el jengibre y el vibrador. Escribo con ánimo y a pesar de tener a Amo a mi lado observándome no me siento presionada. Me dice que cuando llegue a la décima pare. Cuando la escribo, dejo el lápiz, apaga el Hitachi y vuelve con las pezoneras de clip de acero ¡Puf! Con lo que duelen jo. Me aparta un poco el vestido y me las pone. Sigo con el dictado, con la tortura y la regañina de Amo para que abra las piernas aunque solo me lo ha tenido que decir una vez 😊Alguna frase me cuesta escribirla más y paro escasos segundos ya que el vibrador me está torturando de más y gimoteo.
-Lo que viene después va a ser duro, quiero que estés preparada. Te voy a torturar, después las agujas y luego ya veremos.
Le asiento y al terminar las treinta copias quita las pezoneras ¡au, mis pezones! Están aplastados y poco a poco vuelven a su ser.

Me levanto e intenta ponerme unas pinzas de acero negras de estas típicas de papelería en el coño pero me aprietan demasiado y a Amo no le convence asique lo deja para otro día. Me desata y voy a lavar el Hitachi. Cuando regreso me apoyo en la cinta de correr con el culo bien expuesto y con buena perspectiva para Amo. Me entrega un sombrerito de una figura para tirarlo en caso de querer parar ya que aún tengo la boca tapada. Seco mis manos en el vestido y hago mi rutina de ánimo interior previa a los azotes (venga que tú puedes Daira, etc.).Me azota con la paleta de untar de hierro y me calibra.
-¿Seis? ¿Siete? – le enseño el dedo pulgar en señal de afirmación.
Después hace lo mismo con una pala nueva de madera para llamar a la sangre. El nivel de dolor es ocho y llega a nueve incluso. Me da golpecitos consecutivos pero suaves por lo que se hace muy soportable, además así me relaja y voy entrando en calor. Coge la vara de ratán y respiro para recibirlo y vuelvo a animarme interiormente.
-Inspira y expira –me dice para que me relaje y prepare.
Coge mi jersey y me lo ata a la cintura para protegerme riñones y curcusilla en caso que se le escape algún golpe. Comienza a atestarme los primeros, cierro los ojos y frunzo el ceño, dios, en el primero ya se me corta la respiración. El nivel es nueve y subiendo. No pica, el dolor se concentra en el culo y sube hacia los riñones. Las nalgas, ya dibujadas, me empiezan a escocer tras los primeros golpes, especialmente la derecha que es donde Amo está dando más. A Amo se le ve encantado con las marcas, me hace foto y me la enseña. Yo le sonrío de orgullo y por verle tan contento. Tras los diez primeros golpes, Amo me da un descanso. Me retira la cinta americana de la boca, mis labios se han dibujado en ella. Me toco el coño y siento mi humedad.
-Estoy un poquito mojada – le digo sonriendo.
-Ya te veo, zorra.
Tras recuperarme un poco e insistirme Amo en si estoy bien, me informa que me va a dar los diez últimos: dos nalgas, dos pantorrillas y termina en el culo con los que faltan. Vuelvo a respirar para concentrarme.
-Venga valiente que tú puedes –me anima.
Le sonrío y me atesta los diez en el orden tal cual me había dicho. Amo los va contando en voz alta y yo interiormente, haciendo la cuenta atrás de lo que queda. Al llegar al golpe veinte Amo para y yo por fin puedo respirar y automáticamente entro en estado de frialdad y mi cuerpo empieza a temblar. Aunque su idea eran más golpes, al final decide veinte ya que al ser la primera vez quiere estudiar bien las marcas y demás.
Me dice que paramos en cuanto a golpes y que deje reposar un rato el culo. Me escuece la vida, el dolor se concentra ahí. Me deja tiempo para recuperarme y me ordena beber agua. Jo, yo quería palincheta😞 
Una vez me he repuesto, recojo todo el material y preparo lo necesario para las agujas. Nos lavamos las manos y abrimos seis en total. Amo me abriga con una manta para el frío.
-Si notases un cosquilleo fuera de lo normal me avisas.
Muestro mi mano izquierda a Amo y tras limpiarme con cristalmina coloca la primera aguja en la comisura, lo hace con destreza. Y así con todas. Apenas me duele, solo el pinchazo que desaparece efímeramente. Cada vez que me coloca una entro en un calor que desaparece justo al clavar la aguja, y así en todas. Las agujas entran con facilidad. Esto es pan comido ya para nosotros jeje 😝
-Valiente –le sonrío y añade-: Al final te voy a poner cuatro en cada mano, ya que estamos liados… aunque creo que te gusta el tema agujas y demás, siempre estas dispuesta a un pinchazo.
-Pues sí, ¿qué más da?, si ya que estamos… –le provoco. Sí, me gustan las agujas 🙂
Una vez están todas puestas, al pasar unos minutos las manos me cosquillean un poco, pero nada fuera de la normalidad. Amo las retira, no duelen nada pero me sangran, algunas más que otras. Me cura con alcohol, me besa y descansamos. Vamos al sofá y Amo me ofrece bizcocho, me lo como con ganas para recuperar fuerzas, joder que rico está jajaja. Me avisa que no hemos terminado. Llevo el plato a la cocina y cojo un condón por orden de Amo. En el sofá, me subo encima de ÉL, me descalzo y chupa mis pezones suavizando así el dolor que han dejado las pezoneras. Le acaricio la cabeza, me besa y me excito cada vez más, aunque verdaderamente no he dejado de estarlo en ningún momento. Me coge en brazos y me lleva a la habitación. Ya instalada y de rodillas en la cama, Amo me da polla y ella me responde. Me coloco a cuatro patas, Amo va a lubricarme pero dice que a mí no me hace falta, ya estoy empapada de sobra jajaja. Me la mete y me folla en principio suave y despacio, pero en el transcurso de los minutos va subiendo ritmo, intensidad, placer y gemidos. Araño la colcha. Me ordena tocarme mientras tanto porque le gusta verme así y que me corra para ÉL. Me azota simultáneamente con las embestidas y mete un dedo en mi culo, hasta el fondo, donde lo mueve con delicados redondeles. Me tira del pelo.
-Puf, estás ardiendo por dentro perrita. Que gusto –resopla Amo.
Me aproximo al cabecero donde las embestidas son tan fuertes que creo que me voy a tronchar, después me tumbo bocabajo, se mueve sensualmente, me lame las orejas y acaricia el cuello con deseo, su barba me hace cosquillas y siento su agitada respiración juntarse con la mía. Para con las embestidas un rato y me come el culo.
-Te voy a tener que follar el culo también –dice creo al ver mi humedad en él.
Tras incontables penetraciones duras, intensas y profundas, vamos a la mesa del salón, Amo sabe que ahí estoy más cómoda para follar por el culo, coloca un cojín en la pared para que no choque la mesa y otro en mi barriga para no clavarme el cristal y hacerme daño con los movimientos. Dejo caer mi cuerpo en el frío cristal cuando Amo me la introduce despacio y con delicadeza. Una vez retoma las penetraciones, en cuestión de minutos me corro, no sé qué me pasa cuando lo hago por detrás pero siempre acabo de la misma manera y sobre todo en esa postura, de hecho lo hago dos o tres veces. Estoy empapada, Amo me toca y me lo confirma. Encima de mi pelo desordenado, adorno mi cabeza con una diadema de orejitas de gata que elegí yo misma hace un tiempo, a Amo le gustan.
-Estoy cumpliendo un sueño, es la primera vez que me follo a una gatita.
Mis gemidos empiezan a retumbar por el salón, me ofrece su dedo para chuparlo y lo hago como si de una polla se tratara.
-Que ganas tengo de verte así –refiriéndose a un trío. 
Mi cabeza se imagina la escena, madre mía, espero algún día conseguir mi fantasía 🤤😏
-¿Quieres seguir follando o prefieres polla?
Dudo, dudo seriamente, son dos opciones difíciles jajaja. Tras una breve conversación, al final nos decantamos por comerle la polla. Vamos al sofá, me pongo de rodillas en el suelo con cojines y empiezo a comérsela. Me restriega la polla por la boca y después lo hago yo. Voy a por el Hitachi para estar más entretenida aún. Le miro pervertida mientras no dejo de chupar, de abajo arriba y redondeándole el glande.
-Qué bonita –me dice, supongo que por las orejitas.
Coge el móvil e intuyo que me graba. Tras correrme, Amo me ordena apagar el vibrador para seguidamente dirigirnos a la habitación de nuevo ya que dice que le apetece otra cosa. Amo se tumba en la cama y yo inversamente encima de ÉL, haciendo un 69. Miro morbosa al espejo, Amo está concentrado en su comida y yo en la mía. Amo tiembla y se corre en mi boca.
-Puta lengua esa que me da hasta calambres del placer –me dice y con un hábil movimiento me coloca en la cama bocarriba para atacar mi coño.
Le miro y nuestras miradas se cruzan y sonreímos al mismo tiempo. Le acaricio la cabeza.
-Joder –digo de placer y sonríe.
Amo me devora el coño durante un rato largo y al finalizar le doy las gracias mirándole y sonriéndole. Descansamos en la cama, acurrucada en su pecho, arropados y abrazados, entre besos en la frente, caricias y cosquillas en la espalda.


 GRACIAS MI AMO.
Daira.


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