Una vez que
Jota está preparado me ordena quitarme toda la ropa y yo lo hago sin pensármelo
dos veces. Totalmente desnuda, con tan solo el collar de perrita en mi cuello
me coloca delante de él, me empieza a tocar suavemente y mete un dedo en mi
interior. En la mesa Jota había preparado, hasta donde yo pude ver, toallas,
mordaza, pala, pezoneras con cadena, cuerda, antifaz y pinzas de la ropa, y
delante de ésta una silla, ¿va a usar todo? me pregunto pero no me alarmo,
estoy preparada para lo que vaya a pasar.
-Siéntate en
la mesa – me dice bajito y cumplo sin más.
Sentada en
ésta, me pone un antifaz.
-¿Esto te
gusta verdad? – me pregunta y noto como se ríe perverso.
Asiento con
otra sonrisa perversa en mi boca. Me tumba boca arriba y con los brazos
estirados hacia arriba me ata las manos, pasea durante unos minutos algo por mi
cuerpo, por su suavidad y la sensación que me provoca creo que es una pluma,
pero solo creo, me excita y cuando me la pasa por el lado siento cosquillas,
unas cosquillas que me hacen mover la comisura de la boca pero no me río, no sé
si eso a Jota le gustará y me contengo, con delicadeza me chupa los pezones,
primero uno y luego otro. Me coloca las pezoneras y doy un respingo al notarla
pero no duele, me da morbo saber que las tengo puestas y me excito. Oigo la
silla, supongo que Jota se habrá sentado en ella y comienza con su particular
saqueo a mi clítoris, lo toca, lo mueve, lo chupa, lo lame, lo redondea, me
estimula…va a mi entrepierna y la acaricia con la boca, la chupa y la muerde
suave… jadeo.
-¿Te gusta
así?
-Sí
–respondo con gimoteo.
Jota sigue y
a la vez hunde dedos en mí, los mueve hacia arriba como si a alguien le
estuviera diciendo ven, sus dedos aumentan el ritmo y me vuelvo loca, me
encanta y chillo. Me arqueo y mi movimiento hace que tire de las cuerdas y me
aprieten. Se me duermen las manos, apenas las puedo mover, sé que debería
decírselo a Jota pero no quiero estropear el momento, me concentro en mi
placer, pero un cosquilleo recorre todo mi cuerpo, me aprietan mucho y necesito
mover las manos.
-¿Me puede
aflojar un poco las cuerdas, por favor? no siento las manos, consigo decir y
Jota sin espera lo hace. Se lo agradezco.
Durante un
tiempo Jota continúa intercalando dedos con cunnilingus y ambas cosas a la vez.
Siento que me hago pis, ¿por qué? Los dedos hacen que yo sienta esa sensación. Noto
como se pone a mi lado y me acerca su pene a mi boca, me la meto y la saboreo
gustosa, segundos después vuelve a su sitio y me penetra como solo él sabe que
me gusta, despacio y luego sube el ritmo, tan rápido que casi no puedo
respirar, se me junta un gemido con otro pero me encanta sentirlo dentro de mí
con esa fuerza tan exigente y propia de Jota. Me muevo, arqueo, gimo, gozo, me
toca el clítoris mientras me penetra y me vuelvo loca.
-¿Estás
preparada?
-Sí –
respondo sin tener la menor idea de para qué tengo que estarlo.
Jota me echa
algo en el clítoris ¡Joder, como escuece!, durante unos segundos aguanto esa
rara y extraña sensación y rápidamente se me pasa, estoy que ardo y más literal
imposible. Reconozco que no me ha disgustado del todo. Durante segundos soy
consciente de que estoy sola, no siento a Jota en ningún lado, no sé dónde ha
ido, pero poco después lo sé ¡El Hitachi!!! Lo enciende y al oír la vibración
sonrío mimosa, parezco una niña con un juguete nuevo 😊. Me penetra por delante despacio y
lo posa sobre mi clítoris. Me encanta la sensación. Me lo da para que lo
disfrute y lo poso sobre mi ardoroso y caliente clítoris. Jota me penetra por
el ano despacio y un suave gesto de mi mano en su brazo le hace saber que
quiero que pare, me duele y la saca para volver a penetrarme por delante.
-¿Mejor? –
me pregunta.
-Sí,
respondo aliviada.
Jota entra y
sale en mí con facilidad mientras yo juego con el Hitachi pero éste no está
satisfecho, sabe que no me lo estoy poniendo como debería, me lo quita y me lo
pone con fuerza.
-Así es como
te lo tienes que poner – me grita enfurecido.
Gimo, me
retuerzo, mi vello se eriza, por un momento siento que me voy a caer de la mesa
al estar en el mismísimo borde de ésta.
-Abre las
piernas.
Lo intento
pero no puedo, automáticamente las cierro, ese placer y tortura al mismo tiempo
dificulta que las pueda abrir.
-Abre las
piernas Daira –me grita.
Tras varios
intentos de abrir y cerras las piernas que me produce la inercia, al final
desisto y dispuesta a colaborar las abro, tengo que permanecer abierta o Jota
se enfadará más. Emito sonidos que ni yo misma sé de dónde me salen pero ni
corta ni perezosa sigo, gimo, me tiemblan las piernas, me agarro a la mesa como
puedo, me cojo la pierna izquierda para evitar cerrarlas, me muerdo el brazo,
siento como roza la pared en mi cabeza, de la mesa no me he caído pero veo que
al final me subo por las paredes literalmente, no puedo más y me corro. Jota
sigue ofreciéndome un episodio tremendo de placer y yo entregada chillo, mi
cuerpo se eleva y Jota me tapa la boca para negarme los gemidos. ¡Por dios que
tortura! Necesito gemir, no puedo aguantarlo. Me quita la mano y segundos
después me grita que me calle. Joder. Cierro la boca como puedo pero es
imposible contenerse y los gemidos me salen por todos los lados posibles y por
haber de mi boca, tengo que acallar mis gemidos, temo que se enfade más asique
me ayudo con la mano y la pongo sobre mi boca. Por segunda vez llego al
orgasmo.
Cuando se ha
explayado con el Hitachi lo para y yo por fin puedo respirar, pero por poco
tiempo ya que ahora le toca el turno a él, a su lengua, la pasea por mi
clítoris , la mezcla de placer acumulado del alcohol, el Hitachi, cunnilingus….
provoca que esté más sensible que nunca y siento su lengua como nunca antes.
-Me encanta
comerte el coño – me dice.
Sigo con mis
sonidos peculiares mientras Jota sigue plasmado en mi centro del deseo.
-¿Quieres
que pare?
-No – le
contesto sin un ápice de vergüenza y con una sonrisa picarona.
-Si es que
eres una zorra.
Vuelvo a
sonreír y sigue durante un largo rato, el suficiente para darme tiempo al tercer
orgasmo, mis piernas vuelven a temblar y mi cuerpo se arquea. Jota me baja de
la mesa y me pide que se la coma. Entregada lo hago. Me vuelvo a sentar en la
mesa y me vuelve a penetrar. Me tumbo y recibo sus embestidas.
Me lleva con
cuidado a la habitación ya que permanezco todo el rato con el antifaz. Estoy
temblando, apenas puedo moverme, las piernas me flojean y me cuesta estar de
pie, me asusto y me siento en la cama ¿qué me pasa? ¿Es normal? Supongo que sí,
que será por las sensaciones y emociones vividas segundos antes, ya me ha
pasado en otra ocasión.
-¿Estás
bien?
Asiento.
-Ahora vas a
temblar más –me dice.
Joder. Me
pide que abra las piernas ¡Ya estamos otra vez con la apertura de piernas! Me
coloca una barra separadora en los pies, ésta me imposibilita cerrarlas ya que
es de metal. Me toca con el vibrador y me tapa la boca y la nariz, no puedo
respirar ni gemir, no, eso sí que no, le pongo la mano en el brazo como
respuesta a que pare y niego con la cabeza. Lo entiende y para de inmediato. Jota
me susurra cosas al oído, no recuerdo el qué.
-Vamos a
leer un poquito- se mofa
Que gracioso
oye. Me pide que levante los brazos y ponga las manos en bandeja, me coloca un
libro en cada una.
-Si se te
caen te enteras – me advierte.
Asiento. Por
mi integridad física más me vale que no se me caigan. Me pone el Hitachi, ahora
sí que la hemos liado. No aguanto ni de coña. Sé que quiere que se me caigan
pero no pienso darle ese gusto. Los brazos me decaen un poco pero antes de que
me dé tiempo a subirlos Jota ya se ha dado cuenta y me regaña. Los subo sin
pensármelo. Tiemblo de placer y no puedo cerrar las piernas, la inercia hace
que me agache, que las doble.
Jota me da
el Hitachi, se sube a la cama y me acerca su polla a mi boca. Se ve que es la altura
perfecta sin necesidad de agacharme. La saboreo mientras me deleito con el
Hitachi y la tortura de no poder cerrar las piernas hace que las siga doblando,
que siga temblando. Gimo y disfruto de su polla. Se baja y se sienta en la
cama, yo sigo con mi loco vibrador pero me he bajado la intensidad ¡necesito
respirar!
-Siéntate
sobre ella
Me siento encima de la polla y me muevo como
puedo. Se sale, la vuelvo a meter, se sale, Jota se enfada.
-Te vas a
sentar de una vez – me grita enfurecido.
Joder, yo
que culpa tengo que se salga. Lo vuelvo a intentar y me acomodo en ella, me
echo hacia atrás y me apoyo sobre el hombro de Jota. Creo que estamos enfrente
del espejo. Eso me provoca más morbo aunque no pueda verlo.
-¿Quieres
que te folle un poquito a 4 patas? – musita en mi oído.
Acepto
obviamente y como mejor sé, con mi sonrisita picarona.
-Mira cómo
se ríe- se mofa y añade -: Si es que vaya zorra estás hecha.
Me quita el
Hitachi y me pide que me toque para él. Me toco mientras sé que me está mirando
por el espejo. Nos levantamos y me dice que me siga masturbando. Estoy seca,
¿qué me pasa? Me meto un dedo para lubricar me. Me lleva a un extremo de la
cama, me pongo de rodillas y se la como, de nuevo ante el empuje a ésta me dan
arcadas, pero esta vez Jota no ha sido tan exigente y no me ha empujado con
tanta fuerza, la saboreo como a mí me gusta y sigo con arcadas, joder ¿pero por
qué? , no sé qué me pasa, Jota se da cuenta y me pregunta. Pero yo sigo e
intento concentrarme y no pensar. ¿Lo estoy decepcionando? Se sienta en la
cama.
-Disfrútala-
me dice.
Supongo que
Jota se ha dado cuenta que algo me pasa y prefiere que lo haga a mi modo. Y así
lo hago, durante minutos la degusto como a mí me gusta hacerlo y siento como se
va poniendo más erecto el pene.
Me coloco a
4 patas y entra en mí con suavidad, pero por poco tiempo claro está, sus
acometidas aumentan de ritmo y yo me acoplo a él en busca de más. Me da rápido
y fuerte, chillo, gimo, me encanta. Me agarro a la colcha, tiro de ella. Sus
testículos chocan contra mi clítoris y yo me vuelvo loca. El sonido de nuestros
cuerpos al chocar es electrizan te. Me tira del pelo, sus embestidas bajan el
ritmo, me recompongo, me levanto un poco y cuando menos me lo espero vuelve a
subir el ritmo y me empuja para hacerme caer contra la cama y dar mejor acceso.
Los dos gemimos.
-Madre mía –
musita en señal de placer - ¿Quieres más?
-Sí, pero un
poco más y paras por favor – le pido.
-¿Estás
bien?
Asiento.
-¿Estás
bien? – vuelve a preguntar preocupado.
-Sí, pero ya
me duele.
Ambos reímos
convencidos, sabemos que le hemos dado muy fuerte.
-Me voy a
correr en tu boquita.
Penetraciones
fuertes, duras, exigentes, azotes, gemidos, chillidos durante un tiempo y me
noto más dolor, a pesar de estar cansada sé que puedo seguir pero el dolor en
mi vagina no me deja seguir y le pido que pare.
De pie él y
de rodillas yo, busco su placer y que llegue al clímax, pero no llega, supongo
que necesita más pero me dice que pare. ¿Por qué no quiere seguir? Supongo que
sabe que estoy cansada pero puedo terminarle. Me atrevo a decirle que si quiere
terminar pero me lo niega, ¿le habré decepcionado? ¿Lo hace por mí? Sé que ya
se ha enfriado. Miles de preguntas pasean por mi mente pero solo él lo sabe…
Daira