jueves, 15 de febrero de 2018

Pruebas...


Una vez que Jota está preparado me ordena quitarme toda la ropa y yo lo hago sin pensármelo dos veces. Totalmente desnuda, con tan solo el collar de perrita en mi cuello me coloca delante de él, me empieza a tocar suavemente y mete un dedo en mi interior. En la mesa Jota había preparado, hasta donde yo pude ver, toallas, mordaza, pala, pezoneras con cadena, cuerda, antifaz y pinzas de la ropa, y delante de ésta una silla, ¿va a usar todo? me pregunto pero no me alarmo, estoy preparada para lo que vaya a pasar.
-Siéntate en la mesa – me dice bajito y cumplo sin más.
Sentada en ésta, me pone un antifaz.
-¿Esto te gusta verdad? – me pregunta y noto como se ríe perverso.
Asiento con otra sonrisa perversa en mi boca. Me tumba boca arriba y con los brazos estirados hacia arriba me ata las manos, pasea durante unos minutos algo por mi cuerpo, por su suavidad y la sensación que me provoca creo que es una pluma, pero solo creo, me excita y cuando me la pasa por el lado siento cosquillas, unas cosquillas que me hacen mover la comisura de la boca pero no me río, no sé si eso a Jota le gustará y me contengo, con delicadeza me chupa los pezones, primero uno y luego otro. Me coloca las pezoneras y doy un respingo al notarla pero no duele, me da morbo saber que las tengo puestas y me excito. Oigo la silla, supongo que Jota se habrá sentado en ella y comienza con su particular saqueo a mi clítoris, lo toca, lo mueve, lo chupa, lo lame, lo redondea, me estimula…va a mi entrepierna y la acaricia con la boca, la chupa y la muerde suave… jadeo.
-¿Te gusta así?
-Sí –respondo con gimoteo.
Jota sigue y a la vez hunde dedos en mí, los mueve hacia arriba como si a alguien le estuviera diciendo ven, sus dedos aumentan el ritmo y me vuelvo loca, me encanta y chillo. Me arqueo y mi movimiento hace que tire de las cuerdas y me aprieten. Se me duermen las manos, apenas las puedo mover, sé que debería decírselo a Jota pero no quiero estropear el momento, me concentro en mi placer, pero un cosquilleo recorre todo mi cuerpo, me aprietan mucho y necesito mover las manos.
-¿Me puede aflojar un poco las cuerdas, por favor? no siento las manos, consigo decir y Jota sin espera lo hace. Se lo agradezco.
Durante un tiempo Jota continúa intercalando dedos con cunnilingus y ambas cosas a la vez. Siento que me hago pis, ¿por qué? Los dedos hacen que yo sienta esa sensación. Noto como se pone a mi lado y me acerca su pene a mi boca, me la meto y la saboreo gustosa, segundos después vuelve a su sitio y me penetra como solo él sabe que me gusta, despacio y luego sube el ritmo, tan rápido que casi no puedo respirar, se me junta un gemido con otro pero me encanta sentirlo dentro de mí con esa fuerza tan exigente y propia de Jota. Me muevo, arqueo, gimo, gozo, me toca el clítoris mientras me penetra y me vuelvo loca.
-¿Estás preparada?
-Sí – respondo sin tener la menor idea de para qué tengo que estarlo.
Jota me echa algo en el clítoris ¡Joder, como escuece!, durante unos segundos aguanto esa rara y extraña sensación y rápidamente se me pasa, estoy que ardo y más literal imposible. Reconozco que no me ha disgustado del todo. Durante segundos soy consciente de que estoy sola, no siento a Jota en ningún lado, no sé dónde ha ido, pero poco después lo sé ¡El Hitachi!!! Lo enciende y al oír la vibración sonrío mimosa, parezco una niña con un juguete nuevo 😊. Me penetra por delante despacio y lo posa sobre mi clítoris. Me encanta la sensación. Me lo da para que lo disfrute y lo poso sobre mi ardoroso y caliente clítoris. Jota me penetra por el ano despacio y un suave gesto de mi mano en su brazo le hace saber que quiero que pare, me duele y la saca para volver a penetrarme por delante.
-¿Mejor? – me pregunta.
-Sí, respondo aliviada.
Jota entra y sale en mí con facilidad mientras yo juego con el Hitachi pero éste no está satisfecho, sabe que no me lo estoy poniendo como debería, me lo quita y me lo pone con fuerza.
-Así es como te lo tienes que poner – me grita enfurecido.
Gimo, me retuerzo, mi vello se eriza, por un momento siento que me voy a caer de la mesa al estar en el mismísimo borde de ésta.
-Abre las piernas.
Lo intento pero no puedo, automáticamente las cierro, ese placer y tortura al mismo tiempo dificulta que las pueda abrir.
-Abre las piernas Daira –me grita.
Tras varios intentos de abrir y cerras las piernas que me produce la inercia, al final desisto y dispuesta a colaborar las abro, tengo que permanecer abierta o Jota se enfadará más. Emito sonidos que ni yo misma sé de dónde me salen pero ni corta ni perezosa sigo, gimo, me tiemblan las piernas, me agarro a la mesa como puedo, me cojo la pierna izquierda para evitar cerrarlas, me muerdo el brazo, siento como roza la pared en mi cabeza, de la mesa no me he caído pero veo que al final me subo por las paredes literalmente, no puedo más y me corro. Jota sigue ofreciéndome un episodio tremendo de placer y yo entregada chillo, mi cuerpo se eleva y Jota me tapa la boca para negarme los gemidos. ¡Por dios que tortura! Necesito gemir, no puedo aguantarlo. Me quita la mano y segundos después me grita que me calle. Joder. Cierro la boca como puedo pero es imposible contenerse y los gemidos me salen por todos los lados posibles y por haber de mi boca, tengo que acallar mis gemidos, temo que se enfade más asique me ayudo con la mano y la pongo sobre mi boca. Por segunda vez llego al orgasmo.
Cuando se ha explayado con el Hitachi lo para y yo por fin puedo respirar, pero por poco tiempo ya que ahora le toca el turno a él, a su lengua, la pasea por mi clítoris , la mezcla de placer acumulado del alcohol, el Hitachi, cunnilingus…. provoca que esté más sensible que nunca y siento su lengua como nunca antes.
-Me encanta comerte el coño – me dice.
Sigo con mis sonidos peculiares mientras Jota sigue plasmado en mi centro del deseo.
-¿Quieres que pare?
-No – le contesto sin un ápice de vergüenza y con una sonrisa picarona.
-Si es que eres una zorra.
Vuelvo a sonreír y sigue durante un largo rato, el suficiente para darme tiempo al tercer orgasmo, mis piernas vuelven a temblar y mi cuerpo se arquea. Jota me baja de la mesa y me pide que se la coma. Entregada lo hago. Me vuelvo a sentar en la mesa y me vuelve a penetrar. Me tumbo y recibo sus embestidas.
Me lleva con cuidado a la habitación ya que permanezco todo el rato con el antifaz. Estoy temblando, apenas puedo moverme, las piernas me flojean y me cuesta estar de pie, me asusto y me siento en la cama ¿qué me pasa? ¿Es normal? Supongo que sí, que será por las sensaciones y emociones vividas segundos antes, ya me ha pasado en otra ocasión.
-¿Estás bien?
Asiento.
-Ahora vas a temblar más –me dice.
Joder. Me pide que abra las piernas ¡Ya estamos otra vez con la apertura de piernas! Me coloca una barra separadora en los pies, ésta me imposibilita cerrarlas ya que es de metal. Me toca con el vibrador y me tapa la boca y la nariz, no puedo respirar ni gemir, no, eso sí que no, le pongo la mano en el brazo como respuesta a que pare y niego con la cabeza. Lo entiende y para de inmediato. Jota me susurra cosas al oído, no recuerdo el qué.
-Vamos a leer un poquito- se mofa
Que gracioso oye. Me pide que levante los brazos y ponga las manos en bandeja, me coloca un libro en cada una.
-Si se te caen te enteras – me advierte.
Asiento. Por mi integridad física más me vale que no se me caigan. Me pone el Hitachi, ahora sí que la hemos liado. No aguanto ni de coña. Sé que quiere que se me caigan pero no pienso darle ese gusto. Los brazos me decaen un poco pero antes de que me dé tiempo a subirlos Jota ya se ha dado cuenta y me regaña. Los subo sin pensármelo. Tiemblo de placer y no puedo cerrar las piernas, la inercia hace que me agache, que las doble.
Jota me da el Hitachi, se sube a la cama y me acerca su polla a mi boca. Se ve que es la altura perfecta sin necesidad de agacharme. La saboreo mientras me deleito con el Hitachi y la tortura de no poder cerrar las piernas hace que las siga doblando, que siga temblando. Gimo y disfruto de su polla. Se baja y se sienta en la cama, yo sigo con mi loco vibrador pero me he bajado la intensidad ¡necesito respirar!
-Siéntate sobre ella
 Me siento encima de la polla y me muevo como puedo. Se sale, la vuelvo a meter, se sale, Jota se enfada.
-Te vas a sentar de una vez – me grita enfurecido.
Joder, yo que culpa tengo que se salga. Lo vuelvo a intentar y me acomodo en ella, me echo hacia atrás y me apoyo sobre el hombro de Jota. Creo que estamos enfrente del espejo. Eso me provoca más morbo aunque no pueda verlo.
-¿Quieres que te folle un poquito a 4 patas? – musita en mi oído.
Acepto obviamente y como mejor sé, con mi sonrisita picarona.
-Mira cómo se ríe- se mofa y añade -: Si es que vaya zorra estás hecha.
Me quita el Hitachi y me pide que me toque para él. Me toco mientras sé que me está mirando por el espejo. Nos levantamos y me dice que me siga masturbando. Estoy seca, ¿qué me pasa? Me meto un dedo para lubricar me. Me lleva a un extremo de la cama, me pongo de rodillas y se la como, de nuevo ante el empuje a ésta me dan arcadas, pero esta vez Jota no ha sido tan exigente y no me ha empujado con tanta fuerza, la saboreo como a mí me gusta y sigo con arcadas, joder ¿pero por qué? , no sé qué me pasa, Jota se da cuenta y me pregunta. Pero yo sigo e intento concentrarme y no pensar. ¿Lo estoy decepcionando? Se sienta en la cama.
-Disfrútala- me dice.
Supongo que Jota se ha dado cuenta que algo me pasa y prefiere que lo haga a mi modo. Y así lo hago, durante minutos la degusto como a mí me gusta hacerlo y siento como se va poniendo más erecto el pene.
Me coloco a 4 patas y entra en mí con suavidad, pero por poco tiempo claro está, sus acometidas aumentan de ritmo y yo me acoplo a él en busca de más. Me da rápido y fuerte, chillo, gimo, me encanta. Me agarro a la colcha, tiro de ella. Sus testículos chocan contra mi clítoris y yo me vuelvo loca. El sonido de nuestros cuerpos al chocar es electrizan te. Me tira del pelo, sus embestidas bajan el ritmo, me recompongo, me levanto un poco y cuando menos me lo espero vuelve a subir el ritmo y me empuja para hacerme caer contra la cama y dar mejor acceso. Los dos gemimos.
-Madre mía – musita en señal de placer - ¿Quieres más?
-Sí, pero un poco más y paras por favor – le pido.
-¿Estás bien?
Asiento.
-¿Estás bien? – vuelve a preguntar preocupado.
-Sí, pero ya me duele.
Ambos reímos convencidos, sabemos que le hemos dado muy fuerte.
-Me voy a correr en tu boquita.
Penetraciones fuertes, duras, exigentes, azotes, gemidos, chillidos durante un tiempo y me noto más dolor, a pesar de estar cansada sé que puedo seguir pero el dolor en mi vagina no me deja seguir y le pido que pare.
De pie él y de rodillas yo, busco su placer y que llegue al clímax, pero no llega, supongo que necesita más pero me dice que pare. ¿Por qué no quiere seguir? Supongo que sabe que estoy cansada pero puedo terminarle. Me atrevo a decirle que si quiere terminar pero me lo niega, ¿le habré decepcionado? ¿Lo hace por mí? Sé que ya se ha enfriado. Miles de preguntas pasean por mi mente pero solo él lo sabe…
Daira

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