Otra semana
con la incertidumbre de que pasará, las preguntas de siempre se toman la
libertad de pasear por mi cabeza ¿lo haré bien?, ¿Estaré a la altura? ¿Seré
capaz de obedecer todas las órdenes? Como cada semana espero impaciente un
mensaje suyo para nuestra cita. La noche de antes y el mismo día de ésta los
nervios se apoderan de mi cuerpo, pero las ganas de que llegue la hora de
cogerme el bus e irme ganan. Me duele la espalda ¡Mierda!, mañana tengo sesión
y tengo que estar bien así que me tomo un relajante con la esperanza de mañana
estar nueva. El día lo dedico única y exclusivamente a los preparativos (depilación,
manicura, pedicura, ducha, pelo liso, maquillaje, ropa ordenada, collar…) cada
detalle cuenta, pero no solo preparativos materiales y personales, sino también
mentales, haciéndome a la idea de que me diga lo que me diga y me haga lo que
me haga tengo que dejarme llevar. Lo sé y él me lo ha pedido. Sé que puedo
hacerlo. Lo que él no sabe es que realmente llevo preparándome desde el minuto
uno que me deja en casa al finalizar cada una de nuestras sesiones.
La tarde
pasa lenta, no veo la hora de irme hasta que soy consciente de que ya voy de
camino, mis nervios aumentan por momentos, cojo el móvil para intentar
distraerme y no surte efecto, pero cuando me encuentro con Jota poco a poco me
voy relajando.
Como cada
día me espero en la puerta hasta la orden de entrada, la cual no se hace
esperar.
Esta vez no
tenía orden de vestuario, aunque como siempre me llevo un conjunto de ropa
interior y el collar, tan solo me pidió llevar el Hitachi y el consolador, éste
último a petición mía. Tenía algunos detalles de lo que iba a pasar en la
sesión, ducha juntos y azotes en su regazo atada, aunque eso solo vivía en mi
imaginación, ya que nunca sabes ni cuándo ni cómo va a pasar. Ya podía mirarlo
en las sesiones. Eso me agrada.
Durante un
rato hablamos como amigos, me siento a horcajadas en él, Jota sabe que necesito
ese contacto cercano antes y después de la sesión para relajarme, necesito ser
yo y me lo respeta, se lo agradezco. Ese contacto tiene un efecto en mi
entrepierna. ¡Joder!
Llega el
momento ducha, nos desvestimos y metemos en ésta, Jota me ordena lavarlo y lo
hago con gusto, me echo champú, le lavo y masajeo el pelo, después cojo la
esponja, echo gel y hago lo mismo con el cuerpo, le lavo despacio la fuerte y
tersa espalda, empiezo a descender y al llegar a las piernas me poso de
rodillas ante él, con su pene cerca de mi boca, la tentación de metérmelo me
invade pero dudo, no sé si le gustará que haga algo sin su permiso y me pase de
traviesa, aunque imagino que sí, -¿le pregunto?- nah, saco esa idea tentadora
de mi mente y sigo con el lavado, debo servirme a él en lo que me pida.
-Mm – jadea
mientras le masajeo el pelo
-¿Le gusta?
– pregunto
-Sí –
contesta
-Me alegra
que le guste, nunca he lavado a nadie.
-¿No? –
pregunta sorprendido.
- No -respondo
tímida.
-¿Quieres
que te lave yo a ti?
- Lo que
usted quiera – me decido a contestar.
Se echa gel
en las manos y me lo echa por delante de mi cuerpo, brazos, piernas…baja con
lentitud y suavidad. Disfruto del momento. Nos miramos y nuestros labios se
encuentran, Jota me besa, me mete la lengua y yo le correspondo, le muerdo el
labio inferior esperando una mala respuesta por su parte pero no sale, me
alegro, soy muy fan de morder mientras beso y me he dejado llevar. Eso no me lo
esperaba y me pongo tímida, nos abrazamos, estamos en contacto todo el rato. Me
doy la vuelta y me masajea la espalda, las piernas, recorre mi cuerpo… Me mete
un dedo y la respiración se me entrecorta. Me susurra palabras al oído y me
chupa un pezón. Estoy excitada pero claro, el agua lo disimula.
-¿Entonces
nunca te has duchado con nadie? –me vuelve a preguntar sorprendido.
-No –
respondo con una ligera y tímida sonrisa.
Ladeo la
cabeza y me encuentro a Jota mirándome, nuestros labios se vuelven a buscar, o
eso creo, y nos damos un beso dulce y suave. Nos aclaramos y las sonrisas, las
caricias y los abrazos son testigos del momento.
-¿De quién
eres Daira?
-Suya, solo
suya señor - contesto
-¿Te has
corrido alguna vez con el chorro de la ducha?
- No –
respondo
-Pues hoy lo
vas a hacer.
Sabía que
esto iba a pasar y no me equivoco, una vez más mi intuición no me falla. Así
que me preparo para otro descubrimiento y experiencia nueva. Me siento en la
bañera para estar más cómoda y Jota regula el agua caliente. Me apunta con el
chorro de la alcachofa directamente al clítoris, y el calor sube
automáticamente por cada una de las partes de mi cuerpo, ardo, es una sensación
increíble e inefable. Jota me ofrece baños de placer literalmente. Me retuerzo,
mis piernas se cierran, tiemblo, mi cuerpo se arquea, hecho la cabeza hacia
atrás y la apoyo en la bañera, lo miro, gimo y chillo de placer. Me corro. La
sensación a veces incluso me produce risa, la presión del chorro me hace
cosquillas.
-¿Te gusta?
-Sí – susurro
muy bajito y con sonrisita añado -: Me recuerda al Hitachi.
-Pues
disfrútalo – me dice.
Dicho y
hecho, soy toda orden y así lo hago, disfruto de mi nueva dulce tortura.
-No cierres
las piernas – me gruñe
Ya empezamos
con no poder cerrar las piernas, lo intento pero no puedo.
-Abre las
piernas Daira – me regaña Jota un poco enfurecido.
Entre arqueo
y arqueo, gemidos, orgasmos, chillidos y demás me agarro a la bañera, pongo las
manos debajo del culo para sujetármelo e intento colaborar en no cerrar las
piernas pero involuntariamente se me cierran y Jota me las estira y presiona
con sus brazos para imposibilitarme poder abrirlas.
Por momentos
deseo que pare, el placer es exagerado pero no, que coño digo, no quiero que
pare…me divierto. Me miro mi sexo y lo tengo rojo, me arde.
-¿Quieres
seguir? –me perturba
-Sí -le miro
y respondo juguetona.
Jota se ríe
-: Si es que eres una zorra. Y yo me río también. Lo admito, lo soy.
Jota sigue
con su tortura durante un rato más y cuando nota que me he corrido para, me
ayuda a levantarme y nos abrazamos mientras mi respiración débil y acelerada se
tranquiliza de la experiencia satisfactoria.
-¿Te parece
esta buena forma para romper el hielo y entrar en calor?
-Buenísima -musito
Nos secamos
el cuerpo y yo el pelo un poco mientras Jota se dispone a vestirse, yo no,
claro está J Hago caso omiso a su tarea, sale a por la camiseta olvidada
y cuando entra lo miro de arriba abajo y me asombro al ver que no lleva su
camisa azul ni sus vaqueros de sesión.
-¿Qué raro
todo no? – bromea al ver mi cara de asombro.
-Sí, sí -añado
alucinada a la vez que sorprendida.
-La
confianza crece y subes de nivel.
-¿Ah sí?
¿Entonces qué subo al nivel 2 no? – le aporto un poco de humor a la situación.
Ambos
reímos.
-Cuando
acabes te vas para la habitación, y te llevas el Hitachi y el consolador – me
ordena con tono calmado.
Ya en la
habitación le pregunto si quiere que me ponga el collar y afirma, me lo pongo y
me percato de que Jota tiene una corbata en la mano, me ata las manos por
detrás de la espalda y como siempre muestra su preocupación para ver si estoy
bien. Asiento. Ya solo el hecho de verme atada así me agita.
-¿Te
acuerdas lo que te dije anoche?
Dos segundos
me bastan para hacer memoria y saber a lo que se refería.
-Que me iba
a azotar en su regazo, atada… -respondo tensa.
Y así fue,
Jota me lleva hacia la cama, se sienta y me ayuda a tumbarme encima de él, boca
abajo, manos atadas detrás de la espalda y con la cabeza ladeada sobre la
almohada para escucharme bien lo que contestase. Me preparo y asimilo lo que va
a pasar y Jota da paso a su tanda de azotes, me concentro, no quiero defraudar
a Jota ni defraudarme a mí, sé que lo necesita y yo quiero y sé que puedo
complacerle. 1, 2, 3,4…….incontables azotes me propicia Jota en las nalgas,
alterna la derecha, la izquierda y el centro. Cierro los ojos y me relajo.
Siento mi respiración acelerarse. La escucho.
-¿Qué pasa
que te relajan o qué? –pregunta en tono irónico.
Mi cara
tiene que ser un relajamiento total para que Jota me diga eso. ¿Será del
relajante muscular que me tomé anoche? ¿La ducha que me ha dejado K.O? o qué
coño, ¿Será que me están gustando realmente? A saber…
-¿Qué vas a
hacer este finde entonces? -me pregunta
-Salir con
mis amigas.
-¿De marcha?
-Supongo…
No doy
crédito a lo que me está preguntando en medio de la tanda de azotes… ¿lo hará
para desconcentrarme? ¿O para distraerme?
-100 azotes
– me informa.
Joder, ¿100
azotes ya? Sí que he estado concentrada sí, que ni me he enterado. Aunque
reconozco que me duele un poquito el culo.
-¿Estás
bien?
- Sí,
susurro.
-¿Quieres
más?
-Sí.
-¿Quieres
más por mí o porque estás bien de verdad? – se asegura
-Por mí, de
verdad, estoy bien – le tranquilizo.
-En un mes
me llega el columpio, ¿vamos a jugar a que sí? , y más cositas –me provoca.
Río. Continúa
explayándose con más azotes, me pican, me duelen, conforme van aumentando los
azotes imágenes de la segunda sesión aparecen en mi mente sin previo aviso y no
puedo evitar preguntarme ¿Me excederé hoy también? ¿Llegaré a mi límite? ¡Vamos,
concéntrate Daira! sé que a Jota eso no le gustará así que me distraigo
rápidamente de ese pensamiento y disfruto sintiendo cada azote que Jota me da,
sé que lo está disfrutando y yo también, estoy mejor que nunca, me acaricia
suavemente las nalgas donde me acaba de azotar, no sé si es para calmar la zona
o para prepararla para más azotes, aumenta la intensidad de éstos sin ninguna
compasión, me parece que incluso me está azotando con los puños y cada vez me
duelen más pero aún no estoy débil, bendita obsesión la mía de nunca rendirme.
Hoy lo voy a hacer, voy a aguantar y disfrutar del momento.
-180 – me
vuelve a informar
La comisura
de mi boca se curva como respuesta de esa información. Me siento orgullosa de
mí misma y Jota durante unos pocos minutos sigue marcando mis nalgas con sus
manos. Me entrego a él por completo. Me domina y agarra del pelo para verme la
cara. A ritmo de los azotes me confiesa y confirma por qué le gusta sesionar
conmigo. Me convenzo.
-Tienes el
culo ardiendo y rojito, como a mí me gusta.
Sí, yo misma
me noto como el culo me arde. Jota finaliza con su tanda de azotes, sé que está
satisfecho y yo orgullosa de poder complacerle en sus gustos, le he permitido
que sea él, he buscado a Jota.
-¿Estás
bien?
-Sí –sonrío
convencida y agradecida por preocuparse.
Me desabrocha
la corbata y mis manos y brazos quedan libres, me ayuda a levantarme y me dice:
-Sí que te
han excitado los azotes sí, mira como me has puesto los pantalones.
Miro sus
pantalones y están mojados, abro los ojos de sorpresa al ver semejante humedad
y sonrío, no he sido consciente de lo excitada que estaba hasta que no lo he
visto en los pantalones de Jota, espero reacción de éste pero no llega, suspiro
aliviada al ver que no se ha enfadado o al menos no me ha castigado por ello. Me
ordena coger el consolador, chuparlo y metérmelo mientras me pongo de rodillas
delante de él. Me dice que chupe su dedo índice y mientras lo hago como si de
su polla se tratase me da un bofetón.
-¡Chupa con
ganas! Mueve la lengua de arriba a abajo.
Joder, si lo
estoy haciendo.
-¿La quieres
chupar? –refiriéndose a la polla.
-Sí.
-Repítemelo
más alto –me habla bastante calmado
-Sí Señor
–repito en un tono más alto.
Me la
introduzco en la boca y la chupo durante un rato a la vez que me masturbo y
Jota me amenaza con fundirme si dejo de hacerlo. Me gruñe que tenga cuidado con
los dientes, se ve que le he rozado, sin querer claro está. Me empuja la cabeza
suave para realizar garganta profunda, pero nada insoportable, y la verdad que
lo agradezco. Concentrada en mi tarea Jota me da bofetones y me dice algo, no
recuerdo el qué ni por qué lo hizo, solo recuerdo que asentía ante sus
palabras.
Me levanto y
Jota coge las pezoneras sueltas, esta vez no llevaban las cadenas, y me pone
una en un pezón y la otra en el otro. Noto un ligero dolor pero rápidamente
desaparece, no me molestan ni me incomodan y mis pezones se endurecen ante esa
reacción.
-Más
adelante te las pondré en el coño –me dice
-Vale
–murmuro.
La idea no
me asusta. Jota me empuja hacia la cama y me ordena ponerme boca arriba y
siguiendo follarme a mí misma con el consolador. Esta vez le toca el turno al
flogger y Jota me azota con este en los pechos, la dureza y firmeza de mis
pezones y las pezoneras me producen más dolor de lo normal, pero nada
insoportable, me miro éstos y solo tengo una, supongo que la otra se habrá
caído a causa de los golpes con el flogger. Miro a Señor y lo veo mirándose la
mancha de mis fluidos anteriores mientras me azotaba y sin remediarlo me río, a
Jota no le hace gracia, como es obvio.
-¿De qué te
ríes? –me pregunta enfurecido.
- De nada –
disimulo aguantándome la risa. Tierra trágame, ya la he cagado –pienso para mí.
-Dímelo –me
ordena.
- Que nada
de verdad – contesto atemorizada, si le digo la verdad se enfadará.
Jota me
quita la pezonera que me queda, me tira y aprieta de los pezones y me ordena
levantarme, me saco el consolador y me incorporo para cumplir otra orden. De
rodillas en la cama vuelvo a introducirme el consolador en la vagina y la polla en la boca y la saboreo con gusto,
le miro ya que puedo permitirme ese lujo y agradezco que de momento no me
obligue a hacer garganta profunda. Estoy más concentrada en la polla que en el
consolador, las cosas como son. Me tumbo de nuevo boca arriba y Jota se va al
otro lado de la cama, con la cabeza colgando por el borde de la cama y Jota de
pie en el suelo, vuelve a follarme la boca y yo sigo follándome con el
consolador.
-¿Te gusta
comerla en esta posición?
Asiento como
puedo y un gemido mudo sale de mi boca, cómoda precisamente no es, la verdad,
pero para un rato vale. Me coloca a 4 patas y yo sigo con el consolador mientras
él me mete un dedo en el culo, me lubrica, me realiza un beso negro y dice:
-¿Te gusta
esto eh? ¿Tienes ya ganas de que te follemos los dos a que sí?
-Sí – le
afirmo con sonrisita
La mano y el
brazo se me cansan del consolador, Jota me lo coge para que descanse y ahora es
él quien me penetra con éste a la vez que sigue lubricando mi culo y para colmo
me da el Hitachi, tengo triple placer, me deleito con éste y Jota me estimula
vaginal y analmente. Me pone el antifaz, supongo que para que no vea lo que me
va a hacer o simplemente porque sabe que me gusta. Jota intenta penetrarme por
detrás pero creo que no puede, aún no sé por qué, quizás no esté demasiado
empalmado y desiste o simplemente porque no quiere, Jota es tan imprevisible. Me
azota con el flogger en la espalda y culo, me muerde éste y por si era poco
Jota deja el consolador y me mete dedos por delante, sé que está estimulando mi
punto G, ardo, tengo triple placer de nuevo para mí sola, y mientras yo sigo
con mi dulce tortura éste me tapa la boca y nariz para omitir mis gemidos y de
inmediato le quito la mano, cesa y lo agradezco, no tolero que me tapen la
nariz. Me acerca la polla a la boca y como de costumbre la chupo y saboreo,
Jota se tumba y yo busco su polla.
-Disfrútala
–me dice
A sus
órdenes señor, la masajeo de arriba abajo, la chupo, saboreo y degusto a mi
manera, Jota me pide que más despacio, si es verdad me embalo y no hay quien me
pare. J
-A ver esa
lengua –me dice
La saco y
Jota se la menea dándome golpecitos en ésta.
-Si es que
menuda puta estas hecha.
¡Anda, ya
tenemos piropo nuevo! 😊 El pene cada vez está más erecto y eso me anima porque sé
que le gusta y me halaga.
-Buena
chica.
Ahora sí
creo que está preparado y me pone a 4 patas, me introduce el dedo de nuevo por
detrás, lo chupa y me penetra por delante durante unos segundos para
posteriormente encularme despacio y suavemente. Gimo mientras se mueve. Dentro.
Fuera. Dentro. Fuera. Arremete una y otra vez. Disfruto de él y del Hitachi. Me
azota.
-Me encanta
follarte. ¡Qué gusto! –murmura explícito.
Me quita el
loco vibrador para que me introduzca el consolador, durante pocos segundos lo
hago pero no le pongo empeño, no me entra, me molesta y hace daño. Quiero parar
y aunque dudo si decírselo o no al final lo acabo haciendo y Jota lo entiende,
sabe que es muy duro y me entrega de nuevo el vibrador.
Me quita el
antifaz.
-Mira el
espejo –me incita con voz cándida
Cumplo su
orden y contemplo la escena tan excitante que nos rodea, me veo ardiente y
viciosa mientras Jota coge y tira de mi pelo. Mm ¡¡¡excitante!!! Me encanta.
Sigue azotándome. ¿Cuántos llevaré? Incontables… Por momentos pienso y me
preparo para la fusta, vara o vete tú a saber lo que podría coger para
azotarme, pero nada de eso pasa. Me pellizca los pezones y me duele. ¡Au, cómo
duele joder!
-Menuda puta
eres.
Con el
Hitachi en mi poder Jota me encula suave y despacio a la vez que me azota, pero
se enfada al ver que el Hitachi no lo tengo como es debido, o bueno, como no es
debido para él. Con celeridad me da la vuelta, me pone boca arriba y me quita
el Hitachi de malas maneras.
-Así es como
te tienes que poner el Hitachi, a ver si aprendes de una vez –me regaña y
presiona éste en mi clítoris.
Ya la hemos
liado, adiós respiración, hola dulce tortura. Jota me putea, le encanta verme
revolviéndome con éste, gimo, me agarro a la cama y como no, cierro las piernas
y se enfada. Me arqueo, tiemblo y llego al clímax dos veces. No satisfecho,
Jota me obliga a correrme otra vez.
-Córrete
para mí – me ordena y cómo ve que no lo hago me regaña.
-Ya me he
corrido –le digo con compasión.
-Pues otra
vez, córrete cuando yo te diga –me exige con furia en su mirada.
Se pega un
festín con el Hitachi en mi clítoris y para colmo éste se para, yo suspiro
aliviada pero no, Jota por ahí no pasa.
-No te
pienses que te vas a librar –se mofa y sale de la habitación a por su Hitachi.
Cuando
regresa continúa con vehemencia y me lame el coño suavemente dos veces, lo miro
con compasión para ver si para pero no, ya me lo esperaba. La inercia hace que
me suba para arriba en la cama y Jota me coge de las piernas y me arrastra cama
abajo hasta quedar en el borde de ésta.
-Esto es mío
–me dice señalando mi coño y añade -: Y el orgasmo también, me pertenece,
córrete ya Daira y me dices <<Gracias>> - me apremia y obliga a
correrme.
-Dejarse
llevar – me dice con voz ronca y entrecortada.
Vale vale,
ya he captado la indirecta. Asiento tímidamente. Sé perfectamente por qué me
dice eso. Hoy sí que me he dejado llevar y así pienso hacerlo a partir de
ahora.
-Yo te doy
las gracias por aguantar los 300 azotes y tú a mí me das las gracias por el
orgasmo.
Proceso las
ordenes, no me quejo, me dejo llevar y un intenso y tercer orgasmo me invade
mientras le miro.
-¡Ya! –le
digo con ganas y continúo -: ¡Gracias! – le replico con alivio.
-Como me
gusta putearte – se cachondea.
¡¡No me
digas!! No me había dado cuenta.
-¿Te ha
gustado el momento ducha?
-Sí – balbuceo
-¿Y acompañada mejor, no? –pregunta pícaro.
-Sí – sonrío divertida.
Descansamos y mi respiración poco a poco se va ralentizando.
Y ya empiezo a prepararme para la siguiente…
Daira
No hay comentarios:
Publicar un comentario