Era nuestro
segundo encuentro y seguía igual de nerviosa que la primera, no quería
decepcionar a Jota así que me paré en la puerta, sabía que no podía pasar hasta
que no me lo ordenara.
– Puedes
pasar -me dice y obedezco sin mirarlo. -Hasta la mitad del pasillo -me ordena y
me paro en seco al llegar a éste. Jota no quería que viera lo que había
preparado en el salón para mí.
-Vamos -me
ordena, y camino hasta el salón un paso por delante de él.
Al llegar a
éste, tan solo había una silla en el centro. Sabía que esta vez no iba a ser
igual que la primera e iba a subir el nivel. Jota se sienta en la silla y me
pide que me apoye en su regazo y lo hago nerviosa, sabiendo lo que iba a pasar.
Jota me azota como un padre castiga a su hija y yo los recibo: 1, 2, 3, 5
azotes y ya empiezo a notar como el dolor se aviva en mi cuerpo, 6, 7, y me
arqueo en cada azote nuevo, cuento hasta 10 azotes y Jota para, me había dado
cuenta de que me excitó ser castigada.
- Vístete
-me dice y empiezo a prepararme, tenía órdenes de vestimenta: apenas un vestido
y zapato cómodo. Me pinto los labios de rojo, aunque Señor no me había dicho
nada, sabía que le gustaría.
Cuando
termino, Jota me mira de arriba a abajo.
-¿Eso es
zapato cómodo?, - me pregunta con voz de sorpresa al ver el zapato de tacón que
llevo.
-Para mí sí,
señor - respondo.
Esos
zapatos, a pesar de que tienen tacón alto, son bastantes cómodos, por ello
estaba tranquila, sabía que aunque su petición había sido un calzado cómodo, no
había incumplido las normas.
Jota
asiente, convencido.
Me pide que
coja mi móvil, lo cojo y vamos hacia la silla solitaria que todavía permanecía
en el centro del salón y me ordena que deje el móvil en ésta. Lo hago. Me
vuelve a mirar de arriba a abajo.
-¿A ti es
que todo te queda bien o qué? – me pregunta. Sonrío avergonzada.
-Ponte de
rodillas, obedezco y continúa- : estira los brazos y ponlos junto con la cabeza
totalmente pegados al suelo. Hago lo que me pide.
–Así quiero
que me esperes tras la puerta de la habitación, con la cola anal puesta que te
he dejado preparada en la cama, ahora coge tu móvil y ve a hacer lo que te he
dicho. Cuando estés lista, me mandas un WhatsApp ¿Lo has entendido?
-Sí, señor-
respondo nerviosa.
Me dirijo
hacia la habitación, cierro la puerta y rápidamente me pongo la cola anal
preparada para esta ocasión, me miro al espejo: ¡Joder, que morbo! – pienso
para mí, sonriendo. Cojo el móvil y tecleo: Lista, señor, lo dejo en la cama y me dispongo a aguardar en la posición de
espera que se me había ordenado hasta que Jota entró segundos después.
Yo estaba quieta,
sabía que él estaba mirándome, examinándome y ante cualquier movimiento sería
castigada, no quería defraudarlo.
-Levanta -me
ordena y le obedezco, me pone frente a él, sabía que no podía clavar la mirada
en él y miro su camisa azul. Me pide que coja mi móvil, en él guardaba una
lista con zonas, objetos y números de azotes que me ordenó hacer para la
ocasión.
– Mira la primera fila- me ordena, la leo para mí (culo; mano (20 azotes), flogger
(30) y fusta (12) e inconscientemente miro a Jota y éste me da un bofetón.
– NO ME MIRES -me grita y sin apenas poder
reaccionar, asiento, sabía que había incumplido sus órdenes.
La puerta de
la habitación estaba cerrada y en ella colgaba una cuerda, Jota me llevó hacia
ella, con los brazos estirados hacia arriba me ató las manos, culo en pompa y
piernas separadas.
–Si bajas las manos por debajo de aquí, me
señala el marco decorativo de la puerta, te castigaré, ¿lo has entendido?
- Sí, señor -respondo.
Me introduce
un dedo en mi interior y se lo mete en la boca para saborearme. Noto como me
humedezco y mi respiración se acelera. Seguidamente, comienza el primer azote
con la mano.
-Cuenta cada
azote hasta el octavo y me dices “gracias señor”-me dice y yo empiezo a contar:
-1, gracias señor, 2, gracias señor…así hasta 8 y me callo, sabía que no podía
seguir. Jota seguía azotándome hasta 20, tal cual yo le había pedido. Después
comienza con el flogger, 30 había sido mi petición y yo gustosa y excitada de
recibirlos, me arqueo a cada azote obtenido. Mis manos se mueven y soy
consciente de que no, de que no puedo permitirme bajarlas y fallar a Jota,
así que las pongo rápidamente en su lugar. Jota coge la fusta y me azota hasta
12 veces seguidas, dolor, siento dolor pero tengo que aguantar como sea, y así
lo hago. Me quita la cuerda de las manos y mis brazos descansan de esa tensa
sensación.
-¿Estás
bien? -me pregunta.
-Sí, señor -respondo
con la voz entrecortada. Jota me coge de la mano y me lleva hasta la cama. Cada
vez estaba más excitada y aunque tenía dolorcillo en el culo quería que me
diese más azotes.
–Túmbate
boca arriba, con cuidado de la cola anal, me ordena y lo hago. Tocaba seguir
con mi pedido de azotes en distintas zonas, y ahora era el turno de la
entrepierna y el coño. Me pone un antifaz, él sabía que yo disfrutaría más con
él puesto y me quita el tanga y los zapatos. Sus manos me abren los labios, me
tocan y noto que uno de sus dedos entra en mí. Lo saca, lo introduce una y otra
vez en mi interior, lo mueve, masajea mi clítoris y yo jadeo.
-¿Te gusta
así?
- Sí, señor.
Sigue
durante un rato y de nuevo, retoma sus azotes, intercalando las zonas va
añadiendo los objetos, con la fusta (10), mano (20) y flogger (11) le
correspondían a la entrepierna y mano (10) flogger (10) y fusta (10) para el
coño, y yo jadeo y los recibo excitada, elevándome en cada golpe como señal de
placer y ligero dolor.
Jota me
ordena y ayuda a levantarme, ya que llevaba todavía el antifaz, y me pide que
me ponga de rodillas, no veo nada pero sé que estoy de espaldas al espejo y
Jota sentado en la cama frente a mí, éste me lleva la cabeza a su pene y me lo introduzco en mi boca, gustosa de
recibirlo.
– Métete lo
entero -me dice, lo intento pero no puedo, las arcadas me invaden y me sale una
lágrima de mi ojo derecho.
– Todo Daira, su voz suena exigente y con
impaciencia, obedezco y me limito a hacer lo que me pide, me meto todo el pene
en mi boca, hasta 4 veces seguidas.
De nuevo me
ordena que me vaya a la cama, pero esta vez a 4 patas y lo hago encantada, ya
que es mi posición sexual favorita. Me quito el antifaz y aún con la cola anal
puesta, Jota introduce el pene en mi vagina y yo me acoplo a él, gustosa de
recibirlo me inclino hacia delante y jadeo en cada embestida, una y otra vez…
-¿Te gusta
la sensación de tener dos cosas metidas dentro de ti?
-Sí…
respondo.
Una lluvia
de sensaciones recorre mi cuerpo ante tal sensación, tal placer que no se podría
explicar. Jota me embiste con mayor profundidad, mis jadeos se convierten en
gritos de placer.
Oh, si…me
gusta…me encanta.
Después de
incontables embestidas, Jota saca su pene de mi vagina, me mete dos dedos y me
dice:
– Estás
empapada, sí que eres una zorra sí.
Un
escalofrío recorre mi cuerpo al escucharlo, tiene razón, estoy empapada, me
noto muy mojada, su manera exigente de hablarme, de tocarme, de penetrarme,
siempre me excita, no me sacio, quiero más…. Jota me tira del pelo con fuerza y
mi cabeza se inclina hacia atrás, me ofrece probar mi propio flujo vaginal y le
chupo los dos dedos deseosa. Me siento una zorra empedernida y me encanta.
Me quita la
cola anal, separa mis nalgas y sin necesidad de lubricante, mi ano se dilata
para amoldarse al pene y darle acceso, estoy lista para recibirlo y en cuestión
de segundos, Jota me penetra sin delicadeza, con profundidad, de nuevo me
posee, se aprieta contra mí y ambos gemimos.
–Joder,
resopla Jota muy bajito, en señal de placer, y yo me enloquezco, me excita lo
que dice y cómo lo dice. Jota entra una vez en mí, y otra, y otra…. Y me azota,
me azota sin delicadeza y yo siento un sinfín de sensaciones, placer, morbo y
dolor, y me noto sin fuerzas, vulnerable, necesito parar pero no puedo, no
quiero, sé que puedo seguir y tengo que aguantar, lo intento pero tengo unas
ganas inmensas de llorar, me contengo, y me entrego al disfrute, dispuesta a
recibirlo más. Sin mediar palabra, Jota sigue embistiéndome con fuerza, con
profundidad, como a mí me gusta y me excita, me araña, muevo las caderas de
delante hacia atrás con delicadeza, suave, para recibir el pene y jadeo, grito
de placer, intercala azotes, embestidas.
-¿Estás
bien? Me pregunta y yo asiento, no puedo hablar, estoy conmovida por la
situación, pero quiero seguir, o eso creo…
-¿Adivinas
lo que tengo cargando en el baño? -me pregunta.
-No,
respondo sin apenas voz, pero en el fondo si sabía lo que era, ni yo sé por qué
dije no.
-El Hitachi,
decimos al unísono, y mi cuerpo se intensifica al creer o saber lo que podría
pasar.
-Tócate
mientras vuelvo -me ordena, y hago lo que me pide, impaciente por saber lo que
pasaría. Jota vuelve y me pregunta:
- ¿Quieres
el Hitachi?
- Sí, una
sonrisa perversa sale de mi boca y me percato de lo que quiere, está de pie en
el borde de la cama y tiene al Hitachi en posición paralela al pene, sé que
quiere que me coma su polla para poder usarlo después, sin cuestionarlo hago lo
que me pide y satisfecha degusto su polla. Me empuja con fuerza y tengo
arcadas.
Me da el
Hitachi y sigo en posición de 4 patas.
-Disfrútalo -me
dice. Conoce muy bien mis debilidades y yo me entrego a él.
Asiento, y
me deleito con el Hitachi, disfruto del momento que me regala ese loco vibrador
y grito de placer, mientras Jota me azota con todo lo que encuentra a su paso,
fusta, vara, flogger, mano, pala; en el culo, espalda, entrepierna, coño…, me
contraigo, me elevo, mis piernas tiemblan y mi brazo se queda sin fuerzas al
llegar al clímax. Jota para unos segundos para dejarme descansar pero
rápidamente vuelve a azotarme y yo me incorporo, sigo con el Hitachi,
recibiendo golpe tras golpe, incontables azotes, en los cuales en cada uno de
ellos pierdo el control de mi cuerpo, Jota me da segundos para recomponerme al
ver que mi cuerpo reacciona en cada golpe exigente que me da.
-Tienes el
culo rojo, como a mí me gusta. Córrete para mí -me ordena.
Asiento, me
sigo deleitando con el Hitachi para intentar no pensar, pero siento presión, no
puedo hacerlo, ya no tengo fuerzas y quiero parar, pero no sé si eso defraudará
a Jota. ¿Me compensa seguir con los azotes y no disfrutar?- me pregunto por
dentro mientras Jota sigue con sus fuertes golpes.
- ¿Estás
bien?
- Sí, respondo.
-¿Quieres
más, zorra?
Asiento,
pero no puedo negarlo más, no quiero más, no quiero seguir, estoy desconcertada
y entro en un bucle que rápidamente se iba a hacer notar.
- Para, por
favor -le suplico con la voz entre lágrimas y Jota para de inmediato al
percatarse de que algo no iba bien.
-¿Estás
bien? - insiste, pero esta vez no puedo ocultarlo más.
-No, digo
llorando.
Jota me retira
el pelo de la cara, me ordena tumbarme boca abajo y va a por agua. Lloro
durante un rato mientras Jota está conmigo, dándome mimos, preocupándose por mí
y eso me tranquiliza, no quiero que se vaya, quiero que se quede conmigo. Me
miro al espejo para verme el culo, rojo, lo tengo rojo, como nunca antes me lo
había visto, con marcas, arañazos, pero
en el fondo me gusta, y sé, que aunque acabase de esa forma y llegase a mi
límite, quiero más. Estoy dispuesta a más.
Daira.