lunes, 15 de enero de 2018

La magia de los inicios 🍀


Era nuestro primer encuentro. Después de cenar, me fui al baño a prepararme, él no quería que pasara a la habitación hasta que no me diera orden de hacerlo. Me empecé a vestir como él me había pedido: arreglada pero sin exagerar (falda negra y body transparente), trenza a un lado, tacones, ropa interior sexy y labios rojos. Esperaba que le gustase. Estaba nerviosa, muuuy nerviosa, no sabía si sería capaz de hacerlo bien, es nuestra primera sesión, es mi amigo y no sé si seré capaz de obedecerlo, me daba vergüenza, nunca hemos tenido nada, solo amistad, pero sé que aquí la vergüenza es un obstáculo, solo me negará lo que realmente quiero hacer, ¿seré capaz de obedecer? ¿Me reiré por los nervios? Miles de preguntas, dudas pasean por mi mente. Termino de vestirme, me miro al espejo y comienzo a respirar, necesitaba soltar un poco de tensión antes de salir, me relajo y decido salir a por todas, que pase lo que tenga que pasar. ¡Estoy preparada!, o eso creo…
-Ya estoy lista señor -le dije.
Él, que estaba sentado en el sofá, me miró, se levantó y fue hacia mí sin quitarme ojo de encima, se puso detrás de mí y me susurró al oído:
 -Qué guapa estás.
–Gracias señor -le dije avergonzada.
Jota me llevó hacia la puerta, donde guardaba la correa del perro para aquella ocasión, pero no me la puso para no estropear mi vestimenta.
Nos dirigimos a la habitación, cogidos de la mano y yo un paso por delante de él. Me paro en el salón, no quería hacer nada que él no me hubiera dicho.
–Vamos -me dijo y entramos en la habitación.
Estaba iluminada con 8 velas, dos en cada lateral de la habitación. ¡Ais, que bonito!- pienso para mí con todos los nervios habidos y por haber que tengo. Jota me pone de pie al borde de la cama, mirando hacia ésta, me empieza a susurrar cosas al oído, yo me iba calentando.
 – Pon las manos así -simulando manos boca arriba y puños cerrados - lo hago y me pone esposas.
 –Quítate el body -me ordena, obedezco e instantes después lo mismo pero con la falda.
Me quedo con la ropa interior y los tacones.
– Sí que es verdad que tienes buen culo -me susurra.
–Gracias señor -le digo. Sabía por qué me decía eso.
Jota me toca, hunde un dedo en mi interior y se lo mete en la boca para saborearme, no lo veo pero escucho su boca y su saliva, yo jadeo.
–Quieta aquí -me dice.
Escucho la puerta ¿Por qué se va? Tengo ganas de mirar pero no me atrevo a hacerlo, sé que debo estar en la misma posición hasta que me lo diga. Cuando regresa yo estaba tal cual me dejó, sabía que si me movía sería castigada.  Me pone una mordaza, supongo que habría salido a por ella, me ordena quitarme el tanga y cuando obedezco me empieza a azotar con distintos objetos (mano, fusta, flogger….1, 2, 3,10…azotes), me calibra y ordena que le diga números de 1 al 10 para ver cuánto de intenso era cada azote. Recuerdo que el número más alto que dije fue 8. Unos me dolían más que otros pero eran aguantables, y pese a todo yo estaba cada vez más excitada.
 –Ven, que aquí no nos vemos - me dice y me lleva hacia el espejo.
 Al verme con la mordaza, con apenas sujetador y tacones me hace sentir morbo, calor, excitación… Jota me iba tocando y metiéndome más dedos en mi interior.
- Mírame -me dice y yo obedezco ante esa orden ya que sé que no puedo hacerlo sin su permiso. Necesitaba mirarlo.
El morbo y el deseo se empiezan a apoderar de mi cuerpo. Me entrega el Hitachi para que lo disfrute yo sola, dudosa ante algo que no he probado ni visto en mi vida me lo coloco con ganas y  sensaciones nuevas se iban añadiendo a mi cuerpo, era excitante, caliente, morboso…simplemente increíble. Mientras disfrutaba del loco vibrador, Señor me iba azotando, a cada azote yo jadeaba y mi cuerpo reaccionaba ante cada golpe, mis pies se echaban hacia delante, llevo taconazos y es imposible no moverse. Me miro en el espejo y veo en mi mirada lujuria, pasión y morbo sobre todo, estaba cachonda y me sentía una zorra al verme así.
-Ahora túmbate boca arriba en la cama - me ordena y yo sin dudarlo lo hago.
Jota me toca, introduce dedos en mi interior y lenta y suavemente comienza a excitar a mi clítoris, jadeo gustosa mientras Señor seguía jugando con éste, lo toca, lo redondea, introduce la lengua en mi interior y yo me dejo llevar disfrutando de cada detalle y cada sensación nueva, no sabría decir cuánto tiempo estuvo comiéndolo, fue mucho pero yo no quería que parara, me gusta como lo hace y yo cada vez estaba más húmeda, lo sé, me lo noto. Ponía las manos encima de la cabeza como señal de placer, éstas se movían y hacían hacer ruido a las esposas, todo me hacía sentir morbo, era nuevo para mí y me  gustaba, mi cuerpo se elevaba y mis piernas temblaban.
Jota coge el Hitachi, lo pone suavemente y bien pegado a mi clítoris, sin levantar lo, y yo me retuerzo literalmente de placer, jadeo, gimo, me contraigo y un orgasmo se inunda en mi cuerpo, mientras Señor sigue con el Hitachi.
–Cógelo tú - me dice y obedezco mientras me quita las esposas, primero una y luego otra.
 –Eso es, disfruta del Hitachi -me dice….
Gritos de placer salían de mi cuerpo, me siento yo misma, desinhibida, sin vergüenza, sé que así disfrutaré más, Jota me da la confianza que necesito, nunca he gemido tanto como hoy, y de gritos ya ni hablamos… estaba a punto de estallar por segunda vez.
-A cuatro patas en el borde de la cama - me ordena, y hago lo que me pide. Me azota e introduce su pene en mi ano.
-Pare por favor -le pido, al notar dolor, Señor la saca y me la introduce por la vagina, 1, 2, 5 embestidas y vuelve al ano, donde gustosa lo recibo y me dejo llevar. Ya no hay dolor. Solo placer. 1, 2, 3, 15, 20, incontables embestidas duras y exigentes mientras yo disfruto del Hitachi en mi clítoris, jadeos, gemidos, gritos de placer, elevación de mi cuerpo y temblor de piernas me avisaban de que me iba a infundir en un intenso tercer orgasmo, y así fue, mientras Señor seguía embistiéndome con fuerza.
–Ponte boca arriba me dice -lo hago y con las piernas flexionadas y apoyadas en su espalda me introduce de nuevo el pene en el ano, y satisfecha, sigo disfrutando del vibrador.
Noto como Jota me mira, tengo ganas de mirarle y sin pensar desobedezco su protocolo y hago lo mismo, me salió así, me dejé llevar a la espera de que sabía que eso iba a tener consecuencias pero no reacciona y no me castiga, me premia con un dulce beso en la mejilla y otro en la comisura de la boca, eso me descoloca, no lo esperaba, no lo noto exigente, no veo a Jota por ninguna parte y eso me hace dudar, ¿hago desaparecer a Daira y soy yo misma? no sé qué hacer, no sé si Jota sigue o ahora con quien estoy es con un amigo, coge mis manos, creo que al igual que yo él también se había dejado llevar por la ocasión.
El Hitachi se para, Jota le da al botón creyendo que yo lo había parado, pero no se enfada, y ante 3 intentos, se dio cuenta que se había quedado sin batería.
–Las pilas –me atrevo de nuevo a decir mirándole y sonriéndole con picardía, y empezamos a reírnos, está claro que no hay rastro de Jota y Daira, pero también ¡que inoportuno el puto vibrador!
Aún encina de mí, Jota me dice irónico:
-Daira la incansable, Daira, la que no iba a aguantar azotes ni nada… lo noto  orgulloso por haber aguantado como una campeona a pesar de que precisamente dolor no hubo mucho y yo, más orgullosa aún, río por haber complacido hasta donde se ha podido a Jota. Tumbados en la cama, reímos, hablamos como los amigos que somos.
 -Quieres más -me pregunta y yo contesto sin pensármelo:
- Sí, quiero más.
Sin contar con ello, al mirar el reloj nos damos cuenta que eran las 2:30 de la madrugada, no nos lo podemos creer, se nos ha ido la noche sin ser conscientes de ello. ¿Eso significa que la sesión ha ido bien? Sé que no era la sesión que Jota había preparado, ¿eso es malo o bueno? ¿Se ha sentido igual de cómodo que yo? No lo sé, solo sé que aún no me he ido y ya quiero volver a repetir, probar cosas nuevas y más azotes. De vuelta a casa, pedía 4 Dairas aunque sabía que con 1 tenía bastante J

                                                                                                                       Daira.



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