Esta vez no tenía orden de atuendo,
por lo que únicamente preparo mi collar. La sesión empieza antes de lo que
llegaría a imaginar, preparados ya para empezar a cenar en el McDonald Jota
coloca un post it en la mesa delante de mí que lleva escrito “¿Quieres
complacerme ahora?” Algo que me descoloca completamente pero respondo con un
“Sí”. Dada mi aprobación, vuelve a ponerme otro donde me marca las siguientes
pautas:
-Vete al baño.
-Quítate las bragas.
-Dámelas.
El momento me da morbo y sin pensármelo
voy hacia al baño a quitarme el tanga que se lo entrego a Jota en cuanto salgo.
-Que atrevida.
Sonrío pervertida por el juego que se
ha marcado mi dueño y por el que hace que esté mojada durante toda la cena.
-Ponte el collar y pasa –me ordena en
la puerta de su casa.
Sentados cada uno en su
correspondiente sofá, Jota me ordena desnudarme y sentarme en el suelo delante
de ÉL para sujetarle el cenicero mientras se fuma su clásico cigarro previo a
la sesión. Está valorando mi actitud, reacción, la forma y ganas que le pongo.
Lo hago a gusto y con ánimo, encantada de servirle a todo lo que me pida. Al
acabar vamos al baño y coloca un cojín justo delante del espejo de la bañera
para que me acomode de rodillas.
-Ábrete de piernas. Hoy no te vas a
correr hasta que yo no te diga. Quiero que te toques mientras me ducho y te
mires al espejo. No quiero verte parada.
Mientras digiero la información, Jota
se mete en la ducha y me pongo manos a la obra, con la mano en mi sexo me
empiezo a lubricar, a excitar, meto y saco dedos de mi interior, toco mi
clítoris, los labios… disfruto…sé que a Jota le gustará verme húmeda cuando
salga. No paro de tocarme, sé que me observa desde la ducha esporádicamente. Jota
sale y se acerca a mí, comprueba que estoy mojada y sin mediar palabra meto la
polla en la boca, no me hace falta que diga nada para saber lo que tengo que
hacer. Mientras saboreo su polla, va cobrando vida dentro de mí, se hace dura y
fuerte. Está preparada para mí.
-Estás para complacerme, a ver esa
lengua –dice y después de obligarme a garganta profunda añade -: métetela hasta
donde puedas.
La penetro en mi boca hasta conseguir
arcadas y lograr la garganta profunda deseada y reanudo la mamada a la vez que
me sigo tocando. Cada vez estoy más excitada, más húmeda, más cachonda y más
dispuesta a todo. Restriega su
polla por toda mi cara.
-¿Te gusta tu dueño?
-Sí, Señor.
-Abre la boca.
Jota escupe saliva dentro la cual trago
gustosa. Me levanto y Jota me invita a sentarme en el lavabo.
-Me gustó la experiencia, así que vuelvo
a follarte aquí.
Me penetra suavemente y damos rienda
suelta al deseo, la libido toca el cielo y nos fundimos en un pasional beso,
devora mi boca y yo a ÉL. Da un húmedo lengüetazo a mi boca.
-Mira al espejo –me tienta.
Bajo el empañado cristal se refleja mi
rostro ardiente al unísono de las embestidas de Jota, dejándole un umbral de
flujo vaginal sobre su polla y observando cada penetración, agitándome cada vez
que pasea su lengua por mi cuello y pezones y estremeciéndome en cada tirón
fuerte de éstos. Gimo, jadeo, gozo y disfruto del momento, de mi dueño.
Acaricio su pelo, su barba y su cara. Interrumpe las penetraciones, me coge en
brazos y rodeando su cintura con mis piernas me coloca frente al espejo de la
ducha.
-Mírate al espejo –espeta.
Jota conoce cada una de mis
debilidades y sabe el morbo que me provoca verme en uno de ellos, da igual lo
que se esté haciendo. Me abrazo a su cuello y observo cada impulso que Jota da
para embestirme y la reacción de mi cara y cuerpo al recibirla.
Salimos del baño y nos trasladamos a
la habitación. Jota se sienta en la cama frente al espejo y ordena sentarme
encima de ÉL para hundir su polla en mi húmeda vagina y moverme al son de las
caderas.
-¿Te gusta cabalgar? – Asiento y añade
-: Zorrita.
Jota se inclina para atrás en la cama
y le rodeo el cuello con mis brazos para mayor comodidad a mis movimientos.
-A ti a lo mejor te parece incómodo
pero vaya posturita.
Las palabras de Jota me generan
curiosidad, algo común en mí por lo que miro al espejo para confirmar lo que
dice Jota. Me gusta. Nos levantamos y repetimos la misma escena que en el baño,
de pie frente al espejo pero esta vez yo de espaldas a éste.
-¿Te está gustando perrita?
-Sí –musito en su oído.
-A mí también.
Se da la vuelta y me tumba bocarriba
en la cama para volver a sumergirse dentro de mí. Empieza despacio y aumenta
ritmo, intensidad y placer. Chupa mi cuello, tira de mis pezones y lame el
punto débil que vive en mi barriga. No sé si de casualidad o que ya es conocedor
de donde es exactamente. Llevándome a otro lado de la cama me coloca un cojín
ancho debajo del culo para estar más alta y dar mejor acceso.
-Esto lo hago para mi disfrute. Tócate
mientras.
Simultáneamente excito mi clítoris y durante
minutos recibo la dura erección que posee Jota. Me incorporo y voy hacia la
pared.
-Ponte de rodillas y espérame en una
posición adecuada.
Aguardo en posición de espera y tras
escasos segundos le oigo entrar en la habitación donde adecua el espacio con
una almohada.
-Apoya la cabeza ahí y enséñame el
culo todo lo que puedas.
Comienza a lubricarlo con dedo y
lengua para introducir la cola anal. Una vez puesta y cómoda con ella me
levanto para que me ponga la mordaza y me ate con la cuerda en las fijaciones
de pared. Jota fotografía el momento y tras varios recuerdos ya guardados ata
mis pies con otra cuerda para no poder moverme de ninguna manera.
-Ahora sí que eres una zorrita. ¿Estás
cómoda?
Asiento ya que no puedo hablar.
-Mejor, porque me daría igual si no lo
estás.
Por señales le digo que me aprieta una
de las cuerdas de la mano.
-¿Qué te pasa? Habla –dice mofándose.
Como puedo se lo digo y afloja la
cuerda. Se lo agradezco, me pone el antifaz y ahora ya estoy más que preparada
para lo que venga. No veo, no puedo hablar y no me puedo mover, combinación más
que perfecta y morbosa. Inicia los azotes con el flogger.
- Te voy a marcar todo el cuerpo
–susurra
Cuando me habla al oído se me eriza el
cuerpo. Traza una ruta empezando por el culo, pasando por piernas, pies, brazos
y terminando en pechos. Me empiezo a calentar y ahora elige la pala. Recibo uno
a uno los golpes y totalmente soportables. La mandíbula me duele y la mordaza
me dificulta tragar provocándome sequedad de garganta y con ello ganas de toser
que por suerte puedo controlar para no arruinar el momento.
-¿Incómoda con la mordaza? Por mí como
si babeas en el suelo, me da igual.
Las palabras de Jota son tajantes y sé
que está disfrutando de mi dolor y malestar. Da paso a su impecable mano
atestando sus más que comunes azotes fuertes, raudos y profundos. La baba se me
cae. El sonido de las palmadas sobre mis nalgas es música celestial para mis
oídos anulando así los truenos que se cuelan por la ventana. Tira fuerte de mis
pezones. Estoy muy excitada. En el transcurso de la noche y la tormenta que
azotaba a ésta, retira la cola anal y recibo un diferente objeto que
rápidamente distingo, su artilugio más preciado, el cinturón, propiciando golpes
intensos me muevo, inclino la cabeza hacia atrás, tiro de las cuerdas y jadeo.
-¿Estás bien? –pregunta concediéndome
un corto descanso.
Asiento y toca mi chorreante sexo.
-Ya veo que estás bien, estás
empapada.
Retoma golpes con la mano e intercala con
el cinturón regalándome un momento de pura energía y adrenalina. Minutos
después finaliza con los golpes, me desata de pies y manos y relajo las
articulaciones, quita la mordaza, el collar y me deja con tan solo el antifaz.
-¿Estás bien? –pregunta de nuevo.
-Sí –le sonrío.
-Culito indestructible.
Mientras el dolor cesa, celebro con
satisfacción haber superado los fuertes azotes. Jota se aleja de la habitación
y compruebo que todo va bien levantándome el antifaz sigilosamente que
rápidamente me vuelvo a colocar.
-La última vez que te quitas el
antifaz sin mi permiso – me regaña cuando vuelve a la par que me da hostias.
-No me lo he quitado –replico a la
defensiva.
-Te estabas mirando los dedos -dice
enfurecido.
-Solo me lo he levantado un poco para comprobar
que todo iba bien.
Convencido o no, Jota me lleva
despacio al borde de la cama, se sienta y me sitúa de rodillas sobre una
almohada delante de él.
-¿Cuál era tu misión hoy?
-Obedecer en todo.
-Y no correrte -añade.
Asiento, se me había “olvidado” ese
importante detalle ya que obedecer en todo es mi tarea diaria. Jota acerca su
polla a mi boca y cuando menos lo espero la tengo dentro saboreándola con ganas
en mi paladar al unísono de mi mano. Cuando Jota me levanta del suelo y voy a
colocarme a 4 patas en la cama por orden suya, pregunta algo que no recuerdo y
a lo que contesto con un simple <Sí>. La reacción de Jota no se hace
esperar e inesperadamente me abofetea.
-Sí, señor –respondo de inmediato al
saber perfectamente cuál había sido mi error.
-Que no se te olvide cuál es tu sitio
– agarra y tira de mi pelo de malas maneras ocasionando que caiga a la cama sin
equilibrio.
Mientras proceso y asumo mi fallo y
los estragos que conllevan, Jota me penetra y folla duro. Gimoteando y jadeando
disfruto del brillante momento que se me regala. Lo único que ronda mi cabeza
es no correrme con lo cual busco mi estrategia y la domino mentalmente
obligándole a no centrarse únicamente en el placer. Jota me lanza sobre mi
costado derecho y me pone bocarriba. Me da permiso para quitarme el antifaz y
me da el Hitachi.
-Póntelo y cuando estés al límite de
correrte, lo paras y me lo das.
Me pone a prueba. Comienza mi miedo a
no saber controlarme y correrme, lo que supondría desobedecer las reglas de hoy
y fomentar la decepción de Jota. Sé que confía en mí y el más mínimo error
puede desenfundar un castigo. Jota se tumba de lado para que se la chupe y me
observa mientras me doy un festín con mi loco vibrador. Mi cuerpo me avisa de
la proximidad del orgasmo por lo que sin pensármelo y antes de que sea
demasiado tarde, lo paro y se lo entrego a Jota.
-Buena chica. ¿Qué tal la sensación?
-Mal, quiero correrme – le soy sincera
entre risitas desesperantes.
-Lo sé –se ríe.
Vuelvo a la posición de cuatro patas y
se repite la misma acción. Follamos duro con intervalos suaves pero muy
efímeros. Me azota eficiente mientras entra y sale su miembro dentro de mí. Miro
al espejo. Las ganas de que termine este suplicio son inmensas y no veo la hora
de que Jota me dé permiso para correrme. Someto continuamente a mi cabeza y le
repito siempre la misma frase <No te corras, aguanta>. Paro en seco a
Jota llevando mi mano a su pierna.
-Pare, por favor. Me voy a correr.
Jota para de inmediato. Ni yo misma me
creo que esté logrando cortarme cada uno de los orgasmos. Vuelvo a ponerme
bocarriba y tras su acercamiento a mi coño un resoplido sale de mi boca con
previo aviso de lo que me viene. Me hace eso que me enloquece, su lengua en mi
debilidad y la anhelaba. Haciéndome vibrar con la receta que nadie sabe excepto
él. Le miro y veo como su lengua juguetea con mi hinchado clítoris que cuando
se percata me mira también fundiendo así miradas calientes y deseosas. Mete
dedos, intercalándolos con el sexo oral.
-No hace falta lubricarte – se ríe
Mi coño está ardiendo y a rebosar,
literal. Me retuerzo sobre la cama y muerdo mi brazo como reacción al placer y
control del orgasmo. Mi instinto dice que me corra y mi cabeza pide que no,
estableciendo un reto entre ambos. Envuelta mi mente en el bucle constante de
no permitirme que me corra, me prohíbo hacerle caso al instinto y obedezco a la
cabeza, pidiéndole de nuevo a Jota que pare.
-¿Qué eliges para correrte, dedo o
Hitachi?
-¿Su dedo o el mío? –pregunto
atrevida.
-El tuyo.
-El Hitachi –contesto con mirada
desafiante y pervertida.
Sin pensármelo dos veces y sin un
ápice de vergüenza elijo el Hitachi. Si sus manos no me tocan no es lo mismo. De
nuevo a cuatro me penetra.
-¿Está sensible? –refiriéndose al
clítoris
-Sí, mucho.
-¿Quieres correrte ya?
-Sí, por favor.
La desesperación crece con cada
segundo que pasa, estoy sobrecargada y necesito expulsar todo lo que estoy
conteniendo. Con el eco de los truenos de fondo, me azota y me doy un capricho
mirando al espejo para contemplar la escena. Vuelvo a recostarme bocarriba.
Expectante observo a Jota que coloca y se sienta en una silla a escasos
centímetros de la cama frente a mí. Me ordena que coja el vibrador y una vez en
mi mano, encenderlo y ponerlo en mi clítoris.
-Te puedes correr ya. Te doy permiso
para hacerlo tres veces.
Bajo la atenta mirada de Señor, que se
pajea mientras tanto con el pie izquierdo apoyado en la cama, me deleito con el
Hitachi obteniendo mi primer, merecido y tremendo orgasmo.
-Abre las piernas que no disfrutas –
dice con un toque de enfado.
-Si disfruto –me atrevo a decir entre
gemidos.
-Pero yo no, ábrelas, que yo te vea
bien pegado el Hitachi.
Las abro forzada, resulta muy difícil
mantenerlas abierta con tanta intensidad, pero me limito a obedecer tanto a
Jota como a mi cabeza: <No las cierres>.
-¿Quieres que te ayude?
-No –manifiesto decidida.
Rechazo indudablemente la oferta.
-¿No? -Sube una más la intensidad –
dice vengativo.
Con las manos temblorosas pulso el
botón de + y mis sentidos se disparan. Lanzo miradas furtivas a Jota que me
contempla con semblante serio y al espejo, al que tengo que mirar más de una
vez para admirar el espectáculo que se ve a través de él: Jota sentado
pajeándose con mirada penetrante hacia mí controlando todos mis movimientos, y
yo totalmente abierta y expuesta frente a Jota retorciéndome con el Hitachi y
llegando así a mi segundo orgasmo. El tercero no tarda en hacerse notar y Jota
con velocidad se levanta y me arrebata el vibrador de las manos para plasmarlo
él mismo.
-Córrete las veces que quieras, quiero
más orgasmos.
Exploto indefinidas veces tras pasar
por varias regañinas de Jota para que abra las piernas e incluso abriéndolas él
mismo entorpeciendo que pueda cerrarlas. Me planteo decirle que no puedo
abrirlas bien, que es algo casi imposible pero hay un gran inconveniente y es
que eso para Jota es un tema insostenible. Jota remata con la tortura y en mi
cara aparece un rostro más que relajado y satisfecho.
-Como me gusta hacerte sufrir – se ríe-
y yo también ahora que todo ha acabado.
Descansamos mientras normalizo mi
respiración, mi pulso cardíaco va descendiendo y mi cuerpo va remitiendo el
temblor. Celebro mi victoria, he logrado hacerme con el control de todos y cada
uno de mis orgasmos, pasando todas las pruebas que me ponía Jota, viajando por
sitios desconocidos y con ganas de recorrer más mundo. La capacidad que tengo
de explorar mi límite y saber cuándo parar y la capacidad de poder que ejerce
Jota sobre mí. El ciclón de emociones que se crea y la cantidad de pensamientos
negativos que destruyo y arranco de mi mente. Es algo inaudible, inaudito y fascinante
por el intenso orgasmo que te provoca después.
Espero a que en cualquier momento Jota
me deje comerla, y mi intuición una vez más no falla ;)
-Cómemela anda.
Desde la posición en la que estoy e incorporándome
un poco llego con éxito a la polla. La devoro, la hago mía, me doy golpecitos
en la lengua, redondeo el glande, chupo y beso, lamo de arriba abajo
complementando con la mano.
-Estabas deseosa ¿eh?
Después, improviso nuevos movimientos
y técnicas que resultan gustar y agradar a Jota. Me pego un festín con la polla.
Las piernas de Jota comienzan a temblar y contraerse avisándome de la cercanía
del orgasmo. Chupo lento y acaricio los testículos para fomentar el orgasmo y
recibir la llegada de su leche a mi boca. Suculento manjar que no se puede
desperdiciar y arrebaño hasta la última gota que sale. Ahora sí damos por
finalizada la sesión. Una vez más y dando significado a la palabra literal:
Después de la tormenta siempre viene
la calma.
Daira.