jueves, 24 de mayo de 2018

Misión superada: control de orgasmos.


Esta vez no tenía orden de atuendo, por lo que únicamente preparo mi collar. La sesión empieza antes de lo que llegaría a imaginar, preparados ya para empezar a cenar en el McDonald Jota coloca un post it en la mesa delante de mí que lleva escrito “¿Quieres complacerme ahora?” Algo que me descoloca completamente pero respondo con un “Sí”. Dada mi aprobación, vuelve a ponerme otro donde me marca las siguientes pautas:
-Vete al baño.
-Quítate las bragas.
-Dámelas.
El momento me da morbo y sin pensármelo voy hacia al baño a quitarme el tanga que se lo entrego a Jota en cuanto salgo.
-Que atrevida.
Sonrío pervertida por el juego que se ha marcado mi dueño y por el que hace que esté mojada durante toda la cena.
-Ponte el collar y pasa –me ordena en la puerta de su casa.
Sentados cada uno en su correspondiente sofá, Jota me ordena desnudarme y sentarme en el suelo delante de ÉL para sujetarle el cenicero mientras se fuma su clásico cigarro previo a la sesión. Está valorando mi actitud, reacción, la forma y ganas que le pongo. Lo hago a gusto y con ánimo, encantada de servirle a todo lo que me pida. Al acabar vamos al baño y coloca un cojín justo delante del espejo de la bañera para que me acomode de rodillas.
-Ábrete de piernas. Hoy no te vas a correr hasta que yo no te diga. Quiero que te toques mientras me ducho y te mires al espejo. No quiero verte parada.
Mientras digiero la información, Jota se mete en la ducha y me pongo manos a la obra, con la mano en mi sexo me empiezo a lubricar, a excitar, meto y saco dedos de mi interior, toco mi clítoris, los labios… disfruto…sé que a Jota le gustará verme húmeda cuando salga. No paro de tocarme, sé que me observa desde la ducha esporádicamente. Jota sale y se acerca a mí, comprueba que estoy mojada y sin mediar palabra meto la polla en la boca, no me hace falta que diga nada para saber lo que tengo que hacer. Mientras saboreo su polla, va cobrando vida dentro de mí, se hace dura y fuerte. Está preparada para mí.
-Estás para complacerme, a ver esa lengua –dice y después de obligarme a garganta profunda añade -: métetela hasta donde puedas.
La penetro en mi boca hasta conseguir arcadas y lograr la garganta profunda deseada y reanudo la mamada a la vez que me sigo tocando. Cada vez estoy más excitada, más húmeda, más cachonda y más dispuesta a todo.         Restriega su polla por toda mi cara.
-¿Te gusta tu dueño?
-Sí, Señor.
-Abre la boca.
Jota escupe saliva dentro la cual trago gustosa. Me levanto y Jota me invita a sentarme en el lavabo.
-Me gustó la experiencia, así que vuelvo a follarte aquí.
Me penetra suavemente y damos rienda suelta al deseo, la libido toca el cielo y nos fundimos en un pasional beso, devora mi boca y yo a ÉL. Da un húmedo lengüetazo a mi boca.
-Mira al espejo –me tienta.
Bajo el empañado cristal se refleja mi rostro ardiente al unísono de las embestidas de Jota, dejándole un umbral de flujo vaginal sobre su polla y observando cada penetración, agitándome cada vez que pasea su lengua por mi cuello y pezones y estremeciéndome en cada tirón fuerte de éstos. Gimo, jadeo, gozo y disfruto del momento, de mi dueño. Acaricio su pelo, su barba y su cara. Interrumpe las penetraciones, me coge en brazos y rodeando su cintura con mis piernas me coloca frente al espejo de la ducha.
-Mírate al espejo –espeta.
Jota conoce cada una de mis debilidades y sabe el morbo que me provoca verme en uno de ellos, da igual lo que se esté haciendo. Me abrazo a su cuello y observo cada impulso que Jota da para embestirme y la reacción de mi cara y cuerpo al recibirla.
Salimos del baño y nos trasladamos a la habitación. Jota se sienta en la cama frente al espejo y ordena sentarme encima de ÉL para hundir su polla en mi húmeda vagina y moverme al son de las caderas.
-¿Te gusta cabalgar? – Asiento y añade -: Zorrita.
Jota se inclina para atrás en la cama y le rodeo el cuello con mis brazos para mayor comodidad a mis movimientos.
-A ti a lo mejor te parece incómodo pero vaya posturita.
Las palabras de Jota me generan curiosidad, algo común en mí por lo que miro al espejo para confirmar lo que dice Jota. Me gusta. Nos levantamos y repetimos la misma escena que en el baño, de pie frente al espejo pero esta vez yo de espaldas a éste.
-¿Te está gustando perrita?
-Sí –musito en su oído.
-A mí también.         
Se da la vuelta y me tumba bocarriba en la cama para volver a sumergirse dentro de mí. Empieza despacio y aumenta ritmo, intensidad y placer. Chupa mi cuello, tira de mis pezones y lame el punto débil que vive en mi barriga. No sé si de casualidad o que ya es conocedor de donde es exactamente. Llevándome a otro lado de la cama me coloca un cojín ancho debajo del culo para estar más alta y dar mejor acceso.
-Esto lo hago para mi disfrute. Tócate mientras.
Simultáneamente excito mi clítoris y durante minutos recibo la dura erección que posee Jota. Me incorporo y voy hacia la pared.
-Ponte de rodillas y espérame en una posición adecuada.
Aguardo en posición de espera y tras escasos segundos le oigo entrar en la habitación donde adecua el espacio con una almohada.
-Apoya la cabeza ahí y enséñame el culo todo lo que puedas.
Comienza a lubricarlo con dedo y lengua para introducir la cola anal. Una vez puesta y cómoda con ella me levanto para que me ponga la mordaza y me ate con la cuerda en las fijaciones de pared. Jota fotografía el momento y tras varios recuerdos ya guardados ata mis pies con otra cuerda para no poder moverme de ninguna manera.
-Ahora sí que eres una zorrita. ¿Estás cómoda?
Asiento ya que no puedo hablar.
-Mejor, porque me daría igual si no lo estás.
Por señales le digo que me aprieta una de las cuerdas de la mano.
-¿Qué te pasa? Habla –dice mofándose.
Como puedo se lo digo y afloja la cuerda. Se lo agradezco, me pone el antifaz y ahora ya estoy más que preparada para lo que venga. No veo, no puedo hablar y no me puedo mover, combinación más que perfecta y morbosa. Inicia los azotes con el flogger.
- Te voy a marcar todo el cuerpo –susurra
Cuando me habla al oído se me eriza el cuerpo. Traza una ruta empezando por el culo, pasando por piernas, pies, brazos y terminando en pechos. Me empiezo a calentar y ahora elige la pala. Recibo uno a uno los golpes y totalmente soportables. La mandíbula me duele y la mordaza me dificulta tragar provocándome sequedad de garganta y con ello ganas de toser que por suerte puedo controlar para no arruinar el momento.
-¿Incómoda con la mordaza? Por mí como si babeas en el suelo, me da igual.
Las palabras de Jota son tajantes y sé que está disfrutando de mi dolor y malestar. Da paso a su impecable mano atestando sus más que comunes azotes fuertes, raudos y profundos. La baba se me cae. El sonido de las palmadas sobre mis nalgas es música celestial para mis oídos anulando así los truenos que se cuelan por la ventana. Tira fuerte de mis pezones. Estoy muy excitada. En el transcurso de la noche y la tormenta que azotaba a ésta, retira la cola anal y recibo un diferente objeto que rápidamente distingo, su artilugio más preciado, el cinturón, propiciando golpes intensos me muevo, inclino la cabeza hacia atrás, tiro de las cuerdas y jadeo.
-¿Estás bien? –pregunta concediéndome un corto descanso.
Asiento y toca mi chorreante sexo.
-Ya veo que estás bien, estás empapada.
Retoma golpes con la mano e intercala con el cinturón regalándome un momento de pura energía y adrenalina. Minutos después finaliza con los golpes, me desata de pies y manos y relajo las articulaciones, quita la mordaza, el collar y me deja con tan solo el antifaz.
-¿Estás bien? –pregunta de nuevo.
-Sí –le sonrío.
-Culito indestructible.
Mientras el dolor cesa, celebro con satisfacción haber superado los fuertes azotes. Jota se aleja de la habitación y compruebo que todo va bien levantándome el antifaz sigilosamente que rápidamente me vuelvo a colocar.
-La última vez que te quitas el antifaz sin mi permiso – me regaña cuando vuelve a la par que me da hostias.
-No me lo he quitado –replico a la defensiva.
-Te estabas mirando los dedos -dice enfurecido.
-Solo me lo he levantado un poco para comprobar que todo iba bien.
Convencido o no, Jota me lleva despacio al borde de la cama, se sienta y me sitúa de rodillas sobre una almohada delante de él.
-¿Cuál era tu misión hoy?
-Obedecer en todo.
-Y no correrte -añade.
Asiento, se me había “olvidado” ese importante detalle ya que obedecer en todo es mi tarea diaria. Jota acerca su polla a mi boca y cuando menos lo espero la tengo dentro saboreándola con ganas en mi paladar al unísono de mi mano. Cuando Jota me levanta del suelo y voy a colocarme a 4 patas en la cama por orden suya, pregunta algo que no recuerdo y a lo que contesto con un simple <Sí>. La reacción de Jota no se hace esperar e inesperadamente me abofetea.
-Sí, señor –respondo de inmediato al saber perfectamente cuál había sido mi error.
-Que no se te olvide cuál es tu sitio – agarra y tira de mi pelo de malas maneras ocasionando que caiga a la cama sin equilibrio.
Mientras proceso y asumo mi fallo y los estragos que conllevan, Jota me penetra y folla duro. Gimoteando y jadeando disfruto del brillante momento que se me regala. Lo único que ronda mi cabeza es no correrme con lo cual busco mi estrategia y la domino mentalmente obligándole a no centrarse únicamente en el placer. Jota me lanza sobre mi costado derecho y me pone bocarriba. Me da permiso para quitarme el antifaz y me da el Hitachi.
-Póntelo y cuando estés al límite de correrte, lo paras y me lo das.
Me pone a prueba. Comienza mi miedo a no saber controlarme y correrme, lo que supondría desobedecer las reglas de hoy y fomentar la decepción de Jota. Sé que confía en mí y el más mínimo error puede desenfundar un castigo. Jota se tumba de lado para que se la chupe y me observa mientras me doy un festín con mi loco vibrador. Mi cuerpo me avisa de la proximidad del orgasmo por lo que sin pensármelo y antes de que sea demasiado tarde, lo paro y se lo entrego a Jota.
-Buena chica. ¿Qué tal la sensación?
-Mal, quiero correrme – le soy sincera entre risitas desesperantes.
-Lo sé –se ríe.
Vuelvo a la posición de cuatro patas y se repite la misma acción. Follamos duro con intervalos suaves pero muy efímeros. Me azota eficiente mientras entra y sale su miembro dentro de mí. Miro al espejo. Las ganas de que termine este suplicio son inmensas y no veo la hora de que Jota me dé permiso para correrme. Someto continuamente a mi cabeza y le repito siempre la misma frase <No te corras, aguanta>. Paro en seco a Jota llevando mi mano a su pierna.
-Pare, por favor. Me voy a correr.
Jota para de inmediato. Ni yo misma me creo que esté logrando cortarme cada uno de los orgasmos. Vuelvo a ponerme bocarriba y tras su acercamiento a mi coño un resoplido sale de mi boca con previo aviso de lo que me viene. Me hace eso que me enloquece, su lengua en mi debilidad y la anhelaba. Haciéndome vibrar con la receta que nadie sabe excepto él. Le miro y veo como su lengua juguetea con mi hinchado clítoris que cuando se percata me mira también fundiendo así miradas calientes y deseosas. Mete dedos, intercalándolos con el sexo oral.
-No hace falta lubricarte – se ríe
Mi coño está ardiendo y a rebosar, literal. Me retuerzo sobre la cama y muerdo mi brazo como reacción al placer y control del orgasmo. Mi instinto dice que me corra y mi cabeza pide que no, estableciendo un reto entre ambos. Envuelta mi mente en el bucle constante de no permitirme que me corra, me prohíbo hacerle caso al instinto y obedezco a la cabeza, pidiéndole de nuevo a Jota que pare.
-¿Qué eliges para correrte, dedo o Hitachi?
-¿Su dedo o el mío? –pregunto atrevida.
-El tuyo.
-El Hitachi –contesto con mirada desafiante y pervertida.
Sin pensármelo dos veces y sin un ápice de vergüenza elijo el Hitachi. Si sus manos no me tocan no es lo mismo. De nuevo a cuatro me penetra.
-¿Está sensible? –refiriéndose al clítoris
-Sí, mucho.
-¿Quieres correrte ya?
-Sí, por favor.
La desesperación crece con cada segundo que pasa, estoy sobrecargada y necesito expulsar todo lo que estoy conteniendo. Con el eco de los truenos de fondo, me azota y me doy un capricho mirando al espejo para contemplar la escena. Vuelvo a recostarme bocarriba. Expectante observo a Jota que coloca y se sienta en una silla a escasos centímetros de la cama frente a mí. Me ordena que coja el vibrador y una vez en mi mano, encenderlo y ponerlo en mi clítoris.
-Te puedes correr ya. Te doy permiso para hacerlo tres veces.
Bajo la atenta mirada de Señor, que se pajea mientras tanto con el pie izquierdo apoyado en la cama, me deleito con el Hitachi obteniendo mi primer, merecido y tremendo orgasmo.
-Abre las piernas que no disfrutas – dice con un toque de enfado.
-Si disfruto –me atrevo a decir entre gemidos.
-Pero yo no, ábrelas, que yo te vea bien pegado el Hitachi.
Las abro forzada, resulta muy difícil mantenerlas abierta con tanta intensidad, pero me limito a obedecer tanto a Jota como a mi cabeza: <No las cierres>.
-¿Quieres que te ayude?
-No –manifiesto decidida.
Rechazo indudablemente la oferta.
-¿No? -Sube una más la intensidad – dice vengativo.
Con las manos temblorosas pulso el botón de + y mis sentidos se disparan. Lanzo miradas furtivas a Jota que me contempla con semblante serio y al espejo, al que tengo que mirar más de una vez para admirar el espectáculo que se ve a través de él: Jota sentado pajeándose con mirada penetrante hacia mí controlando todos mis movimientos, y yo totalmente abierta y expuesta frente a Jota retorciéndome con el Hitachi y llegando así a mi segundo orgasmo. El tercero no tarda en hacerse notar y Jota con velocidad se levanta y me arrebata el vibrador de las manos para plasmarlo él mismo.
-Córrete las veces que quieras, quiero más orgasmos.
Exploto indefinidas veces tras pasar por varias regañinas de Jota para que abra las piernas e incluso abriéndolas él mismo entorpeciendo que pueda cerrarlas. Me planteo decirle que no puedo abrirlas bien, que es algo casi imposible pero hay un gran inconveniente y es que eso para Jota es un tema insostenible. Jota remata con la tortura y en mi cara aparece un rostro más que relajado y satisfecho.
-Como me gusta hacerte sufrir – se ríe- y yo también ahora que todo ha acabado.
Descansamos mientras normalizo mi respiración, mi pulso cardíaco va descendiendo y mi cuerpo va remitiendo el temblor. Celebro mi victoria, he logrado hacerme con el control de todos y cada uno de mis orgasmos, pasando todas las pruebas que me ponía Jota, viajando por sitios desconocidos y con ganas de recorrer más mundo. La capacidad que tengo de explorar mi límite y saber cuándo parar y la capacidad de poder que ejerce Jota sobre mí. El ciclón de emociones que se crea y la cantidad de pensamientos negativos que destruyo y arranco de mi mente. Es algo inaudible, inaudito y fascinante por el intenso orgasmo que te provoca después.
Espero a que en cualquier momento Jota me deje comerla, y mi intuición una vez más no falla ;)
-Cómemela anda.
Desde la posición en la que estoy e incorporándome un poco llego con éxito a la polla. La devoro, la hago mía, me doy golpecitos en la lengua, redondeo el glande, chupo y beso, lamo de arriba abajo complementando con la mano.
-Estabas deseosa ¿eh?
Después, improviso nuevos movimientos y técnicas que resultan gustar y agradar a Jota. Me pego un festín con la polla. Las piernas de Jota comienzan a temblar y contraerse avisándome de la cercanía del orgasmo. Chupo lento y acaricio los testículos para fomentar el orgasmo y recibir la llegada de su leche a mi boca. Suculento manjar que no se puede desperdiciar y arrebaño hasta la última gota que sale. Ahora sí damos por finalizada la sesión. Una vez más y dando significado a la palabra literal:
Después de la tormenta siempre viene la calma.

                                                                                                                             Daira.




jueves, 17 de mayo de 2018

Jengibre y vela por el culo 🕯


-Pasa
Accedo hacia el salón tras el permiso de Jota. Damos paso a nuestros momentos monótonos previos a la sesión: hablar, compartir ideas, consensuar algo nuevo y resolver cualquier duda presente.
Mientras Jota se ducha me preparo para la sesión: esta noche visto de nuevo de colegiala, tal cual fui la sesión anterior. Para esta ocasión Jota me había ordenado pensar una canción para escuchar mientras me azotaba; tras barajar varias canciones propuestas al final me decanto por Magic Mike XXL Soundtrack y la canción “sex you” de (Bando Jonez) ya que para mi gusto es una canción bastante sensual y creo que acertada para el momento. Espero hasta que Señor sale: su camisa azul de sesiones, pantalones color camel y deportivas. Desprendía buen olor a colonia. Jota coge mi mano y me da una vuelta delante de ÉL.
-Que buena estás –comienza con sus halagos.
Sonrío tímidamente aunque ya bastante acostumbrada y agradecida a sus piropos. Me agacha la cabeza y ordena quitarme los zapatos. Mete un puñado de arroz en cada uno de ellos y me los pongo. Soy consciente de que ha repetido esta escena de la sesión 10 pero esta vez con tacones y más cantidad de arroz. Con cuidado y cogida de su mano me dirige y coloca enfrente de la mesa. En ésta hay diversos objetos y materiales que precavida visualizo, entre ellos: corbatas, velas, flogger, vara, pinzas, pezoneras, jengibre, Hitachi… Perdida y envuelta en mis pensamientos de lo que está por llegar Jota me los arranca de inmediato.
-¿Qué tal el arroz? ¿Es cómodo? – pregunta con un toque de mofa.
-No mucho, pero aguantable – contesto.
-¿Estás preparada?
Asiento. Jota acaricia mi sexo por encima del tanga.
-¿Y esto? Dámelo –ordena quitarme el tanga.
Me deshago de él y se lo entrego a Jota que posteriormente lo coloca encima de la mesa con los demás objetos preparados. Señor se planta delante y pegado a mí me pregunta entre susurros:
-¿Quién es tu dueño Daira?
-Usted – le contesto de igual manera.
Me besa y receptiva le sigo. A petición de Jota me apoyo en la madera del sofá y expongo el culo para recibir los deseados azotes. Trae mi móvil para que ponga la canción elegida y pulso play. Segundos después Jota muestra sutilmente su mano que viste un guante de cuero y le cuelga el flogger. Momentáneamente y al ritmo de la música recibo los primeros golpes de calentamiento que a pesar de la fuerza con la que chocan en mis nalgas no duelen. Percibo una sensación nueva e identifico el guante. Jota me golpea con éste que está adornando su mano izquierda y alterna con la mano derecha. La diferencia de la intensidad y dolor de ambas manos es más que patente ya que el guante amortigua al golpe.
-Concéntrate en la música.
Cierro los ojos e interiorizo la música a la par que retoma los golpes con la mano dulcificando así el dolor y evadiéndome de lo que me rodea, la música ronda en mi cabeza y suena el eco lejano del choque de cada azote.
-¿Estás disfrutando la música?
Perdida en mis pensamientos asiento dejándome llevar por la sintonía. Jota sacude algo a mi lado que chasquea muy fuerte y acaricia lentamente mis nalgas que en décimas de segundo estalla contra ellas, asimilo el fuerte dolor, pica bastante y me hace despertarme del mundo en el que estaba relajada. Creo seriamente de que se trata de la vara y cierro los ojos para prepararme a recibir más.
-¿Pica?
-Un poco.
La mano de Jota se pasea lentamente por mis nalgas con intención de calmar el dolor para inmediatamente impactar contra mí algunos golpes más. De nuevo coge el flogger y me golpea con él, suave por la parte del culo, acariciando y relajando la zona y otros más fuertes por la parte de debajo de la espalda. Me incorpora del sofá y ordena darme la vuelta de modo que nos encontramos cara a cara.
-Abre las piernas.
Cumplo la orden y me coloca 4 pinzas de la ropa en el coño. Ya soy conocedora de lo que se siente al estar enganchada a ellas y no duele nada. Especulo que me las va a quitar con el flogger. Vuelvo a mi posición en el sofá donde Jota me ordena exponer el culo todo lo que pueda.
-Relájate –dice Jota al notarme tensa.
Lubrica el ano tanto con dedo como con lengua e inserta algo lento y suavemente que rápidamente reconozco: jengibre. Frunzo el ceño y aguanto la desagradable sensación, que también sabía de ella ya que tuve una instrucción con jengibre, como puedo mientras la temperatura aumenta por cada milésima de segundo que permanece dentro de mí. Tengo mucho calor y se lo hago saber a Jota que de inmediato retira la camisa de mi cuerpo. Lo agradezco. Quita el jengibre despacio y prosiguen los azotes con la palma de la mano fuerte, seguidos, de Jota. La canción va sonando al tiempo que se unen más voces al salón en un contrapunto perfecto al movimiento de su mano. Observo lo que me permite el cristal de la ventana que tengo enfrente y veo a Jota mirándome y analizándome mientras observa la mesa y elige el próximo objeto con el que azotar.
Descanso mientras Jota va creo que a la cocina, escucho cubiertos y acepto lo que venga. Ya de vuelta me enseña una pala de cocina.
-¿Estás preparada para que te azote con esto?
Ratifico e indudablemente me brinda bastantes azotes en cada nalga que consiento con gusto aunque duele un poquito. Una vez que ha terminado me reincorporo y doy pasos hacia atrás. Jota se ubica delante de mí y señala para que me vaya al suelo donde me pone la correa.
-Quieta ahí.
Jota se va y permanezco en esa posición hasta que regresa. Juego mis cartas y levanto la cabeza para mirarle que sin necesidad de hablar sabe lo que quiero.
-¿La quieres?
Asiento traviesa cuando Jota se baja los pantalones y la huelo y acaricio por encima del calzoncillo a la espera de que me ordene bajarlos. Lo hace ÉL mismo y la introduzco en mi boca para saborearla y degustarla el tiempo que me permite Jota. Voy hacia el sofá de nuevo pero esta vez sentada al revés sacando las piernas por los huecos del respaldo. Las pinzas me molestan al sentarme y me las quita. Abro y estiro los brazos y Jota me ata cada muñeca a la madera superior del sofá con una corbata en cada una y traspasa la correa por varios huecos del sofá para inmovilizarme. Me muestra la foto que me ha echado.  Desde mi posición veo al Hitachi encima de la mesa e imagino lo peor, o mejor 😊
-¿Estás cómoda? ¿Te puedes mover?
-No mucho.
-Mejor, es que no quiero que estés cómoda.
La parte arrogante de Jota sale a la luz, incómoda del todo no estaba pero apenas me podía mover. Me azota con el flogger en el coño y la entrepierna que me hace emitir pequeños sonidos de dolor, aunque por suerte ya no tengo las pinzas. La música sigue sonando y suena reggaetón, sé que no le gusta y le miro para ver alguna reacción. No hace ni dice nada. Me enseña el tenue cable con el que me había azotado al principio y que yo creía que era la vara.
-¿Es soportable los azotes con el cable? –me pregunta.
-Sí, aunque duele bastante –le contesto.
-Después voy a sacar a tu amigo el cinturón – me avisa.
Mi cuerpo se paraliza al mencionarlo. Con el agarrador de la correa me hace una coleta y coge el Hitachi.
-¿Has puesto cara de “no tío”?
Niego pero es evidente que si la había puesto ya que estoy parcialmente inmovilizada y se avecina una tortura. Lo planta y dando vida a mi clítoris tiemblo, disfruto y me dejo llevar por mi mejor aliado.
-Te gusta mucho el Hitachi a ti ¿eh?  Añade -: me encanta cuando te veo tan húmeda.
La sonrisa me delata cuando escucho Hitachi, mi adicción a ese loco vibrador es más que evidente y muerdo mi labio acorde con el primer orgasmo.
-Disfruta con el Hitachi que todavía tengo muchos azotes guardados para ti.
Reconozco que estaba menos directo de lo habitual en mi clítoris siendo una gran relajación y mejor disfrute. Igualmente mis piernas se cerraban involuntariamente, detalle poco permitido por Señor que me da palmadas en la entrepierna para que las abra y apoyo la barbilla en la madera para descansar. Aumenta la intensidad para rematar con 3 orgasmos y la esperada pregunta de Jota:
-¿Me has puesto reggaetón?
-Es el YouTube –replico
La respuesta parece que convence a Jota y se dirige al móvil para apagarlo. Se sienta en el sofá detrás de mí que con buen acceso a mi sexo y apoyada en su hombro lo ataca tocándolo por fuera y por dentro, mete dedos y me excita, calentándome y encendiéndome de la manera especial que solo ÉL sabe. Me chupa y besa mi cuello ladeándome para darle mejor posición y me retuerzo. Cuando acaricia mi sexo, aprieto las nalgas y levanto el cuerpo al encuentro de su mano. Jota me pregunta algo, no le escucho ya que me encuentro distraída de todo menos de mi placer y me da hostias por no contestarle.
-¿Alguna vez te han atado a un sofá? -susurra
-No-murmuro
-Yo tampoco lo he hecho nunca y me está gustando la experiencia –confiesa
-Y a mí –le confieso también
-Lo sé, estás muy húmeda, madre mía como estas.
Sus palabras me excitan y estoy a rebosar, literalmente.
-Te voy a azotar, meter una vela por el culo y una foto que no vas a olvidar nunca mientras te gotea la cera y después te voy a follar duro –musita en mi oído.
Intento memorizar cada detalle que Jota me anuncia. La impensable idea de la vela no me asusta, siempre estoy dispuesta y decidida a probar experiencias y sensaciones nuevas. Jota me impide cerrar las piernas que inconscientemente lo hacen.
-Las zorras siempre están abiertas para sus dueños.
Me ofrece los dedos de su mano extraídos de mi interior para chupar. Minutos después me desata las corbatas quedando mis manos totalmente libres y quita la correa. Se sienta de nuevo en el sofá apoyado en el respaldo y me tumbo bocarriba con la cabeza en su pierna derecha donde Jota vuelve a tantear mi clítoris y el ansiado botón. Me retuerzo de la lluvia de placer que siempre me regala mi dueño, saciándome en cada orgasmo que le pertenece. Busca mi punto G, mi respiración y temperatura están por las nubes. Explora mi cuerpo a un ritmo lento y pausado; el vientre pasando por mi punto débil donde reacciono levantando mi cuerpo lentamente; las caderas, el vértice que forman mis muslos y cada una de las piernas. Viaja por mi cuerpo, sin mapa se sabe la ruta. Mi boca se abre: unas veces emito un grito mudo de placer, otros son sonoros y otras veces muerdo mi labio. Me abre las piernas, el arroz sale de mis zapatos y se derrama en el sofá pero eso es lo último que nos importa. Me agarro a su brazo y muerdo el mío a causa del placer. Jota me mira por debajo de su brazo para verificar y yo le miro a él. Ahora Jota se levanta y me tumbo entera en el sofá. De rodillas en el suelo Señor sigue viciado en mí y yo a punto de estallar de nuevo.
-¿Qué te ocurre Dairita?
Me pregunta burlón cuando mi mirada está perdida y mi boca no para de gemir. Mete mis piernas por los huecos del brazo del sofá para imposibilitarme cerrarlas. Domina mis movimientos, las saco una vez y me da un toque de atención. Intercambiamos miradas y su rostro transparente transmite deseo.
-Que buena estás –me dice Jota sonriendo y relamiendo sus labios.
La boca de Jota está totalmente mojada y se limpia un poco. Continúa de rodillas en el suelo y ahora por orden me siento en el sofá para darle mejor comodidad a Jota y su exitosa lengua que roza la perfección.
-¿Te gusta que te lo coma?
Asiento sonriendo y ÉL me responde con otra sonrisa. Mete dedos en mi interior a la vez que me lo come con su forma decente y particular. Los brazos están dormidos y los muevo para activarlos pero no funciona. Estoy bañada en sudor y noto como algo quiere salir de mi interior, desconozco el qué pero imagino que me iría a correr, me concentro para ver si sale pero soy incapaz. Jota muerde mi entrepierna y me corro sin saber exactamente cuántas veces llevo ya. Nos incorporamos finalizando así un idílico momento y me siento perpleja, lánguida e inestable, Jota se preocupa y me da agua rápidamente para recuperarme.
Me conduce hasta la habitación donde me sienta en la cama y quita mis zapatos para recomponerme. Me deja sola en la habitación y mientras reposo activo la mente inmediatamente, Jota regresa con el cinturón, se asegura de que puedo continuar y me ordena tumbarme bocabajo en la cama. Brazos apoyados en la frente ocultando la cabeza en el hueco que forman me preparan para recibir a mi mayor enemigo. ¡ZAS! El primer golpe no se hace esperar y Jota inicia su liberación en mí. Me propicia algunos más suaves para dar llegada a un vertiginoso azote que impacta duramente sobre mis nalgas dejándome sin respiración y al borde de la lágrima. El movimiento del cinturón provoca que suene la hebilla y me horrorizo de pensar que me golpee con ella. Por suerte no lo hace.
-¿Estás bien?
-Sí.
-¿Quieres más?
-Sí – digo convencida.
Jota se ríe y dice -: Zorra.
El dolor ha sido pasajero y quiero más azotes. Jota pide verme la cara y la ladeo a la izquierda.
-Me encanta esa cara.
Desconozco de qué cara habla Jota: de dolor, de espera, de zorra…
-¿Estás preparada para que te azote 3 fuertes?
-Sí.
Me coloco de nuevo en posición de preparación, respiro profundamente, Jota acaricia mi culo para relajarlo y un espontáneo y brutal azote se hace eco en mis nalgas. Señor descarga tensiones atestando con vehemencia 3 seguidos golpes firmes y sin compasión intensificando dolor, sin apenas rechistar mi cuerpo reacciona y mis piernas se doblan automáticamente como respuesta a los duros, inmensos y despiadados golpes. Jota coge mi cabeza para ver si estoy bien y le asiento. Acaricia mi culo para comprobar que todo está bien y el dolor remite poco a poco.
-¿Qué vela era la que dolía menos? – me pregunta mostrándome la vela roja y morada.
-La roja – le contesto
Me levanto de la cama y me coloco de rodillas lateralmente con la cabeza en el suelo y totalmente pegada a la pared. Jota mete un dedo en el ano y acaricia mi culo y espalda, supongo que estoy tensa e intenta relajarme. Introduce una parte de la vela y la enciende protagonizando un momento lúcido y original.
-Aguanta.
Me echa dos fotos, la saca despacio de mi culo y la apaga quedándome una gran sensación de alivio. Experiencia inusual pero divertida 😉
-Buena chica.
Aguardo en esa posición a la espera de que Jota me diga o haga algo.
-Ponte cómoda pero sigue a cuatro patas.
Levanto la cabeza y siento el culo en las piernas denotando posición de espera mientras Jota guarda la vela. Me manda mirar a la pared con la cabeza totalmente pegada a ésta y de rodillas. Me azota con la mano fuerte y mi cabeza se golpea con la pared en repetidas ocasiones pero no me hago daño. Tenso la espalda y todo mi cuerpo para no moverme y evitar darme. Atesta frecuentes y firmes trastazos sobre mis nalgas que poco a poco se van tiñendo de un color rojizo. Cuando Jota se sacia de los azotes me mantengo en la misma posición hasta que me da permiso para levantarme.
-Me encanta que aguantes tanto, has sacado a Jota dos veces.
El orgullo rebosa por mi cuerpo frente a las palabras idóneas de Jota, siempre me llena de honor satisfacerle y cumplirle todos sus deseos. Se deshace de sus pantalones y se sienta en un pico de la cama donde me sitúo de rodillas delante de él y con un plano fijo de su cara en mí Jota pregunta:
-¿De quién eres Daira?
-De usted- le contesto instantáneamente
Me indica sigilosamente que se la chupe y espero que me dé orden de bajarle los calzoncillos. Jota me responde sacándosela por un lado del calzoncillo haciéndome ver que no hace falta quitarlos. Me acerco y la encajo en la boca para lamerla y degustar con ganas.
-¿Te gusta tu premio?
Jota me obsequia y afirmo.
-No sé si follarte aquí un rato y luego en el balcón o viceversa -: ahora pienso que hago.
Una vez que está totalmente preparada me coloco a cuatro patas en la cama esperando para recibirla dentro de mí.
-A ver cómo estas de calentita por dentro.
Jota la sumerge y su respuesta no se hace esperar.
-Uf madre mía como estás, estás ardiendo.
Señor me folla salvaje y con frenesí regalándome demasiadas embestidas agradables e intensas. Muerde mi culo, me azota esporádicamente, coge y tira de mi pelo, gimo, gozo, miro al espejo donde asisto a un momento mágico. La intensidad de las penetraciones son tan profundas que apenas tengo respiración y me duele la parte inferior de la barriga por lo que necesito un descanso y me incorporo un poco. Jota se da cuenta.
-¿Estás ya que no puedes mas no?
Le niego con la cabeza, claro que puedo y quiero más, tan solo preciso de un descanso. Reanudamos las penetraciones mientras Jota estimula mi ano para posteriormente adentrarse en él. Lo hace suave y muy muy despacio al igual que las penetraciones y lo agradezco, así no me duele y lo disfruto más. Noto como algo quiere salir de mi interior y llevo mi mano hacia mi sexo para comprobar qué, Jota se da cuenta y obliga a que me toque para sacarlo, Señor siempre tan interesado en mi satisfacción minutos después me ofrece el Hitachi. Le pido que pare de darme por detrás, Jota va a lavarse y mientras bebo agua para reponer fuerzas. Una vez más vuelve a penetrarme vaginalmente que con complicidad nos movemos al ritmo. Jota deja de moverse y controlo yo los movimientos. Miro al espejo y descubro que Jota se ha deshecho de mi falda y no he sido consciente de cuando lo ha hecho. Mi cuerpo arde y ante mi resoplo se preocupa de qué me pasa y se lo digo.
-Tengo mucho calor.
-Podemos abrir la ventana pero nos va a ver el vecino –me vacila.
Niego con la cabeza y me río. El retiro del Hitachi sobre mi clítoris aclara a Jota que quiero parar. Me da la vuelta de modo que quedo bocarriba con las piernas en sus hombros y me folla sin espera a la vez que pongo el Hitachi sobre mi sexo. Me lo quita y ahora es él quien me lo pone directo. Poco después deja de penetrarme y se ciñe únicamente en acribillarme con mi dulce tortura. Me muevo llegando al borde de la cama donde al final veo que me caigo como siga así. Intento resistirme pero no surte efecto, mis piernas emiten espasmos involuntarios.
-Abre las piernas, no me enfades –me aconseja en un tono tranquilo y desenfadado.
Colaboro en la medida de lo posible ya que no me conviene despertar su enfado y me abstengo de cerrarlas. Aguanto este dulce tormento como buenamente puedo.
-Hasta que no te corras no tienes polla.
Con entusiasmo sigue acobardándome y ya me he corrido un par de veces pero no digo nada.
-Si es que no sabes decir que no- se burla.
Tiene razón, como no sé oponerme y realmente necesito que pare, confiada opto por buscarme una alternativa para no prolongar más este “mal rato”.
-Ya me he corrido – le digo con voz de súplica.
Por fin Jota desiste y apaga el loco vibrador. Espero mi recompensa pero nos tumbamos a descansar. ¿Eso quiere decir que me quedo sin polla?
 Hago cosquillas a Jota mientras nuestras respiraciones se acompasan juntas.
-Me está apeteciendo que me la comas.
¡Eso está mejor! Jota es un hombre de palabra y no miente. Tras el efímero descanso vuelo hasta su polla y de rodillas en la cama la vuelvo a hacer mía. Lamo, chupo, redondeo, masajeo, degusto… Me coloco en posición de 69 por mayor facilidad para Jota y repito los mismos movimientos, pendiente del lenguaje de las piernas de Jota manoseo los testículos originando así el clímax, que sucumbe depositando toda su leche en mi boca que trago gustosa y apurando cada gota ponemos punto y final a otra sesión increíble e inolvidable que siempre me hace querer más.


                                                                                                                           Daira.

jueves, 10 de mayo de 2018

Una colegiala muy zorra 🚿📖💄


Llegó el día, he tenido que esperar tres largas e interminables semanas.
-Pasa –me da permiso y lo hago.
Espero en el sofá hasta la llamada de Jota, la cual no se hace esperar. Con ganas me levanto y nos dirigimos al baño, toca ducha juntos de nuevo👏  Ambos nos desvestimos, abrazamos y besamos. Como siempre ese es mi bálsamo, mi seguridad y tranquilidad para saber que todo va a salir bien. Una vez dentro de la ducha me dedico a obedecer las instrucciones que previamente me había dado Jota: cuidarle y mimarle. Echo champú en mi mano y lo deposito lentamente sobre su cabeza, masajeándole despacio y con esmero durante unos minutos. Jota no pierde el tiempo y mientras tanto introduce un dedo en mi interior y vamos entrando en calor. Le ayudo a aclararse para que no le quede ni una pizca de champú y continúo con el gel. Lavo su cuerpo despacio empezando por la parte delantera: hombros, pecho, barriga y desciendo lentamente hasta llegar a su pene que lo masajeo tentadora y miro a Jota provocándole mientras sigo por sus piernas. Él me anima a que me lo meta en la boca y sin pensármelo dos veces lo hago mientras cae el chorro de agua por mi espalda. Minutos después me incorporo y sigo lavando a Jota por la parte trasera: hombros, espalda, riñones, culo y piernas. Me demoro en su monumental y vigorosa espalda, me gusta. Una vez aclarado Jota, regula el chorro de la ducha poniéndolo fijo y sé lo que viene.
-Toma póntelo tú.
Creyendo que me lo iba a poner ÉL me sorprende dándomelo a mí.
-¿Me puedo sentar? –pregunto
-No, pon la pierna arriba si quieres.
Jota deniega mi proposición y coloco la pierna derecha en el borde de la ducha para estar más cómoda y tener mejor acceso al clítoris. Apunto el chorro directamente a éste a la vez que me apoyo en el pecho de Jota y le acaricio lo que me permite la mano que tengo libre. Ante la mirada atenta de Jota gimoteo, tiemblo, me da dedos para chupar, tira de los pezones y gruño. Concentrada en mi tarea y tras dos orgasmos después me quita la alcachofa.
-Trae que no te lo estas poniendo bien.
Mucho estaba tardando en ponérmelo ÉL. Evidentemente yo controlo el chorro para darme el placer necesario pero eso para Jota nunca es suficiente, ÉL quiere torturar. Me ordena sentarme y me preparo para lo que me viene encima, otra de mi dulce tortura. Con la cabeza apoyada en la bañera apunta directamente sobre mi clítoris, no lo mueve, lo único que tiene movimiento son mis piernas que se cierran involuntariamente pero por supuesto Jota no lo consiente. Se tumba encima de mí para dificultarme el movimiento, me besa, por momentos pienso que me va a follar ahí mismo pero no, me estrangula pero no se lo permito y aparta la mano de mi cuello de inmediato. Chupa y tira fuerte de mis pezones, gimo y gruño a la vez combinando así dolor y placer. Me siento en la ducha de la inercia, el placer es tan intenso que incluso me río involuntariamente, estoy sudando, muerdo mi brazo, emito pequeños <<no>> para ver si para pero no se entera o no se quiere enterar, miro a Jota en señal de ruego pero le es indiferente. Pierdo la cuenta de orgasmos y Jota deja de apuntarme con el chorro dándome así un descanso. Echa agua en mi cuerpo supongo que para no quedarme fría. Me ayuda a levantarme y descanso sobre su pecho unos segundos mientras mi respiración vuelve a su ser. Nos secamos y Jota sale primero de la ducha, espero y un escalofrío se apodera de mi cuerpo.
-¿Tienes frío? –pregunta sorprendido
Sonrío, la verdad que no lo entiendo ni yo porque estoy sudando aun. Salgo de la ducha y Jota me sienta en el lavabo para introducirme rápidamente su pene en mi interior.
-Me vas a decir a mí que tienes frío.
Le dedico una sonrisita picarona mientras Jota me embiste despacio y suave e intercalando esporádicamente atesta una embestida más fuerte. Echo la cabeza hacia atrás, el morbo se apodera de mí.
-¿Te gusta que te folle en cualquier sitio?
-Sí –susurro muy bajito.
Señor me penetra una y otra vez, me besa pasional mente, acaricio su cuello, espalda y cara y nuestras miradas fabrican un tierno momento.
Se detiene, se seca el sudor y mientras seco un poco mi pelo con la toalla Jota sale del baño y ordena que le siga cuando acabe. Voy en busca de Jota al salón y ha colocado en la mesa toallas. Ordena sentarme en ésta y decidida lo hago.
-Esto no lo tenía pensado pero como eres mía hago lo que quiero.
Jota baja hacia mi sexo chupando mi clítoris, hunde su pene dentro de mí y me hace suya.
-Que suave estás.
Le miro. Jadeo. Gimo. Disfruto del morbo, excitación y placer que me regala. Siento un hormigueo por mi cuerpo y mis brazos están entumecidos. Los muevo para reavivarlos. Jota se percata pero no me dice nada. Me ordena tocarme fuerte asique llevo mi dedo corazón al clítoris. Se me seca la garganta pero omito ese detalle. Jota la saca, me bajo de la mesa y a petición de Señor sigo tocándome mientras él va a algún sitio. Vuelve.
-Ponte los tacones y ves hacia el sofá.
Vale, había ido a por mis tacones. Ya encima de éstos voy al sofá y apoyada en éste me pongo de espaldas a Jota. Sigo tocándome y éste me azota fuerte. Mete un dedo en mi ano y me penetra vaginal sin moverse, tan solo la deja dentro. Deduzco que no puede moverse en esa posición. Coloca un cojín en el suelo para que me ponga de rodillas y una silla justo delante.
-Quítate los zapatos si quieres.
Vaya, que detalle por su parte.
-Estoy bien- le digo.
Se sienta en la silla y lleva mi cabeza hacia su pene. Obliga a hacer garganta profunda. Tira fuerte de mis pezones.
-Toma, te voy a ayudar.
Jota me otorga el Hitachi para ayudarme a correrme ya que con dedos me cuesta más. Saco el pene de la boca y me da hostias.
-Córrete para tu dueño, tienes que aprender a hacerlo cuando yo te diga – susurra.
Permanezco de rodillas con la frente en el suelo tocándome con el Hitachi, el cojín ya no forma parte de mis rodillas, me abandona y el suelo las raspa pero no le doy importancia, estoy centrada en mi juguete. Jota se levanta de la silla y deambula a mí alrededor, sé que me examina, me vigila, no lo veo pero lo siento. Escribe algo en mi culo, a mi parecer creo que pone <<JOTA>> pero me echa foto y al enseñármela pone <<ZORRA>>. Me encantan los piropos de mi dueño y más cuando me los dibuja en mi cuerpo. Me azota seguida y duramente propiciando un aluvión sobre mis nalgas, gruño, me quejo del dolor y grito de placer que el vibrador me da.
-Estás gritando tu mucho eh.
Me contengo un poco con los gemidos aunque es un poco difícil, mete dedos en mi culo, lo chupa y besa. Dejo de oír y sentir a Jota unos segundos, el sonido lejano de una bolsa me dice que ha ido a la cocina y cuando vuelve pone unas pinzas especiales sobre mi lengua. Son dos palos de madera que se abren y cierran. Es un poco incómodo pero lo aguanto, así acallaré mis gemidos. Me azota esporádicamente, vuelve a hundir dedos sobre mi culo y segundos más tarde le hago parar. Estoy incómoda y no quiero que siga. Sé que a Jota eso le ha descolocado ya que normalmente no le paro nunca los dedos, se preocupa y pregunta si estoy bien. Asiento para tranquilizarle.
-Buena chica.
Jota pone una toalla en el suelo.
-Toma, babea lo que quieras ahí.
Y así lo hago, la saliva se me cae de la boca y babeo como una perra. Sé que a  Jota le hubiera encantado ver ese momento pero mi postura no se lo permitía. Ésta cae a la toalla y las pinzas me impiden tragar. Jota coloca la silla encima de mi cabeza para bloquearme y no poder levantarla. Busco el cojín y lo coloco en mis rodillas, ya me duelen demasiado.
-¿Quieres que te ponga yo el Hitachi? –me reta.
Con osadía niego con la cabeza reaccionando impulsivamente y sin un ápice de vergüenza.
-¿Tienes suficiente con esta vibración?
Jota me vacila y le da más intensidad al Hitachi sin darme opción de contestar. Se sienta en la silla subiendo las piernas a mi espalda y acomodándose.
-Voy a estar así hasta que te corras.
Por dios que tortura, no puedo más. La lista de orgasmos cada vez se hace más larga y Jota sigue sin dejarme parar. Me concedo yo misma un descanso, tanto por mi brazo y mano como por mi respiración y a modo de aviso para que sepa que ya tengo orgasmos suficientes. Jota baja los pies de mi espalda y para el vibrador. Ha surtido efecto ¡Por fin! Retira el pelo de mi cara para verme y pregunta si estoy bien. Afirmo.
-Vete al baño a cambiarte y lava el Hitachi y las pinzas – me ordena.
Me levanto temblando y me agarro a la mesa, camino hacia el baño, pasos firmes a la vez que temblorosos, las piernas me flaquean. Ya en éste lavo las cosas y doy comienzo a mis preparativos. Esta vez voy de colegiala 😊 Me visto: ropa interior roja, camisa blanca, falda mega corta de cuadros roja de colegiala, medias blancas por las rodillas con lacito rojo, zapatos y labios rojos y mi collar de propiedad. Me peino, echo crema, colonia y lista ;) Salgo al encuentro de Jota y está en el salón, esperándome. Al verme me da una vuelta.
-Qué guapa estás –musita en mi oído
Le sonrío a modo de agradecimiento. Vamos a la habitación y me ordena ponerme de rodillas.
-Estás muy bonita así vestida –recalca el piropo
Se coloca delante de mí y entiendo lo que quiere. La meto en la boca con cautela durante un tiempo y noto como crece y se pone dura la erección en mi boca. Cuando está listo Jota me ordena colocarme a 4 patas en la cama, sin necesidad de lubricación y con toda la ropa puesta, me aparta el tanga y me clava lentamente. Acelera el ritmo y la intensidad, duro, exigente y fuerte, como nos gusta a los dos. Lo siento dentro de mí, me hace suya y ahoga mi deseo. Mi cuerpo arde, sube la temperatura por cada poro de mi cuerpo y mis gemidos salen a la superficie. Resoplo y jadeo.
-¿Qué te pasa Dairita?
-Que tengo mucha calor –respondo
Quiero quitarme la ropa, estoy sudando por la intensidad de las embestidas y Jota ahora también me toca el clítoris. Me azota esporádica mente. Miro al espejo y soy testigo del gran espectáculo que refleja éste, Jota totalmente desnudo penetrándome duro y yo vestida de colegiala, con cara de zorra que no puedo ocultar y morbosa perdida. Con el pene dentro de mí, Jota para y soy yo la que me muevo buscando placer. Reanuda sus movimientos y nos movemos compenetrados.
-Quítate toda la ropa menos las medias y espérame bocarriba –me ordena
Abandona la habitación y me dispongo a hacer exactamente lo que me ha dicho. Tan solo el collar y las medias adornan mi cuerpo y espero intrigada a que regrese. Jota vuelve y me mira, sonrío y disimulo como si no me diese cuenta de lo que trae en las manos. Únicamente veo la nata pero llevaba más cosas.
Busca y saca cosas del armario con paciencia, me mira y aparto la mirada. Cuando deja de ojearme observo discreta y misteriosa todos sus movimientos y vuelve a observarme pero disimulo haciéndole creer que no le estoy mirando. Me coloca la barra separadora en los pies y un trapo atado con cinta adhesiva en las manos. Busca inmovilizarme totalmente. Se preocupa si estoy bien y ante mi afirmación sigue. Veo el Hitachi en la cama a mi lado.
-¿Te vas a estar quietecita? –me advierte
Asiento, tomo conciencia y permanezco inmóvil esperando lo que trae entre manos. Coge la nata y echa en mis pezones, en los laterales de la barriga y en el sexo.
-Ahora me toca el postre.
Totalmente pasiva y sometida a ÉL, Jota se sube a la cama y se coloca a mi lado para besar, chupar, succionar y venerar mis pezones. Se demora en éstos hasta que los deja limpios y brillan de saliva, duros como piedras. Me retuerzo tanto como me permiten las ataduras y jadeo debajo de Jota. Me tira fuerte de ellos y gruño. Desciende por mi cuerpo de manera lenta y gentil lamiendo la nata que permanece en mi barriga, trazando y recorriendo con los labios los lugares que me excitan, tocando mi punto débil sin él saberlo. Se me eriza la piel y muevo mis caderas lentamente. Aterriza en mi sexo dejando un rastro de besos, con su boca entre mis piernas lo lame, saborea e invade mi clítoris con su fascinante táctica y técnica. Me lo devora y me elevo al son de su lengua. Estoy muy húmeda, noto mis piernas y la cama mojadas.
-¿Te gusta? –pregunta entre susurros.
-Sí- le contesto de la misma manera.
Jota estira mi sexo hacia arriba para dar mejor acceso al clítoris. Tiemblo, vibro, me arqueo, me elevo y llego al orgasmo. Jota se explaya con mi centro del deseo. Se incorpora y va en busca de algo. No pierdo de vista a Jota que le río cuando me percato que coge un látigo de tiras, algo inédito para mí. Me golpea hábilmente en el sexo con él.
-Vamos a ponerlo rojito.
 El látigo impacta ferozmente y hago mueca de dolor.
-¿Pica?
-Si – recurro a dar pena a ver si cuela
Por muy insólito que parezca Jota dobla el látigo y reduce así el dolor. Ahora es totalmente aguantable. Tras varios golpes y cuando tengo el monte de venus y sexo rojo finaliza. Coge el Hitachi y le miro con desesperación. No me lo puedo creer. O bueno, sí. Por supuesto y qué duda cabe que Jota me tortura y se deleita con éste, lo coloca directo, no lo mueve, estoy inquieta y aunque la barra separadora no me permite moverme mucho la inercia consigue que me siente en la cama involuntariamente. Jota disimuladamente se ríe, lo sé pero hago caso omiso a sus mofas e intento hacerme con el control de mi cuerpo. La barra separadora hace ruido y eso me provoca morbo. Niego con la cabeza, suspiro, inspiro y muerdo mi brazo como puedo. No podría decir cuántos orgasmos llevo ya pero sé que muchos y Jota no se rinde y sigue torturándome. Mi respiración está entrecortada y pausada y al final desiste.
-¿Has aprendido ya a estarte quieta?
Afirmo sin lugar a dudas. Tras la oleada de placer y con la lección más que aprendida Jota se tumba a mi lado con su pene a la altura de mi boca. Es muy tuno y sé lo que busca. Lleva su mano a mi sexo de nuevo e introduce dedos en mi interior, buscando mi punto G y tocándome por fuera. Gimoteo y ardo, me encanta la sensación y tiemblo.
-El botón –musita en mi oído derecho
Ladeo la cabeza para meter el pene en mi boca y con vicio lo degusto, me deleito en éste como puedo ya que Jota vuelve a poner el Hitachi, aunque por suerte o desgracia por poco tiempo.
-Como me gusta putearte.
Reanuda sus movimientos al botón y se la como explayándome, le chupo la punta y se la redondeo tanto como me permite mi posición ya que sigo atada. Saco la lengua juguetona y espero a que se encuentre con ésta y de golpecitos.
-Me encanta como me la estás comiendo hoy.
Me obliga a una garganta profunda y receptiva la hago.
-Buena chica.
Jota se incorpora, se coloca entre mis piernas y viaja hacia mi clítoris sensibilizado, lo siento en exceso y después inclina su cuerpo hacia delante hasta cernerse sobre mí. Introduce el pene en mi interior e intenta despegar la cinta adhesiva del trapo, como no puede, claudica y con nuestros cuerpos entrelazados nos movemos al unísono, totalmente sincronizados el uno con el otro en perfecta sintonía. Jota besa mi cuello, esa sensación de sentir su boca sobre mi cuello instantáneamente me provoca reacción, mi respiración se acelera y mi cuerpo le desea. Nos entendemos a la perfección y nos envolvemos en deseo y placer mientras nuestras bocas se buscan y encuentran. Se levanta y consigue quitarme la cinta adhesiva y el trapo. Se asegura que mis brazos están bien y quita la barra separadora, liberándome por fin.
-Ponte la falda de nuevo –me ordena.
Lo hago ante la mirada observadora de Jota. Éste se sienta en la cama y yo encima de ÉL me intento poner cómoda. Se tumba para ver si estamos así mejor y me muevo encima de ÉL. Nos besamos y le beso el cuello sigilosamente. Presiento que no está siendo satisfactorio y se dirige al borde de la cama, le sigo y coloco de rodillas en el suelo y de espaldas al espejo.
 -A ver esa lengua- me tienta
La hago mía de nuevo con mi técnica, lamo de arriba abajo, redondeo el glande, lo chupo, toco y masajeo los testículos, me luzco y me deleito con ésta.
-Puf, menudas vistas madre mía.
Como la curiosidad me mata siempre, miro al espejo y efectivamente las vistas son maravillosas, me veo sentada de rodillas con la falda y todo el culo fuera y las medias. Todo un espectáculo que admirar.
-Disfrútala, que yo disfruto de tu espalda, de tu pelo y tu postura.
Jota me aparta el pelo de la cara y me lo coge ya que me molesta y se lo agradezco. Le miro divertida y sonrío mientras la degusto y me voy saciando poco a poco.
-Ven que yo también quiero disfrutar.
Se tumba bocarriba en la cama y yo inversamente a él formando un 69. Ahora trabajamos los dos, Jota se sacia con mi clítoris y mete dedos en mi culo. Me doy el lujo de mirar al espejo y presencio otra escena digna de mirar 😉
 -Ya casi lo tienes – me anima
Su aportación me motiva a seguir, decidida y con empeño trabajo en mi única intención ahora, que se corra. Sé que está disfrutando, le toco los testículos y se la chupo lentamente, como le gusta. Pequeños movimientos involuntarios de sus piernas me avisan que está a punto de llegar para segundos después derramar su semen sobre mi boca.
-¿Y esa lengua que has traído hoy?
Sus palabras me halagan al saber que le ha gustado. Es mi deber rendirme a él y obedecer a todo lo que guste. Mientras nuestras respiraciones vuelven a la normalidad masajeo, le hago cosquillitas y acaricio la espalda de Jota, le doy mimos y cuido de nuevo, lo necesita y estoy para eso. Como de costumbre descanso en su pecho, eso siempre me reconforta. Damos por finalizada una sesión más que satisfactoria y favorable. Con sobredosis de placer y totalmente saciada espero con ganas la siguiente.

                                                                                                                                 Daira.