jueves, 17 de mayo de 2018

Jengibre y vela por el culo 🕯


-Pasa
Accedo hacia el salón tras el permiso de Jota. Damos paso a nuestros momentos monótonos previos a la sesión: hablar, compartir ideas, consensuar algo nuevo y resolver cualquier duda presente.
Mientras Jota se ducha me preparo para la sesión: esta noche visto de nuevo de colegiala, tal cual fui la sesión anterior. Para esta ocasión Jota me había ordenado pensar una canción para escuchar mientras me azotaba; tras barajar varias canciones propuestas al final me decanto por Magic Mike XXL Soundtrack y la canción “sex you” de (Bando Jonez) ya que para mi gusto es una canción bastante sensual y creo que acertada para el momento. Espero hasta que Señor sale: su camisa azul de sesiones, pantalones color camel y deportivas. Desprendía buen olor a colonia. Jota coge mi mano y me da una vuelta delante de ÉL.
-Que buena estás –comienza con sus halagos.
Sonrío tímidamente aunque ya bastante acostumbrada y agradecida a sus piropos. Me agacha la cabeza y ordena quitarme los zapatos. Mete un puñado de arroz en cada uno de ellos y me los pongo. Soy consciente de que ha repetido esta escena de la sesión 10 pero esta vez con tacones y más cantidad de arroz. Con cuidado y cogida de su mano me dirige y coloca enfrente de la mesa. En ésta hay diversos objetos y materiales que precavida visualizo, entre ellos: corbatas, velas, flogger, vara, pinzas, pezoneras, jengibre, Hitachi… Perdida y envuelta en mis pensamientos de lo que está por llegar Jota me los arranca de inmediato.
-¿Qué tal el arroz? ¿Es cómodo? – pregunta con un toque de mofa.
-No mucho, pero aguantable – contesto.
-¿Estás preparada?
Asiento. Jota acaricia mi sexo por encima del tanga.
-¿Y esto? Dámelo –ordena quitarme el tanga.
Me deshago de él y se lo entrego a Jota que posteriormente lo coloca encima de la mesa con los demás objetos preparados. Señor se planta delante y pegado a mí me pregunta entre susurros:
-¿Quién es tu dueño Daira?
-Usted – le contesto de igual manera.
Me besa y receptiva le sigo. A petición de Jota me apoyo en la madera del sofá y expongo el culo para recibir los deseados azotes. Trae mi móvil para que ponga la canción elegida y pulso play. Segundos después Jota muestra sutilmente su mano que viste un guante de cuero y le cuelga el flogger. Momentáneamente y al ritmo de la música recibo los primeros golpes de calentamiento que a pesar de la fuerza con la que chocan en mis nalgas no duelen. Percibo una sensación nueva e identifico el guante. Jota me golpea con éste que está adornando su mano izquierda y alterna con la mano derecha. La diferencia de la intensidad y dolor de ambas manos es más que patente ya que el guante amortigua al golpe.
-Concéntrate en la música.
Cierro los ojos e interiorizo la música a la par que retoma los golpes con la mano dulcificando así el dolor y evadiéndome de lo que me rodea, la música ronda en mi cabeza y suena el eco lejano del choque de cada azote.
-¿Estás disfrutando la música?
Perdida en mis pensamientos asiento dejándome llevar por la sintonía. Jota sacude algo a mi lado que chasquea muy fuerte y acaricia lentamente mis nalgas que en décimas de segundo estalla contra ellas, asimilo el fuerte dolor, pica bastante y me hace despertarme del mundo en el que estaba relajada. Creo seriamente de que se trata de la vara y cierro los ojos para prepararme a recibir más.
-¿Pica?
-Un poco.
La mano de Jota se pasea lentamente por mis nalgas con intención de calmar el dolor para inmediatamente impactar contra mí algunos golpes más. De nuevo coge el flogger y me golpea con él, suave por la parte del culo, acariciando y relajando la zona y otros más fuertes por la parte de debajo de la espalda. Me incorpora del sofá y ordena darme la vuelta de modo que nos encontramos cara a cara.
-Abre las piernas.
Cumplo la orden y me coloca 4 pinzas de la ropa en el coño. Ya soy conocedora de lo que se siente al estar enganchada a ellas y no duele nada. Especulo que me las va a quitar con el flogger. Vuelvo a mi posición en el sofá donde Jota me ordena exponer el culo todo lo que pueda.
-Relájate –dice Jota al notarme tensa.
Lubrica el ano tanto con dedo como con lengua e inserta algo lento y suavemente que rápidamente reconozco: jengibre. Frunzo el ceño y aguanto la desagradable sensación, que también sabía de ella ya que tuve una instrucción con jengibre, como puedo mientras la temperatura aumenta por cada milésima de segundo que permanece dentro de mí. Tengo mucho calor y se lo hago saber a Jota que de inmediato retira la camisa de mi cuerpo. Lo agradezco. Quita el jengibre despacio y prosiguen los azotes con la palma de la mano fuerte, seguidos, de Jota. La canción va sonando al tiempo que se unen más voces al salón en un contrapunto perfecto al movimiento de su mano. Observo lo que me permite el cristal de la ventana que tengo enfrente y veo a Jota mirándome y analizándome mientras observa la mesa y elige el próximo objeto con el que azotar.
Descanso mientras Jota va creo que a la cocina, escucho cubiertos y acepto lo que venga. Ya de vuelta me enseña una pala de cocina.
-¿Estás preparada para que te azote con esto?
Ratifico e indudablemente me brinda bastantes azotes en cada nalga que consiento con gusto aunque duele un poquito. Una vez que ha terminado me reincorporo y doy pasos hacia atrás. Jota se ubica delante de mí y señala para que me vaya al suelo donde me pone la correa.
-Quieta ahí.
Jota se va y permanezco en esa posición hasta que regresa. Juego mis cartas y levanto la cabeza para mirarle que sin necesidad de hablar sabe lo que quiero.
-¿La quieres?
Asiento traviesa cuando Jota se baja los pantalones y la huelo y acaricio por encima del calzoncillo a la espera de que me ordene bajarlos. Lo hace ÉL mismo y la introduzco en mi boca para saborearla y degustarla el tiempo que me permite Jota. Voy hacia el sofá de nuevo pero esta vez sentada al revés sacando las piernas por los huecos del respaldo. Las pinzas me molestan al sentarme y me las quita. Abro y estiro los brazos y Jota me ata cada muñeca a la madera superior del sofá con una corbata en cada una y traspasa la correa por varios huecos del sofá para inmovilizarme. Me muestra la foto que me ha echado.  Desde mi posición veo al Hitachi encima de la mesa e imagino lo peor, o mejor 😊
-¿Estás cómoda? ¿Te puedes mover?
-No mucho.
-Mejor, es que no quiero que estés cómoda.
La parte arrogante de Jota sale a la luz, incómoda del todo no estaba pero apenas me podía mover. Me azota con el flogger en el coño y la entrepierna que me hace emitir pequeños sonidos de dolor, aunque por suerte ya no tengo las pinzas. La música sigue sonando y suena reggaetón, sé que no le gusta y le miro para ver alguna reacción. No hace ni dice nada. Me enseña el tenue cable con el que me había azotado al principio y que yo creía que era la vara.
-¿Es soportable los azotes con el cable? –me pregunta.
-Sí, aunque duele bastante –le contesto.
-Después voy a sacar a tu amigo el cinturón – me avisa.
Mi cuerpo se paraliza al mencionarlo. Con el agarrador de la correa me hace una coleta y coge el Hitachi.
-¿Has puesto cara de “no tío”?
Niego pero es evidente que si la había puesto ya que estoy parcialmente inmovilizada y se avecina una tortura. Lo planta y dando vida a mi clítoris tiemblo, disfruto y me dejo llevar por mi mejor aliado.
-Te gusta mucho el Hitachi a ti ¿eh?  Añade -: me encanta cuando te veo tan húmeda.
La sonrisa me delata cuando escucho Hitachi, mi adicción a ese loco vibrador es más que evidente y muerdo mi labio acorde con el primer orgasmo.
-Disfruta con el Hitachi que todavía tengo muchos azotes guardados para ti.
Reconozco que estaba menos directo de lo habitual en mi clítoris siendo una gran relajación y mejor disfrute. Igualmente mis piernas se cerraban involuntariamente, detalle poco permitido por Señor que me da palmadas en la entrepierna para que las abra y apoyo la barbilla en la madera para descansar. Aumenta la intensidad para rematar con 3 orgasmos y la esperada pregunta de Jota:
-¿Me has puesto reggaetón?
-Es el YouTube –replico
La respuesta parece que convence a Jota y se dirige al móvil para apagarlo. Se sienta en el sofá detrás de mí que con buen acceso a mi sexo y apoyada en su hombro lo ataca tocándolo por fuera y por dentro, mete dedos y me excita, calentándome y encendiéndome de la manera especial que solo ÉL sabe. Me chupa y besa mi cuello ladeándome para darle mejor posición y me retuerzo. Cuando acaricia mi sexo, aprieto las nalgas y levanto el cuerpo al encuentro de su mano. Jota me pregunta algo, no le escucho ya que me encuentro distraída de todo menos de mi placer y me da hostias por no contestarle.
-¿Alguna vez te han atado a un sofá? -susurra
-No-murmuro
-Yo tampoco lo he hecho nunca y me está gustando la experiencia –confiesa
-Y a mí –le confieso también
-Lo sé, estás muy húmeda, madre mía como estas.
Sus palabras me excitan y estoy a rebosar, literalmente.
-Te voy a azotar, meter una vela por el culo y una foto que no vas a olvidar nunca mientras te gotea la cera y después te voy a follar duro –musita en mi oído.
Intento memorizar cada detalle que Jota me anuncia. La impensable idea de la vela no me asusta, siempre estoy dispuesta y decidida a probar experiencias y sensaciones nuevas. Jota me impide cerrar las piernas que inconscientemente lo hacen.
-Las zorras siempre están abiertas para sus dueños.
Me ofrece los dedos de su mano extraídos de mi interior para chupar. Minutos después me desata las corbatas quedando mis manos totalmente libres y quita la correa. Se sienta de nuevo en el sofá apoyado en el respaldo y me tumbo bocarriba con la cabeza en su pierna derecha donde Jota vuelve a tantear mi clítoris y el ansiado botón. Me retuerzo de la lluvia de placer que siempre me regala mi dueño, saciándome en cada orgasmo que le pertenece. Busca mi punto G, mi respiración y temperatura están por las nubes. Explora mi cuerpo a un ritmo lento y pausado; el vientre pasando por mi punto débil donde reacciono levantando mi cuerpo lentamente; las caderas, el vértice que forman mis muslos y cada una de las piernas. Viaja por mi cuerpo, sin mapa se sabe la ruta. Mi boca se abre: unas veces emito un grito mudo de placer, otros son sonoros y otras veces muerdo mi labio. Me abre las piernas, el arroz sale de mis zapatos y se derrama en el sofá pero eso es lo último que nos importa. Me agarro a su brazo y muerdo el mío a causa del placer. Jota me mira por debajo de su brazo para verificar y yo le miro a él. Ahora Jota se levanta y me tumbo entera en el sofá. De rodillas en el suelo Señor sigue viciado en mí y yo a punto de estallar de nuevo.
-¿Qué te ocurre Dairita?
Me pregunta burlón cuando mi mirada está perdida y mi boca no para de gemir. Mete mis piernas por los huecos del brazo del sofá para imposibilitarme cerrarlas. Domina mis movimientos, las saco una vez y me da un toque de atención. Intercambiamos miradas y su rostro transparente transmite deseo.
-Que buena estás –me dice Jota sonriendo y relamiendo sus labios.
La boca de Jota está totalmente mojada y se limpia un poco. Continúa de rodillas en el suelo y ahora por orden me siento en el sofá para darle mejor comodidad a Jota y su exitosa lengua que roza la perfección.
-¿Te gusta que te lo coma?
Asiento sonriendo y ÉL me responde con otra sonrisa. Mete dedos en mi interior a la vez que me lo come con su forma decente y particular. Los brazos están dormidos y los muevo para activarlos pero no funciona. Estoy bañada en sudor y noto como algo quiere salir de mi interior, desconozco el qué pero imagino que me iría a correr, me concentro para ver si sale pero soy incapaz. Jota muerde mi entrepierna y me corro sin saber exactamente cuántas veces llevo ya. Nos incorporamos finalizando así un idílico momento y me siento perpleja, lánguida e inestable, Jota se preocupa y me da agua rápidamente para recuperarme.
Me conduce hasta la habitación donde me sienta en la cama y quita mis zapatos para recomponerme. Me deja sola en la habitación y mientras reposo activo la mente inmediatamente, Jota regresa con el cinturón, se asegura de que puedo continuar y me ordena tumbarme bocabajo en la cama. Brazos apoyados en la frente ocultando la cabeza en el hueco que forman me preparan para recibir a mi mayor enemigo. ¡ZAS! El primer golpe no se hace esperar y Jota inicia su liberación en mí. Me propicia algunos más suaves para dar llegada a un vertiginoso azote que impacta duramente sobre mis nalgas dejándome sin respiración y al borde de la lágrima. El movimiento del cinturón provoca que suene la hebilla y me horrorizo de pensar que me golpee con ella. Por suerte no lo hace.
-¿Estás bien?
-Sí.
-¿Quieres más?
-Sí – digo convencida.
Jota se ríe y dice -: Zorra.
El dolor ha sido pasajero y quiero más azotes. Jota pide verme la cara y la ladeo a la izquierda.
-Me encanta esa cara.
Desconozco de qué cara habla Jota: de dolor, de espera, de zorra…
-¿Estás preparada para que te azote 3 fuertes?
-Sí.
Me coloco de nuevo en posición de preparación, respiro profundamente, Jota acaricia mi culo para relajarlo y un espontáneo y brutal azote se hace eco en mis nalgas. Señor descarga tensiones atestando con vehemencia 3 seguidos golpes firmes y sin compasión intensificando dolor, sin apenas rechistar mi cuerpo reacciona y mis piernas se doblan automáticamente como respuesta a los duros, inmensos y despiadados golpes. Jota coge mi cabeza para ver si estoy bien y le asiento. Acaricia mi culo para comprobar que todo está bien y el dolor remite poco a poco.
-¿Qué vela era la que dolía menos? – me pregunta mostrándome la vela roja y morada.
-La roja – le contesto
Me levanto de la cama y me coloco de rodillas lateralmente con la cabeza en el suelo y totalmente pegada a la pared. Jota mete un dedo en el ano y acaricia mi culo y espalda, supongo que estoy tensa e intenta relajarme. Introduce una parte de la vela y la enciende protagonizando un momento lúcido y original.
-Aguanta.
Me echa dos fotos, la saca despacio de mi culo y la apaga quedándome una gran sensación de alivio. Experiencia inusual pero divertida 😉
-Buena chica.
Aguardo en esa posición a la espera de que Jota me diga o haga algo.
-Ponte cómoda pero sigue a cuatro patas.
Levanto la cabeza y siento el culo en las piernas denotando posición de espera mientras Jota guarda la vela. Me manda mirar a la pared con la cabeza totalmente pegada a ésta y de rodillas. Me azota con la mano fuerte y mi cabeza se golpea con la pared en repetidas ocasiones pero no me hago daño. Tenso la espalda y todo mi cuerpo para no moverme y evitar darme. Atesta frecuentes y firmes trastazos sobre mis nalgas que poco a poco se van tiñendo de un color rojizo. Cuando Jota se sacia de los azotes me mantengo en la misma posición hasta que me da permiso para levantarme.
-Me encanta que aguantes tanto, has sacado a Jota dos veces.
El orgullo rebosa por mi cuerpo frente a las palabras idóneas de Jota, siempre me llena de honor satisfacerle y cumplirle todos sus deseos. Se deshace de sus pantalones y se sienta en un pico de la cama donde me sitúo de rodillas delante de él y con un plano fijo de su cara en mí Jota pregunta:
-¿De quién eres Daira?
-De usted- le contesto instantáneamente
Me indica sigilosamente que se la chupe y espero que me dé orden de bajarle los calzoncillos. Jota me responde sacándosela por un lado del calzoncillo haciéndome ver que no hace falta quitarlos. Me acerco y la encajo en la boca para lamerla y degustar con ganas.
-¿Te gusta tu premio?
Jota me obsequia y afirmo.
-No sé si follarte aquí un rato y luego en el balcón o viceversa -: ahora pienso que hago.
Una vez que está totalmente preparada me coloco a cuatro patas en la cama esperando para recibirla dentro de mí.
-A ver cómo estas de calentita por dentro.
Jota la sumerge y su respuesta no se hace esperar.
-Uf madre mía como estás, estás ardiendo.
Señor me folla salvaje y con frenesí regalándome demasiadas embestidas agradables e intensas. Muerde mi culo, me azota esporádicamente, coge y tira de mi pelo, gimo, gozo, miro al espejo donde asisto a un momento mágico. La intensidad de las penetraciones son tan profundas que apenas tengo respiración y me duele la parte inferior de la barriga por lo que necesito un descanso y me incorporo un poco. Jota se da cuenta.
-¿Estás ya que no puedes mas no?
Le niego con la cabeza, claro que puedo y quiero más, tan solo preciso de un descanso. Reanudamos las penetraciones mientras Jota estimula mi ano para posteriormente adentrarse en él. Lo hace suave y muy muy despacio al igual que las penetraciones y lo agradezco, así no me duele y lo disfruto más. Noto como algo quiere salir de mi interior y llevo mi mano hacia mi sexo para comprobar qué, Jota se da cuenta y obliga a que me toque para sacarlo, Señor siempre tan interesado en mi satisfacción minutos después me ofrece el Hitachi. Le pido que pare de darme por detrás, Jota va a lavarse y mientras bebo agua para reponer fuerzas. Una vez más vuelve a penetrarme vaginalmente que con complicidad nos movemos al ritmo. Jota deja de moverse y controlo yo los movimientos. Miro al espejo y descubro que Jota se ha deshecho de mi falda y no he sido consciente de cuando lo ha hecho. Mi cuerpo arde y ante mi resoplo se preocupa de qué me pasa y se lo digo.
-Tengo mucho calor.
-Podemos abrir la ventana pero nos va a ver el vecino –me vacila.
Niego con la cabeza y me río. El retiro del Hitachi sobre mi clítoris aclara a Jota que quiero parar. Me da la vuelta de modo que quedo bocarriba con las piernas en sus hombros y me folla sin espera a la vez que pongo el Hitachi sobre mi sexo. Me lo quita y ahora es él quien me lo pone directo. Poco después deja de penetrarme y se ciñe únicamente en acribillarme con mi dulce tortura. Me muevo llegando al borde de la cama donde al final veo que me caigo como siga así. Intento resistirme pero no surte efecto, mis piernas emiten espasmos involuntarios.
-Abre las piernas, no me enfades –me aconseja en un tono tranquilo y desenfadado.
Colaboro en la medida de lo posible ya que no me conviene despertar su enfado y me abstengo de cerrarlas. Aguanto este dulce tormento como buenamente puedo.
-Hasta que no te corras no tienes polla.
Con entusiasmo sigue acobardándome y ya me he corrido un par de veces pero no digo nada.
-Si es que no sabes decir que no- se burla.
Tiene razón, como no sé oponerme y realmente necesito que pare, confiada opto por buscarme una alternativa para no prolongar más este “mal rato”.
-Ya me he corrido Рle digo con voz de s̼plica.
Por fin Jota desiste y apaga el loco vibrador. Espero mi recompensa pero nos tumbamos a descansar. ¿Eso quiere decir que me quedo sin polla?
 Hago cosquillas a Jota mientras nuestras respiraciones se acompasan juntas.
-Me está apeteciendo que me la comas.
¡Eso está mejor! Jota es un hombre de palabra y no miente. Tras el efímero descanso vuelo hasta su polla y de rodillas en la cama la vuelvo a hacer mía. Lamo, chupo, redondeo, masajeo, degusto… Me coloco en posición de 69 por mayor facilidad para Jota y repito los mismos movimientos, pendiente del lenguaje de las piernas de Jota manoseo los testículos originando así el clímax, que sucumbe depositando toda su leche en mi boca que trago gustosa y apurando cada gota ponemos punto y final a otra sesión increíble e inolvidable que siempre me hace querer más.


                                                                                                                           Daira.

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