-Pasa
Accedo hacia el salón tras el permiso
de Jota. Damos paso a nuestros momentos monótonos previos a la sesión: hablar,
compartir ideas, consensuar algo nuevo y resolver cualquier duda presente.
Mientras Jota se ducha me preparo para
la sesión: esta noche visto de nuevo de colegiala, tal cual fui la sesión
anterior. Para esta ocasión Jota me habÃa ordenado pensar una canción para
escuchar mientras me azotaba; tras barajar varias canciones propuestas al final
me decanto por Magic Mike XXL Soundtrack y la canción “sex you” de (Bando Jonez)
ya que para mi gusto es una canción bastante sensual y creo que acertada para
el momento. Espero hasta que Señor sale: su camisa azul de sesiones, pantalones
color camel y deportivas. DesprendÃa buen olor a colonia. Jota coge mi mano y
me da una vuelta delante de ÉL.
-Que buena estás –comienza con sus
halagos.
SonrÃo tÃmidamente aunque ya bastante
acostumbrada y agradecida a sus piropos. Me agacha la cabeza y ordena quitarme
los zapatos. Mete un puñado de arroz en cada uno de ellos y me los pongo. Soy
consciente de que ha repetido esta escena de la sesión 10 pero esta vez con
tacones y más cantidad de arroz. Con cuidado y cogida de su mano me dirige y
coloca enfrente de la mesa. En ésta hay diversos objetos y materiales que
precavida visualizo, entre ellos: corbatas, velas, flogger, vara, pinzas,
pezoneras, jengibre, Hitachi… Perdida y envuelta en mis pensamientos de lo que
está por llegar Jota me los arranca de inmediato.
-¿Qué tal el arroz? ¿Es cómodo? –
pregunta con un toque de mofa.
-No mucho, pero aguantable – contesto.
-¿Estás preparada?
Asiento. Jota acaricia mi sexo por
encima del tanga.
-¿Y esto? Dámelo –ordena quitarme el
tanga.
Me deshago de él y se lo entrego a
Jota que posteriormente lo coloca encima de la mesa con los demás objetos
preparados. Señor se planta delante y pegado a mà me pregunta entre susurros:
-¿Quién es tu dueño Daira?
-Usted – le contesto de igual manera.
Me besa y receptiva le sigo. A
petición de Jota me apoyo en la madera del sofá y expongo el culo para recibir
los deseados azotes. Trae mi móvil para que ponga la canción elegida y pulso
play. Segundos después Jota muestra sutilmente su mano que viste un guante de
cuero y le cuelga el flogger. Momentáneamente y al ritmo de la música recibo
los primeros golpes de calentamiento que a pesar de la fuerza con la que chocan
en mis nalgas no duelen. Percibo una sensación nueva e identifico el guante.
Jota me golpea con éste que está adornando su mano izquierda y alterna con la
mano derecha. La diferencia de la intensidad y dolor de ambas manos es más que patente
ya que el guante amortigua al golpe.
-Concéntrate en la música.
Cierro los ojos e interiorizo la
música a la par que retoma los golpes con la mano dulcificando asà el dolor y
evadiéndome de lo que me rodea, la música ronda en mi cabeza y suena el eco
lejano del choque de cada azote.
-¿Estás disfrutando la música?
Perdida en mis pensamientos asiento
dejándome llevar por la sintonÃa. Jota sacude algo a mi lado que chasquea muy
fuerte y acaricia lentamente mis nalgas que en décimas de segundo estalla
contra ellas, asimilo el fuerte dolor, pica bastante y me hace despertarme del
mundo en el que estaba relajada. Creo seriamente de que se trata de la vara y
cierro los ojos para prepararme a recibir más.
-¿Pica?
-Un poco.
La mano de Jota se pasea lentamente
por mis nalgas con intención de calmar el dolor para inmediatamente impactar
contra mà algunos golpes más. De nuevo coge el flogger y me golpea con él,
suave por la parte del culo, acariciando y relajando la zona y otros más
fuertes por la parte de debajo de la espalda. Me incorpora del sofá y ordena
darme la vuelta de modo que nos encontramos cara a cara.
-Abre las piernas.
Cumplo la orden y me coloca 4 pinzas
de la ropa en el coño. Ya soy conocedora de lo que se siente al estar
enganchada a ellas y no duele nada. Especulo que me las va a quitar con el
flogger. Vuelvo a mi posición en el sofá donde Jota me ordena exponer el culo
todo lo que pueda.
-Relájate –dice Jota al notarme tensa.
Lubrica el ano tanto con dedo como con
lengua e inserta algo lento y suavemente que rápidamente reconozco: jengibre. Frunzo
el ceño y aguanto la desagradable sensación, que también sabÃa de ella ya que
tuve una instrucción con jengibre, como puedo mientras la temperatura aumenta
por cada milésima de segundo que permanece dentro de mÃ. Tengo mucho calor y se
lo hago saber a Jota que de inmediato retira la camisa de mi cuerpo. Lo
agradezco. Quita el jengibre despacio y prosiguen los azotes con la palma de la
mano fuerte, seguidos, de Jota. La canción va sonando al tiempo que se unen más
voces al salón en un contrapunto perfecto al movimiento de su mano. Observo lo
que me permite el cristal de la ventana que tengo enfrente y veo a Jota
mirándome y analizándome mientras observa la mesa y elige el próximo objeto con
el que azotar.
Descanso mientras Jota va creo que a
la cocina, escucho cubiertos y acepto lo que venga. Ya de vuelta me enseña una
pala de cocina.
-¿Estás preparada para que te azote
con esto?
Ratifico e indudablemente me brinda
bastantes azotes en cada nalga que consiento con gusto aunque duele un poquito.
Una vez que ha terminado me reincorporo y doy pasos hacia atrás. Jota se ubica
delante de mà y señala para que me vaya al suelo donde me pone la correa.
-Quieta ahÃ.
Jota se va y permanezco en esa
posición hasta que regresa. Juego mis cartas y levanto la cabeza para mirarle
que sin necesidad de hablar sabe lo que quiero.
-¿La quieres?
Asiento traviesa cuando Jota se baja
los pantalones y la huelo y acaricio por encima del calzoncillo a la espera de
que me ordene bajarlos. Lo hace ÉL mismo y la introduzco en mi boca para
saborearla y degustarla el tiempo que me permite Jota. Voy hacia el sofá de
nuevo pero esta vez sentada al revés sacando las piernas por los huecos del
respaldo. Las pinzas me molestan al sentarme y me las quita. Abro y estiro los
brazos y Jota me ata cada muñeca a la madera superior del sofá con una corbata
en cada una y traspasa la correa por varios huecos del sofá para inmovilizarme.
Me muestra la foto que me ha echado. Desde mi posición veo al Hitachi encima de la
mesa e imagino lo peor, o mejor 😊
-¿Estás cómoda? ¿Te puedes mover?
-No mucho.
-Mejor, es que no quiero que estés
cómoda.
La parte arrogante de Jota sale a la
luz, incómoda del todo no estaba pero apenas me podÃa mover. Me azota con el
flogger en el coño y la entrepierna que me hace emitir pequeños sonidos de
dolor, aunque por suerte ya no tengo las pinzas. La música sigue sonando y
suena reggaetón, sé que no le gusta y le miro para ver alguna reacción. No hace
ni dice nada. Me enseña el tenue cable con el que me habÃa azotado al principio
y que yo creÃa que era la vara.
-¿Es soportable los azotes con el
cable? –me pregunta.
-SÃ, aunque duele bastante –le
contesto.
-Después voy a sacar a tu amigo el
cinturón – me avisa.
Mi cuerpo se paraliza al mencionarlo. Con
el agarrador de la correa me hace una coleta y coge el Hitachi.
-¿Has puesto cara de “no tÃo”?
Niego pero es evidente que si la habÃa
puesto ya que estoy parcialmente inmovilizada y se avecina una tortura. Lo
planta y dando vida a mi clÃtoris tiemblo, disfruto y me dejo llevar por mi
mejor aliado.
-Te gusta mucho el Hitachi a ti ¿eh? Añade -: me encanta cuando te veo tan húmeda.
La sonrisa me delata cuando escucho
Hitachi, mi adicción a ese loco vibrador es más que evidente y muerdo mi labio
acorde con el primer orgasmo.
-Disfruta con el Hitachi que todavÃa
tengo muchos azotes guardados para ti.
Reconozco que estaba menos directo de
lo habitual en mi clÃtoris siendo una gran relajación y mejor disfrute.
Igualmente mis piernas se cerraban involuntariamente, detalle poco permitido
por Señor que me da palmadas en la entrepierna para que las abra y apoyo la
barbilla en la madera para descansar. Aumenta la intensidad para rematar con 3
orgasmos y la esperada pregunta de Jota:
-¿Me has puesto reggaetón?
-Es el YouTube –replico
La respuesta parece que convence a
Jota y se dirige al móvil para apagarlo. Se sienta en el sofá detrás de mà que
con buen acceso a mi sexo y apoyada en su hombro lo ataca tocándolo por fuera y
por dentro, mete dedos y me excita, calentándome y encendiéndome de la manera
especial que solo ÉL sabe. Me chupa y besa mi cuello ladeándome para darle
mejor posición y me retuerzo. Cuando acaricia mi sexo, aprieto las nalgas y
levanto el cuerpo al encuentro de su mano. Jota me pregunta algo, no le escucho
ya que me encuentro distraÃda de todo menos de mi placer y me da hostias por no
contestarle.
-¿Alguna vez te han atado a un sofá?
-susurra
-No-murmuro
-Yo tampoco lo he hecho nunca y me
está gustando la experiencia –confiesa
-Y a mà –le confieso también
-Lo sé, estás muy húmeda, madre mÃa
como estas.
Sus palabras me excitan y estoy a
rebosar, literalmente.
-Te voy a azotar, meter una vela por
el culo y una foto que no vas a olvidar nunca mientras te gotea la cera y
después te voy a follar duro –musita en mi oÃdo.
Intento memorizar cada detalle que
Jota me anuncia. La impensable idea de la vela no me asusta, siempre estoy
dispuesta y decidida a probar experiencias y sensaciones nuevas. Jota me impide
cerrar las piernas que inconscientemente lo hacen.
-Las zorras siempre están abiertas
para sus dueños.
Me ofrece los dedos de su mano
extraÃdos de mi interior para chupar. Minutos después me desata las corbatas
quedando mis manos totalmente libres y quita la correa. Se sienta de nuevo en
el sofá apoyado en el respaldo y me tumbo bocarriba con la cabeza en su pierna
derecha donde Jota vuelve a tantear mi clÃtoris y el ansiado botón. Me retuerzo
de la lluvia de placer que siempre me regala mi dueño, saciándome en cada
orgasmo que le pertenece. Busca mi punto G, mi respiración y temperatura están por
las nubes. Explora mi cuerpo a un ritmo lento y pausado; el vientre pasando por
mi punto débil donde reacciono levantando mi cuerpo lentamente; las caderas, el
vértice que forman mis muslos y cada una de las piernas. Viaja por mi cuerpo,
sin mapa se sabe la ruta. Mi boca se abre: unas veces emito un grito mudo de
placer, otros son sonoros y otras veces muerdo mi labio. Me abre las piernas,
el arroz sale de mis zapatos y se derrama en el sofá pero eso es lo último que
nos importa. Me agarro a su brazo y muerdo el mÃo a causa del placer. Jota me
mira por debajo de su brazo para verificar y yo le miro a él. Ahora Jota se
levanta y me tumbo entera en el sofá. De rodillas en el suelo Señor sigue
viciado en mà y yo a punto de estallar de nuevo.
-¿Qué te ocurre Dairita?
Me pregunta burlón cuando mi mirada
está perdida y mi boca no para de gemir. Mete mis piernas por los huecos del
brazo del sofá para imposibilitarme cerrarlas. Domina mis movimientos, las saco
una vez y me da un toque de atención. Intercambiamos miradas y su rostro
transparente transmite deseo.
-Que buena estás –me dice Jota
sonriendo y relamiendo sus labios.
La boca de Jota está totalmente mojada
y se limpia un poco. Continúa de rodillas en el suelo y ahora por orden me
siento en el sofá para darle mejor comodidad a Jota y su exitosa lengua que
roza la perfección.
-¿Te gusta que te lo coma?
Asiento sonriendo y ÉL me responde con
otra sonrisa. Mete dedos en mi interior a la vez que me lo come con su forma
decente y particular. Los brazos están dormidos y los muevo para activarlos
pero no funciona. Estoy bañada en sudor y noto como algo quiere salir de mi
interior, desconozco el qué pero imagino que me irÃa a correr, me concentro
para ver si sale pero soy incapaz. Jota muerde mi entrepierna y me corro sin
saber exactamente cuántas veces llevo ya. Nos incorporamos finalizando asà un
idÃlico momento y me siento perpleja, lánguida e inestable, Jota se preocupa y
me da agua rápidamente para recuperarme.
Me conduce hasta la habitación donde
me sienta en la cama y quita mis zapatos para recomponerme. Me deja sola en la
habitación y mientras reposo activo la mente inmediatamente, Jota regresa con
el cinturón, se asegura de que puedo continuar y me ordena tumbarme bocabajo en
la cama. Brazos apoyados en la frente ocultando la cabeza en el hueco que
forman me preparan para recibir a mi mayor enemigo. ¡ZAS! El primer golpe no se
hace esperar y Jota inicia su liberación en mÃ. Me propicia algunos más suaves
para dar llegada a un vertiginoso azote que impacta duramente sobre mis nalgas
dejándome sin respiración y al borde de la lágrima. El movimiento del cinturón
provoca que suene la hebilla y me horrorizo de pensar que me golpee con ella.
Por suerte no lo hace.
-¿Estás bien?
-SÃ.
-¿Quieres más?
-SÃ – digo convencida.
Jota se rÃe y dice -: Zorra.
El dolor ha sido pasajero y quiero más
azotes. Jota pide verme la cara y la ladeo a la izquierda.
-Me encanta esa cara.
Desconozco de qué cara habla Jota: de
dolor, de espera, de zorra…
-¿Estás preparada para que te azote 3
fuertes?
-SÃ.
Me coloco de nuevo en posición de
preparación, respiro profundamente, Jota acaricia mi culo para relajarlo y un
espontáneo y brutal azote se hace eco en mis nalgas. Señor descarga tensiones
atestando con vehemencia 3 seguidos golpes firmes y sin compasión
intensificando dolor, sin apenas rechistar mi cuerpo reacciona y mis piernas se
doblan automáticamente como respuesta a los duros, inmensos y despiadados
golpes. Jota coge mi cabeza para ver si estoy bien y le asiento. Acaricia mi
culo para comprobar que todo está bien y el dolor remite poco a poco.
-¿Qué vela era la que dolÃa menos? –
me pregunta mostrándome la vela roja y morada.
-La roja – le contesto
Me levanto de la cama y me coloco de
rodillas lateralmente con la cabeza en el suelo y totalmente pegada a la pared.
Jota mete un dedo en el ano y acaricia mi culo y espalda, supongo que estoy
tensa e intenta relajarme. Introduce una parte de la vela y la enciende
protagonizando un momento lúcido y original.
-Aguanta.
Me echa dos fotos, la saca despacio de
mi culo y la apaga quedándome una gran sensación de alivio. Experiencia inusual
pero divertida 😉
-Buena chica.
Aguardo en esa posición a la espera de
que Jota me diga o haga algo.
-Ponte cómoda pero sigue a cuatro
patas.
Levanto la cabeza y siento el culo en
las piernas denotando posición de espera mientras Jota guarda la vela. Me manda
mirar a la pared con la cabeza totalmente pegada a ésta y de rodillas. Me azota
con la mano fuerte y mi cabeza se golpea con la pared en repetidas ocasiones pero
no me hago daño. Tenso la espalda y todo mi cuerpo para no moverme y evitar
darme. Atesta frecuentes y firmes trastazos sobre mis nalgas que poco a poco se
van tiñendo de un color rojizo. Cuando Jota se sacia de los azotes me mantengo
en la misma posición hasta que me da permiso para levantarme.
-Me encanta que aguantes tanto, has
sacado a Jota dos veces.
El orgullo rebosa por mi cuerpo frente
a las palabras idóneas de Jota, siempre me llena de honor satisfacerle y
cumplirle todos sus deseos. Se deshace de sus pantalones y se sienta en un pico
de la cama donde me sitúo de rodillas delante de él y con un plano fijo de su
cara en mà Jota pregunta:
-¿De quién eres Daira?
-De usted- le contesto
instantáneamente
Me indica sigilosamente que se la
chupe y espero que me dé orden de bajarle los calzoncillos. Jota me responde
sacándosela por un lado del calzoncillo haciéndome ver que no hace falta
quitarlos. Me acerco y la encajo en la boca para lamerla y degustar con ganas.
-¿Te gusta tu premio?
Jota me obsequia y afirmo.
-No sé si follarte aquà un rato y
luego en el balcón o viceversa -: ahora pienso que hago.
Una vez que está totalmente preparada
me coloco a cuatro patas en la cama esperando para recibirla dentro de mÃ.
-A ver cómo estas de calentita por
dentro.
Jota la sumerge y su respuesta no se
hace esperar.
-Uf madre mÃa como estás, estás
ardiendo.
Señor me folla salvaje y con frenesÃ
regalándome demasiadas embestidas agradables e intensas. Muerde mi culo, me
azota esporádicamente, coge y tira de mi pelo, gimo, gozo, miro al espejo donde
asisto a un momento mágico. La intensidad de las penetraciones son tan
profundas que apenas tengo respiración y me duele la parte inferior de la
barriga por lo que necesito un descanso y me incorporo un poco. Jota se da
cuenta.
-¿Estás ya que no puedes mas no?
Le niego con la cabeza, claro que
puedo y quiero más, tan solo preciso de un descanso. Reanudamos las
penetraciones mientras Jota estimula mi ano para posteriormente adentrarse en
él. Lo hace suave y muy muy despacio al igual que las penetraciones y lo
agradezco, asà no me duele y lo disfruto más. Noto como algo quiere salir de mi
interior y llevo mi mano hacia mi sexo para comprobar qué, Jota se da cuenta y
obliga a que me toque para sacarlo, Señor siempre tan interesado en mi
satisfacción minutos después me ofrece el Hitachi. Le pido que pare de darme
por detrás, Jota va a lavarse y mientras bebo agua para reponer fuerzas. Una
vez más vuelve a penetrarme vaginalmente que con complicidad nos movemos al
ritmo. Jota deja de moverse y controlo yo los movimientos. Miro al espejo y
descubro que Jota se ha deshecho de mi falda y no he sido consciente de cuando
lo ha hecho. Mi cuerpo arde y ante mi resoplo se preocupa de qué me pasa y se
lo digo.
-Tengo mucho calor.
-Podemos abrir la ventana pero nos va
a ver el vecino –me vacila.
Niego con la cabeza y me rÃo. El retiro
del Hitachi sobre mi clÃtoris aclara a Jota que quiero parar. Me da la vuelta
de modo que quedo bocarriba con las piernas en sus hombros y me folla sin
espera a la vez que pongo el Hitachi sobre mi sexo. Me lo quita y ahora es él
quien me lo pone directo. Poco después deja de penetrarme y se ciñe únicamente
en acribillarme con mi dulce tortura. Me muevo llegando al borde de la cama
donde al final veo que me caigo como siga asÃ. Intento resistirme pero no surte
efecto, mis piernas emiten espasmos involuntarios.
-Abre las piernas, no me enfades –me
aconseja en un tono tranquilo y desenfadado.
Colaboro en la medida de lo posible ya
que no me conviene despertar su enfado y me abstengo de cerrarlas. Aguanto este
dulce tormento como buenamente puedo.
-Hasta que no te corras no tienes
polla.
Con entusiasmo sigue acobardándome y
ya me he corrido un par de veces pero no digo nada.
-Si es que no sabes decir que no- se
burla.
Tiene razón, como no sé oponerme y
realmente necesito que pare, confiada opto por buscarme una alternativa para no
prolongar más este “mal rato”.
-Ya me he corrido – le digo con voz de
súplica.
Por fin Jota desiste y apaga el loco
vibrador. Espero mi recompensa pero nos tumbamos a descansar. ¿Eso quiere decir
que me quedo sin polla?
Hago cosquillas a Jota mientras nuestras
respiraciones se acompasan juntas.
-Me está apeteciendo que me la comas.
¡Eso está mejor! Jota es un hombre de
palabra y no miente. Tras el efÃmero descanso vuelo hasta su polla y de
rodillas en la cama la vuelvo a hacer mÃa. Lamo, chupo, redondeo, masajeo,
degusto… Me coloco en posición de 69 por mayor facilidad para Jota y repito los
mismos movimientos, pendiente del lenguaje de las piernas de Jota manoseo los
testÃculos originando asà el clÃmax, que sucumbe depositando toda su leche en
mi boca que trago gustosa y apurando cada gota ponemos punto y final a otra
sesión increÃble e inolvidable que siempre me hace querer más.
Daira.
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