Por fin es
jueves y como siempre espero un mensaje suyo para darme orden de qué me tengo
que llevar: “esta noche voy a torturarte,
vamos a ver qué hacemos con tu sangre. Ven vestida como más te guste. Tráete
unos zapatos de tacón cómodos”, decía el mensaje. Mi mente comienza a
pensar en la ropa que llevaré y el porqué de llevar zapato cómodo, intuyo que
me va a azotar por largo tiempo de pie, pero como siempre son solo premisas. Preparo
un vestido negro bien ajustado, liguero y medias negras y zapato rojo a
combinar con los labios.
Llega la
hora, estoy curiosamente bastante tranquila aunque Jota me pone nerviosa
mientras cenamos con sus perversos comentarios. Lo hace aposta. En su casa como
siempre paso con su permiso, saludo a los gatillos, en el salón observo una
silla que no corresponde ahí, sé para qué, tocaba juego de la silla, ya me
había puesto algo en Facebook. Nos sentamos a reposar la cena, se fuma su porro
y cigarro previo y hablamos. Antes de irse a la ducha prepara todo lo necesario
en la mesa, hay bastantes objetos, entre ellos las agujas y la lengüincheta. La lengüincheta es una tira de cuero de un cinturón con chinchetas en el extremo. La
curiosidad e incertidumbre por probar ambas cosas es sorprendentemente inmensa
y con toque de miedo a la vez. Me pongo el collar.
-Espérame de
rodillas y con esto en las manos – me da la correa del perro.
Comienzo a
prepararme y Jota se apoya en la mesa redonda con un aire chulesco y se me
encara.
-Te vas a
librar de un castigo porque es el día que es, sino…
Confundida
le escucho atenta, no sé de qué me está hablando.
-Te he dicho
que me esperes desnuda.
-Ah, no me
he enterado bien, lo siento –expongo mi coartada.
-Déjate lo
que tienes puesto, ya te lo quitaré – dice y se va.
A pesar de
decirme que me lo quede, me quito las medias, lo único que me había dado tiempo
a poner. Si me ha dicho desnuda, desnuda le esperaré. Cojo la correa y me
dirijo a la puerta del balcón, de rodillas, mis manos sujetando y ofreciendo la
correa y mirando hacia el pasillo donde está el baño. La puerta se abre y mis
nervios e impaciencia crecen, (ya sale) -pienso para mí. Pero no, Jota se hace
de rogar y sigo aguardando hasta que por fin aparece por el pasillo con su
camisa azul, sus pantalones y botas oscuras.
-Baja la
mirada.
Jota coge la
correa y mientras me la pone mis manos descansan en mis piernas. A cuatro patas
sigo a Jota que me va guiando hasta chocar con sus piernas.
-Cabeza al
suelo y métela entre mis piernas.
Con el culo
expuesto me azota varias veces seguidas y fuertes con la mano.
-¿Te crees
que no sé levantar la voz? Si te hablo así es para que estés atenta.
-Sí Señor
–respondo alto y claro.
Me coloco de
rodillas de nuevo y me da hostias fuertes y una patada en las costillas, apenas
me duele pero mi cuerpo se tambalea del golpe aunque consigo no caer y
permanecer en mi sitio. Me duele más el hecho que el golpe. Me guía de nuevo a
cuatro patas hacia la mesa, me siento en el suelo, toca mis pezones para
endurecerlos y pone pezoneras. Volvemos al sitio anterior, expongo el culo de
nuevo y me azota con el látigo de rabo de toro. Duele demasiado pero aguanto
los golpes que me propina. Me obliga a chupar su bota derecha y doy un
lengüetazo, sabe a cuero y no me agrada
demasiado.
-¿Te he
dicho que pares? Sigue, quiero verla limpia. Gira la cabeza que te vea la
lengua –su tono es exigente.
Ladeo la
cabeza para darle buena perspectiva a Jota de mi lengua en sus relucientes
botas. Levanto la cabeza y me abofetea.
-A ver si
aprendes a obedecer -dice enfurecido
Asimilo la
información mientras tengo en mis narices la polla de Jota que con parsimonia
baja su pantalón y calzoncillos para hacerme esperar. Cuando la veo la erección
de Jota es evidente, la meto en mi boca para saborearla y degustarla ignorando
todo a mi alrededor. Me obliga a garganta profunda y vuelve a darme hostias
fuertes. Me quita la polla de la boca y mueve la correa en sentido contrario lo
que entiendo que quiere que me dé la vuelta. Me doma con la correa.
-Vete a la
silla –me ordena
Gateo hasta
ésta y cuando llego me paro, no me levanto y siento en la silla hasta que no me
lo dice Jota. Ya sentada y con la mirada agachada, me ata las piernas a las
patas con cinta adhesiva negra y las manos en el lateral de la silla y me pone
el antifaz.
-Bonita...
Preciosa… me susurra
Siento a
Jota deambular alrededor de la silla.
-Vamos a divertirnos
un rato – me susurra al oído.
Mi piel se
eriza al escucharlo, me quita las pezoneras, chupa y tira fuerte de los
pezones. Gruño. Pasea algo por mi cuerpo, es suave e identifico rápidamente la
pluma. Toca mi punto débil y me contraigo, me hace cosquillas y sonrío. Con mi
cuerpo ya sensibilizado escucho un zumbido en al aire, me estremezco y algo
impacta fuerte contra mí: el flogger, me duele pero me gusta. Marca cada
centímetro de mi cuerpo, me besa, azota mi coño y éste se empieza a humedecer.
-Este color
esta mejor. ¿Quieres subir la intensidad del flogger o está bien así?
-Está bien
así –le respondo.
Algo
desconocido roza mi pierna, tiene un tacto raro y no identifico qué es.
-Vaya, que
pena –susurra muy bajito Jota.
No entiendo
nada pero imagino que algo no habrá salido como ÉL quería.
-¿Qué tipo
de dominante soy? –me pregunta
La pregunta
me pilla por sorpresa y mi cara de “no tengo ni puta idea a qué se refiere es
más que patente”. Jota me da una hostia tan fuerte que me gira la cabeza.
Respiro fuerte.
-Bien, te
voy a repetir la pregunta. ¿Qué tipo de dominante soy?
Pienso….pienso….Daira
piensa… Los ojos se llenan de lágrimas y rápidamente las disuelvo. No pienso
llorar por mucho que me humille.
-¿Sádico?
–respondo de inmediato.
-Bien, buena
chica – y me da otra hostia como la anterior.
No siento a
Jota cerca asique me relajo durante unos segundos, habrá ido a por algo.
Regresa y un sonido me resulta demasiado familiar. ¡¡¡¡El Hitachi!!!! Mi boca
resopla por la dulce tortura que viene.
-¿Ya sabes
lo que es eh? Mira que cara de zorra pone –se mofa – Si se rompe la cinta te
enteras, acuérdate de lo que te digo –me amenaza.
Sabe que soy
incapaz de estar quieta con el vibrador y de ahí son sus amenazas.
-Ya te dije
que hoy te iba a torturar.
Me planta el
Hitachi, me retuerzo en la silla de placer y sufrimiento a la vez pero siempre
pendiente de la cinta. Me quejo, quiero cerrar las piernas pero esta vez no iba
a ser una excepción y por supuesto no me deja.
-¿No lo
estás disfrutando? Si esto a ti te gusta – se cachondea con tono burlón.
Apaga el
vibrador y me relajo durante escasos segundos ya que me toca con sus hábiles
dedos por el clítoris, por dentro y fuera.
-Madre mía
como estamos por aquí, me encanta verte chorrear. Ya veo que te gusta que te
aten a una silla.
Me da dedos
para chupar y pasa su mano por mi boca, está muy mojada y la chupo toda
limpiando los flujos. Después me la frota por toda la cara.
-Eres una
puta.
Jota me
devora el coño con sus dedos, el ambiente huele a sexo, me explora el punto G,
me retuerzo, gimo, muerdo mi labio, disfruto de cada momento, me besa, tira
fuerte de mi pelo e inclina la silla hacia atrás sin parar de tocarme. Me
inquieto por miedo a caer.
-Confía,
¿confías en mí? –me tranquiliza.
Asiento y me
relajo. Sé que no me dejaría caer pero la negación de la vista te provoca ese
sentimiento de confusión, inseguridad e inquietud. Te hace sentir indefensa. Sigo
concentrada en mi placer.
-Te estás
haciendo fuerte y eso me gusta. Este cuerpo es mío. Ahora te voy a azotar, vas
a sangrar, te voy a follar en el balcón y después las agujas –susurra
lentamente en mi oído derecho.
Mi cuerpo se
tensa a la par que tiene ganas de que llegue cada una de las partes de la
sesión y empiezo a asimilar los detalles. Me quita el antifaz, coloca el
Hitachi en la silla directo sobre mi clítoris y se coloca delante de mí. Me
apoyo en su pecho hasta que llego al orgasmo varias veces. A Jota una vez no le
sirve nunca. Corta la cinta con las tijeras y aprovecho para respirar,
relajarme, sacudir brazos y pies y descansar. Me enseña una raqueta que da
descargas y que me he librado de ella porque no funcionaba. Ahora entiendo por
lo que se había lamentado antes. Me da permiso para levantarme y me ordena
ponerme de rodillas en el sofá. Apoyo la cabeza y expongo el culo adrede porque
sé que me va a azotar. Lo hace fuerte con la mano, me da creo que con el puño y
me hace bastante daño ya que me da en el hueso. Golpea en ambas nalgas y centro
marcando y coloreándolo. Tengo calor, mucha calor, levanto la cabeza para que
me de aire del ventilador. Uf sabe a gloria. Me araña en la espalda con un
cuchillo, trazando y dibujando una “J” a cada lado de ésta y acabando hacia las
costillas. Termina y bajo del sofá.
-Dale la
vuelta a la silla y apóyate en ella exponiendo el culo todo lo que puedas.
Me preparo,
sé lo que viene. Respiro, me intento relajar y concentrar a la espera de
recibir a la lengüincheta. Tengo tangas ganas como miedo. Llega el primer
golpe. (Anda cojones, si no duele nada) –pienso para mí.
La sensación
de sentir cómo se clavan y enganchan las chinchetas en tu piel es asombroso a
la vez que da un poco de reparo. Jota me golpea infinitas veces en ambas
nalgas, por arriba y por abajo. Una chincheta se me queda clavada en la piel y
me inquieto, Jota me relaja y la saca con cuidado. Cuando el culo está marcado lo
miro con curiosidad aunque desde mi posición apenas puedo ver mucho, me echa
foto y me la enseña. Está lleno de puntitos con un escaso rastro de sangre. Me
gusta.
-Precioso
–dice Jota.
Jota me
limpia con cristalmina y me azota con la mano.
-¿Pica?
-No.
Se va y
cuando vuelve me pasa con un algodón algo por el culo.
-¿Y ahora,
pica ahora?
-Ahora si-
contesto –aunque era un escozor totalmente soportable.
Jota me
había echado alcohol, esperaba que dijese que me dolía al azotarme y eso no lo
pasa por alto asique busca dolor.
-¿Quieres
seguir con la lengüincheta? –me vacila con toque de burla.
-Si – le
contesto decidida
-¿Si? –
Pregunta sorprendido – No sé qué voy a hacer contigo –se ríe
Estoy segura
que Jota no esperaba que le dijese que quería más pero algo en mi interior me
pedía seguir, sentía una necesidad de no querer parar, me gustaba esa sensación
y el dolor era un nivel bastante bajo.
-Sí pero no
sé cuantos más aguantaré – yo como siempre avisando para evitar posibles
decepciones.
-Vas a
aguantar…emm...dos – dice seguro
Me imagino
lo peor, me dará tan fuerte que no seré capaz de aguantar mucho y soy
consciente de que ya tengo herida hecha. La lengüincheta impacta contra mí
repetidas veces, lo soporto y siento como la sangre se desliza, me acaricia y
cae por mi pierna derecha, miro para curiosear pero no me asusto.
-Tranquila,
ahora te lo limpio yo. No te muevas – dice en tono tranquilizador y Jota echa
una foto -. Uf, me encanta –dice
Jota chupa
mi sangre que brota por las nalgas y después me limpia de nuevo con
cristalmina.
-Ya no más,
por favor – le pido
-No,
tranquila.
El nivel de
dolor había subido evidentemente por la herida que ya tenía y después de
sangrar no veía correcto continuar, aunque eso no significa que no quisiese
continuar.
-¿Te gusta
lo que te hace tu dueño?
-Sí, todo –
susurro bajito.
Descanso un
poco de pie para que seque y absorba la cristalmina. (Venga, ya solo quedan las
agujas) – pienso mentalmente. Pido permiso para beber agua e irme al
ventilador. Necesito aire en el culo y Jota me lo concede y se acerca a mí.
-Vamos a
tener que llegar a un acuerdo tú y yo eh -: ¿Estás bien? –me abraza y besa.
-Sí –le respondo
contenta.
-Mi pequeña,
estoy muy orgulloso de ti.
Le sonrío
tímida y con orgullo rebosando por los poros de mi cuerpo.
-Creo que ahora
vamos a ir con las agujas.
-Pues sí, ya
que estamos… - le digo provocando y sonríe.
-Descansa y
empezamos.
-Estoy bien,
de verdad.
Bebo agua
mientras Jota prepara las agujas. Acerca la mesa al sofá, se sienta en éste y
yo permanezco de pie delante de Jota. Coge la primera aguja, expulso aire para
liberar tensiones y relajarme y espero a recibirla.
-Quería decírtelo
para que te acostumbraras, ya te digo que en el pezón te va a doler –me avisa
-Lo sé.
Te las voy a
poner primero en una y luego en la otra para que asimiles el dolor y sepas como
es:-¿Crees que te vas a marear?
-No creo,
vamos espero que no.
-Daira es
fuerte y sé que puede con todo –me anima:- Dame un beso –me ordena.
Nos besamos
con pasión, con ganas, nuestras lenguas se entrelazan y mis labios muerden con
sigilo los de Jota. Me excito cada vez más. Me echa cristalmina, agarro su mano
libre y con la otra me estiro la piel para ayudar a Jota y tenga mejor
facilidad para pinchar la aguja. Me inserta dos en la teta derecha y una en el
pezón despacio, siento como va entrando poco a poco, asimilando y
acostumbrándome al dolor emito chillidos y cierro los ojos pero no es nada que
no se pueda soportar, es pasajero. La primera teta ya está lista, el dolor
permanece unos efímeros segundos y desaparece.
-¿Estás
bien? – Jota se preocupa
-Sí señor
–le sonrío para tranquilizarle - ¿Me va a echar foto verdad? – pregunto sin un
ápice de vergüenza.
-Claro,
después de la que vamos a liar como para no echar fotos. ¿O sea que te estoy
poniendo agujas y tú estás pensando en fotos? –se ríe sorprendido
Hombre, lo
suyo es guardar la experiencia. Turno a la otra teta representando exactamente
lo mismo que con la otra, cristalmina, inserta dos en la teta, siento y oigo
como va rompiendo la piel al unísono que se pincha hasta estar metida completa.
El pezón me duele, incluso más que el otro pero chillo un poco simplificando el
dolor. Ya hemos terminado y Jota vuelve a asegurarse para ver si estoy bien, le
asiento.
-¿Te tendré
que dar recompensa no?
-Siii –nos
reímos los dos.
-Eres una
zorra eh.
Jota
fotografía las tetas con las agujas y me las quita. Me echa cristalmina y limpia
la zona con algodón. Después me da a mí otro. Descansamos un rato para recomponerme
del volcán de emociones vividas anteriormente mientras retiro con un algodón y
cristalmina los puntitos de sangre, sobre todo en los pezones que sale un
poquito más. Me ordena que me vista y ante la atenta mirada de Jota me pongo la
ropa interior, las medias, el vestido y el liguero que se me resiste porque no
me quita ojo y me pone nerviosa. ¡Joder! Al final desisto y no me lo pongo. Sentado
en el sofá ordena que me sitúe de rodillas en el suelo delante de él.
-Estás muy
guapa.
Sonrío
tímida sin mantener contacto visual con él. Me acurruco en su pecho, huele muy
bien y bajo hacia el ombligo mientras le rodeo la espalda con mis brazos.
-Nunca te
han echado tantos piropos ¿eh? Pues créetelo.
Las palabras
de Jota me hacen sentir susceptible, vulnerable, emocionada y segura al mismo
tiempo. Mis inseguridades se mueren cuando estoy con ÉL. Se desabrocha los
pantalones y lleva mi cabeza a los calzoncillos donde guarda su polla que la
huelo y chupo por encima.
-Tienes
hambre ¿eh?
Se baja los
calzoncillos y me la ofrece, toda para mí. Mm sabe a gloria. La hago mía
durante cortos minutos. Nos levantamos, me pongo los zapatos y vamos de la mano
hacia el balcón. Solo de imaginármelo ya me pongo cachonda. En el balcón tan
solo habitaba una solitaria silla blanca típica de piscinas y las voces de la
calle. Se pone detrás de mí y frota su erección sobre mis nalgas. Me doy la
vuelta y bajo de nuevo a la polla. Le miro mientras se la como.
-Joder que
vistas -dice
Cuando cree
oportuno me la quita y me apoyo en la barandilla ofreciendo el culo a Jota que
me mete la polla por la vagina. Entra sin necesidad de lubricación, ambos
gemimos débilmente o bueno yo lo intento porque me da morbo que me escuchen. Me
pongo de rodillas en el suelo, junto las piernas y saco la cabeza por los
barrotes, ahí estaba el camarero recogiendo las mesas y mi morbo se acentúa de
saber que puede mirar en cualquier momento. Mi rostro expresa deseo, vicio… Jota
tira fuerte de mi pelo echándome la cabeza hacia atrás y me golpea con sonoros
azotes mientras se hunde una y otra vez en mí.
-Joder que
morbo –dice Jota
Vuelvo a mi
posición inicial, de pie apoyada en la barandilla donde me penetra largos
minutos y para, me coge del pelo y me lleva hacia la mesa redonda de dentro
donde me coloco en la misma posición, manos que sudan y resbalan en el cristal
y culo bien expuesto. Me folla duro ahí y nos vamos a la otra mesa, me siento,
me la mete y me relajo tumbándome para disfrutar mejor del espectáculo.
-Chúpate los
dedos y tócate, que no hemos terminado.
Toco mi
clítoris mientras la polla entra y sale rápido de mí.
-¿Quieres
correrte?
-Sí, pero
todavía no.
-Pide
permiso cuando estés llegando y das las gracias cuando te corras.
Preciso de
más por lo que Jota parece que se impacienta y va a por algo a la mesa.
-Te voy a
ayudar un poco – me da el Hitachi y añade -: luego me voy a correr en tu boca, estoy
muy a gusto aquí, que suave.
Me torturo a
mí misma con el vibrador, buscando mi placer y mis orgasmos. A Jota se le acaba
la paciencia por no correrme y me da una hostia.
-¿Qué pasa
que no te quieres correr o qué? Quiero que te corras con la polla de tu dueño
dentro. Sube uno.
Coaccionada
por Jota, subo la intensidad del Hitachi y me obligo a correrme. Cuando estoy a
punto pido permiso y me lo concede quedando saciada con un intenso orgasmo.
-Gracias
señor.
Me tumbo
bocabajo por orden de Jota:
-¿Vas a
poder masturbarte en esa posición?
-No sé, lo
intento.
Se intenta
pero es imposible asique desde otra perspectiva de la mesa me pongo bocarriba
con el Hitachi y con la cabeza colgando en el borde Jota mete la polla en mi
boca y me corro de nuevo. A Jota le da calambre en la polla cuando se la como
por lo que me bajo de la mesa y vamos a la silla inicial, se sienta y de
rodillas le pregunto para asegurarme que ya no le da calambre:
-¿Mejor?
-Sí, sí –
dice con cara de placer.
La sigo
haciendo mía durante varios minutos. Nos levantamos y apoyando mis manos en la
silla me vuelve a follar duro, rápido, elevo mis piernas y quedo de rodillas en
ésta. Ahora Jota vuelve a sentarse y yo a horcajadas en ÉL cabalgo, nos besamos
con pasión, araño con sigilo la espalda de Jota confiando en que me lo permita.
¡Uf! Calor, morbo. Me encantaría poder arañarle más fuerte pero temo que me
regañe. Me levanto y Señor permanece sentado. Me coloco de rodillas y se la
como de nuevo mientras me devuelve el Hitachi para que me siga masturbando con
él. Durante minutos me centro en ambas cosas, luego decido despegarme un poco
el Hitachi y centrarme en mi alimento.
-Ponte bien
el Hitachi –me ordena
Jota se da
cuenta ya que mis gemidos no son excesivos.
-Sube la
intensidad. Así nos corremos los dos a la vez.
Trabajo con
ambas cosas y emito gemidos y gruñidos como se me permite, tengo la boca bien
ocupada ;). Las piernas de Jota se tensan, tiemblan, él resopla, sé que le
queda poco.
-¿Quieres
cenar?
Le asiento y
se deja llevar en mi boca. Voy sintiendo como entra el caliente líquido y lo
mantengo en la boca por orden de Jota. Éste se levanta y yo sigo entretenida
con el Hitachi, me apoyo en la silla para estar más cómoda. Señor me azota
fuerte con la mano y con el flogger, golpeándome duramente en el culo y en el
coño, en uno de los golpes me hace demasiado daño, mi pierna izquierda se eleva
y mi cuerpo se ladea. Gruño.
-Vuelve a tu
sitio –me exige
Cada vez me
siento más condicionada por Jota, me obliga a correrme y ya he perdido la
cuenta, crece la impotencia de no poder hablar y mis lágrimas están a flor de
piel aunque sería absurdo decirle que ya me he corrido infinitas veces, el
errático Jota nunca tiene suficiente. Otro golpe demasiado doloroso me hace
entrar en cólera, giro mi cabeza lanzando una mirada fugaz con ira,
resentimiento y rabia y Jota se detiene. Me da permiso para tragar el semen y
sentarme en el suelo. Subo la intensidad del Hitachi y me da hostias por no
correrme. Jota está delante de mí observando todo lo que hago.
-Ya me he
corrido –digo entre sollozos, desesperación y rabia.
Se me hace
imposible contener las lágrimas y estallo en un llanto amargo mientras evito el
contacto visual con él.
-¿Lloras?
¿Por qué lloras? ¿No agradeces los orgasmos que te da tu dueño?
Me presiono
hasta llegar al último orgasmo que agradezco rápidamente para que acabe esto
ya. Me quita el Hitachi y lo para y me abrazo a su pierna desconsoladamente. Me
levanta, da un abrazo y mi llanto se apacigua, me tranquiliza, me calma…
Daira.