jueves, 21 de junio de 2018

Sentimientos encontrados: lengüincheta, sangre y agujas. Sexo en el balcón.


Por fin es jueves y como siempre espero un mensaje suyo para darme orden de qué me tengo que llevar: “esta noche voy a torturarte, vamos a ver qué hacemos con tu sangre. Ven vestida como más te guste. Tráete unos zapatos de tacón cómodos”, decía el mensaje. Mi mente comienza a pensar en la ropa que llevaré y el porqué de llevar zapato cómodo, intuyo que me va a azotar por largo tiempo de pie, pero como siempre son solo premisas. Preparo un vestido negro bien ajustado, liguero y medias negras y zapato rojo a combinar con los labios.
Llega la hora, estoy curiosamente bastante tranquila aunque Jota me pone nerviosa mientras cenamos con sus perversos comentarios. Lo hace aposta. En su casa como siempre paso con su permiso, saludo a los gatillos, en el salón observo una silla que no corresponde ahí, sé para qué, tocaba juego de la silla, ya me había puesto algo en Facebook. Nos sentamos a reposar la cena, se fuma su porro y cigarro previo y hablamos. Antes de irse a la ducha prepara todo lo necesario en la mesa, hay bastantes objetos, entre ellos las agujas y la lengüincheta. La lengüincheta es una tira de cuero de un cinturón con chinchetas en el extremo. La curiosidad e incertidumbre por probar ambas cosas es sorprendentemente inmensa y con toque de miedo a la vez. Me pongo el collar.
-Espérame de rodillas y con esto en las manos – me da la correa del perro.
Comienzo a prepararme y Jota se apoya en la mesa redonda con un aire chulesco y se me encara.
-Te vas a librar de un castigo porque es el día que es, sino…
Confundida le escucho atenta, no sé de qué me está hablando.
-Te he dicho que me esperes desnuda.
-Ah, no me he enterado bien, lo siento –expongo mi coartada.
-Déjate lo que tienes puesto, ya te lo quitaré – dice y se va.
A pesar de decirme que me lo quede, me quito las medias, lo único que me había dado tiempo a poner. Si me ha dicho desnuda, desnuda le esperaré. Cojo la correa y me dirijo a la puerta del balcón, de rodillas, mis manos sujetando y ofreciendo la correa y mirando hacia el pasillo donde está el baño. La puerta se abre y mis nervios e impaciencia crecen, (ya sale) -pienso para mí. Pero no, Jota se hace de rogar y sigo aguardando hasta que por fin aparece por el pasillo con su camisa azul, sus pantalones y botas oscuras.
-Baja la mirada.
Jota coge la correa y mientras me la pone mis manos descansan en mis piernas. A cuatro patas sigo a Jota que me va guiando hasta chocar con sus piernas.
-Cabeza al suelo y métela entre mis piernas.
Con el culo expuesto me azota varias veces seguidas y fuertes con la mano.
-¿Te crees que no sé levantar la voz? Si te hablo así es para que estés atenta.
-Sí Señor –respondo alto y claro.
Me coloco de rodillas de nuevo y me da hostias fuertes y una patada en las costillas, apenas me duele pero mi cuerpo se tambalea del golpe aunque consigo no caer y permanecer en mi sitio. Me duele más el hecho que el golpe. Me guía de nuevo a cuatro patas hacia la mesa, me siento en el suelo, toca mis pezones para endurecerlos y pone pezoneras. Volvemos al sitio anterior, expongo el culo de nuevo y me azota con el látigo de rabo de toro. Duele demasiado pero aguanto los golpes que me propina. Me obliga a chupar su bota derecha y doy un lengüetazo, sabe a cuero y no me agrada demasiado.
-¿Te he dicho que pares? Sigue, quiero verla limpia. Gira la cabeza que te vea la lengua –su tono es exigente.
Ladeo la cabeza para darle buena perspectiva a Jota de mi lengua en sus relucientes botas. Levanto la cabeza y me abofetea.
-A ver si aprendes a obedecer -dice enfurecido
Asimilo la información mientras tengo en mis narices la polla de Jota que con parsimonia baja su pantalón y calzoncillos para hacerme esperar. Cuando la veo la erección de Jota es evidente, la meto en mi boca para saborearla y degustarla ignorando todo a mi alrededor. Me obliga a garganta profunda y vuelve a darme hostias fuertes. Me quita la polla de la boca y mueve la correa en sentido contrario lo que entiendo que quiere que me dé la vuelta. Me doma con la correa.
-Vete a la silla –me ordena
Gateo hasta ésta y cuando llego me paro, no me levanto y siento en la silla hasta que no me lo dice Jota. Ya sentada y con la mirada agachada, me ata las piernas a las patas con cinta adhesiva negra y las manos en el lateral de la silla y me pone el antifaz.
-Bonita... Preciosa… me susurra
Siento a Jota deambular alrededor de la silla.
-Vamos a divertirnos un rato – me susurra al oído.
Mi piel se eriza al escucharlo, me quita las pezoneras, chupa y tira fuerte de los pezones. Gruño. Pasea algo por mi cuerpo, es suave e identifico rápidamente la pluma. Toca mi punto débil y me contraigo, me hace cosquillas y sonrío. Con mi cuerpo ya sensibilizado escucho un zumbido en al aire, me estremezco y algo impacta fuerte contra mí: el flogger, me duele pero me gusta. Marca cada centímetro de mi cuerpo, me besa, azota mi coño y éste se empieza a humedecer.
-Este color esta mejor. ¿Quieres subir la intensidad del flogger o está bien así?
-Está bien así –le respondo.
Algo desconocido roza mi pierna, tiene un tacto raro y no identifico qué es.
-Vaya, que pena –susurra muy bajito Jota.
No entiendo nada pero imagino que algo no habrá salido como ÉL quería.
-¿Qué tipo de dominante soy? –me pregunta
La pregunta me pilla por sorpresa y mi cara de “no tengo ni puta idea a qué se refiere es más que patente”. Jota me da una hostia tan fuerte que me gira la cabeza. Respiro fuerte.
-Bien, te voy a repetir la pregunta. ¿Qué tipo de dominante soy?
Pienso….pienso….Daira piensa… Los ojos se llenan de lágrimas y rápidamente las disuelvo. No pienso llorar por mucho que me humille.
-¿Sádico? –respondo de inmediato.
-Bien, buena chica – y me da otra hostia como la anterior.
No siento a Jota cerca asique me relajo durante unos segundos, habrá ido a por algo. Regresa y un sonido me resulta demasiado familiar. ¡¡¡¡El Hitachi!!!! Mi boca resopla por la dulce tortura que viene.
-¿Ya sabes lo que es eh? Mira que cara de zorra pone –se mofa – Si se rompe la cinta te enteras, acuérdate de lo que te digo –me amenaza.
Sabe que soy incapaz de estar quieta con el vibrador y de ahí son sus amenazas.
-Ya te dije que hoy te iba a torturar.
Me planta el Hitachi, me retuerzo en la silla de placer y sufrimiento a la vez pero siempre pendiente de la cinta. Me quejo, quiero cerrar las piernas pero esta vez no iba a ser una excepción y por supuesto no me deja.
-¿No lo estás disfrutando? Si esto a ti te gusta – se cachondea con tono burlón.
Apaga el vibrador y me relajo durante escasos segundos ya que me toca con sus hábiles dedos por el clítoris, por dentro y fuera.
-Madre mía como estamos por aquí, me encanta verte chorrear. Ya veo que te gusta que te aten a una silla.
Me da dedos para chupar y pasa su mano por mi boca, está muy mojada y la chupo toda limpiando los flujos. Después me la frota por toda la cara.
-Eres una puta.
Jota me devora el coño con sus dedos, el ambiente huele a sexo, me explora el punto G, me retuerzo, gimo, muerdo mi labio, disfruto de cada momento, me besa, tira fuerte de mi pelo e inclina la silla hacia atrás sin parar de tocarme. Me inquieto por miedo a caer.
-Confía, ¿confías en mí? –me tranquiliza.
Asiento y me relajo. Sé que no me dejaría caer pero la negación de la vista te provoca ese sentimiento de confusión, inseguridad e inquietud. Te hace sentir indefensa. Sigo concentrada en mi placer.
-Te estás haciendo fuerte y eso me gusta. Este cuerpo es mío. Ahora te voy a azotar, vas a sangrar, te voy a follar en el balcón y después las agujas –susurra lentamente en mi oído derecho.
Mi cuerpo se tensa a la par que tiene ganas de que llegue cada una de las partes de la sesión y empiezo a asimilar los detalles. Me quita el antifaz, coloca el Hitachi en la silla directo sobre mi clítoris y se coloca delante de mí. Me apoyo en su pecho hasta que llego al orgasmo varias veces. A Jota una vez no le sirve nunca. Corta la cinta con las tijeras y aprovecho para respirar, relajarme, sacudir brazos y pies y descansar. Me enseña una raqueta que da descargas y que me he librado de ella porque no funcionaba. Ahora entiendo por lo que se había lamentado antes. Me da permiso para levantarme y me ordena ponerme de rodillas en el sofá. Apoyo la cabeza y expongo el culo adrede porque sé que me va a azotar. Lo hace fuerte con la mano, me da creo que con el puño y me hace bastante daño ya que me da en el hueso. Golpea en ambas nalgas y centro marcando y coloreándolo. Tengo calor, mucha calor, levanto la cabeza para que me de aire del ventilador. Uf sabe a gloria. Me araña en la espalda con un cuchillo, trazando y dibujando una “J” a cada lado de ésta y acabando hacia las costillas. Termina y bajo del sofá.
-Dale la vuelta a la silla y apóyate en ella exponiendo el culo todo lo que puedas.
Me preparo, sé lo que viene. Respiro, me intento relajar y concentrar a la espera de recibir a la lengüincheta. Tengo tangas ganas como miedo. Llega el primer golpe. (Anda cojones, si no duele nada) –pienso para mí.
La sensación de sentir cómo se clavan y enganchan las chinchetas en tu piel es asombroso a la vez que da un poco de reparo. Jota me golpea infinitas veces en ambas nalgas, por arriba y por abajo. Una chincheta se me queda clavada en la piel y me inquieto, Jota me relaja y la saca con cuidado. Cuando el culo está marcado lo miro con curiosidad aunque desde mi posición apenas puedo ver mucho, me echa foto y me la enseña. Está lleno de puntitos con un escaso rastro de sangre. Me gusta.
-Precioso –dice Jota.
Jota me limpia con cristalmina y me azota con la mano.
-¿Pica?
-No.
Se va y cuando vuelve me pasa con un algodón algo por el culo.
-¿Y ahora, pica ahora?
-Ahora si- contesto –aunque era un escozor totalmente soportable.
Jota me había echado alcohol, esperaba que dijese que me dolía al azotarme y eso no lo pasa por alto asique busca dolor.
-¿Quieres seguir con la lengüincheta? –me vacila con toque de burla.
-Si – le contesto decidida
-¿Si? – Pregunta sorprendido – No sé qué voy a hacer contigo –se ríe
Estoy segura que Jota no esperaba que le dijese que quería más pero algo en mi interior me pedía seguir, sentía una necesidad de no querer parar, me gustaba esa sensación y el dolor era un nivel bastante bajo.
-Sí pero no sé cuantos más aguantaré – yo como siempre avisando para evitar posibles decepciones.
-Vas a aguantar…emm...dos – dice seguro
Me imagino lo peor, me dará tan fuerte que no seré capaz de aguantar mucho y soy consciente de que ya tengo herida hecha. La lengüincheta impacta contra mí repetidas veces, lo soporto y siento como la sangre se desliza, me acaricia y cae por mi pierna derecha, miro para curiosear pero no me asusto.
-Tranquila, ahora te lo limpio yo. No te muevas – dice en tono tranquilizador y Jota echa una foto -. Uf, me encanta –dice

Jota chupa mi sangre que brota por las nalgas y después me limpia de nuevo con cristalmina.
-Ya no más, por favor – le pido
-No, tranquila.
El nivel de dolor había subido evidentemente por la herida que ya tenía y después de sangrar no veía correcto continuar, aunque eso no significa que no quisiese continuar.
-¿Te gusta lo que te hace tu dueño?
-Sí, todo – susurro bajito.
Descanso un poco de pie para que seque y absorba la cristalmina. (Venga, ya solo quedan las agujas) – pienso mentalmente. Pido permiso para beber agua e irme al ventilador. Necesito aire en el culo y Jota me lo concede y se acerca a mí.
-Vamos a tener que llegar a un acuerdo tú y yo eh -: ¿Estás bien? –me abraza y besa.
-Sí –le respondo contenta.
-Mi pequeña, estoy muy orgulloso de ti.
Le sonrío tímida y con orgullo rebosando por los poros de mi cuerpo.
-Creo que ahora vamos a ir con las agujas.
-Pues sí, ya que estamos… - le digo provocando y sonríe.
-Descansa y empezamos.
-Estoy bien, de verdad.
Bebo agua mientras Jota prepara las agujas. Acerca la mesa al sofá, se sienta en éste y yo permanezco de pie delante de Jota. Coge la primera aguja, expulso aire para liberar tensiones y relajarme y espero a recibirla.
-Quería decírtelo para que te acostumbraras, ya te digo que en el pezón te va a doler –me avisa
-Lo sé.
Te las voy a poner primero en una y luego en la otra para que asimiles el dolor y sepas como es:-¿Crees que te vas a marear?
-No creo, vamos espero que no.
-Daira es fuerte y sé que puede con todo –me anima:- Dame un beso –me ordena.
Nos besamos con pasión, con ganas, nuestras lenguas se entrelazan y mis labios muerden con sigilo los de Jota. Me excito cada vez más. Me echa cristalmina, agarro su mano libre y con la otra me estiro la piel para ayudar a Jota y tenga mejor facilidad para pinchar la aguja. Me inserta dos en la teta derecha y una en el pezón despacio, siento como va entrando poco a poco, asimilando y acostumbrándome al dolor emito chillidos y cierro los ojos pero no es nada que no se pueda soportar, es pasajero. La primera teta ya está lista, el dolor permanece unos efímeros segundos y desaparece.
-¿Estás bien? – Jota se preocupa
-Sí señor –le sonrío para tranquilizarle - ¿Me va a echar foto verdad? – pregunto sin un ápice de vergüenza.
-Claro, después de la que vamos a liar como para no echar fotos. ¿O sea que te estoy poniendo agujas y tú estás pensando en fotos? –se ríe sorprendido
Hombre, lo suyo es guardar la experiencia. Turno a la otra teta representando exactamente lo mismo que con la otra, cristalmina, inserta dos en la teta, siento y oigo como va rompiendo la piel al unísono que se pincha hasta estar metida completa. El pezón me duele, incluso más que el otro pero chillo un poco simplificando el dolor. Ya hemos terminado y Jota vuelve a asegurarse para ver si estoy bien, le asiento.
-¿Te tendré que dar recompensa no?
-Siii –nos reímos los dos.
-Eres una zorra eh.
Jota fotografía las tetas con las agujas y me las quita. Me echa cristalmina y limpia la zona con algodón. Después me da a mí otro. Descansamos un rato para recomponerme del volcán de emociones vividas anteriormente mientras retiro con un algodón y cristalmina los puntitos de sangre, sobre todo en los pezones que sale un poquito más. Me ordena que me vista y ante la atenta mirada de Jota me pongo la ropa interior, las medias, el vestido y el liguero que se me resiste porque no me quita ojo y me pone nerviosa. ¡Joder! Al final desisto y no me lo pongo. Sentado en el sofá ordena que me sitúe de rodillas en el suelo delante de él.
-Estás muy guapa.
Sonrío tímida sin mantener contacto visual con él. Me acurruco en su pecho, huele muy bien y bajo hacia el ombligo mientras le rodeo la espalda con mis brazos.
-Nunca te han echado tantos piropos ¿eh? Pues créetelo.
Las palabras de Jota me hacen sentir susceptible, vulnerable, emocionada y segura al mismo tiempo. Mis inseguridades se mueren cuando estoy con ÉL. Se desabrocha los pantalones y lleva mi cabeza a los calzoncillos donde guarda su polla que la huelo y chupo por encima.
-Tienes hambre ¿eh?
Se baja los calzoncillos y me la ofrece, toda para mí. Mm sabe a gloria. La hago mía durante cortos minutos. Nos levantamos, me pongo los zapatos y vamos de la mano hacia el balcón. Solo de imaginármelo ya me pongo cachonda. En el balcón tan solo habitaba una solitaria silla blanca típica de piscinas y las voces de la calle. Se pone detrás de mí y frota su erección sobre mis nalgas. Me doy la vuelta y bajo de nuevo a la polla. Le miro mientras se la como.
-Joder que vistas -dice
Cuando cree oportuno me la quita y me apoyo en la barandilla ofreciendo el culo a Jota que me mete la polla por la vagina. Entra sin necesidad de lubricación, ambos gemimos débilmente o bueno yo lo intento porque me da morbo que me escuchen. Me pongo de rodillas en el suelo, junto las piernas y saco la cabeza por los barrotes, ahí estaba el camarero recogiendo las mesas y mi morbo se acentúa de saber que puede mirar en cualquier momento. Mi rostro expresa deseo, vicio… Jota tira fuerte de mi pelo echándome la cabeza hacia atrás y me golpea con sonoros azotes mientras se hunde una y otra vez en mí.
-Joder que morbo –dice Jota
Vuelvo a mi posición inicial, de pie apoyada en la barandilla donde me penetra largos minutos y para, me coge del pelo y me lleva hacia la mesa redonda de dentro donde me coloco en la misma posición, manos que sudan y resbalan en el cristal y culo bien expuesto. Me folla duro ahí y nos vamos a la otra mesa, me siento, me la mete y me relajo tumbándome para disfrutar mejor del espectáculo.
-Chúpate los dedos y tócate, que no hemos terminado.
Toco mi clítoris mientras la polla entra y sale rápido de mí.
-¿Quieres correrte?
-Sí, pero todavía no.
-Pide permiso cuando estés llegando y das las gracias cuando te corras.
Preciso de más por lo que Jota parece que se impacienta y va a por algo a la mesa.
-Te voy a ayudar un poco – me da el Hitachi y añade -: luego me voy a correr en tu boca, estoy muy a gusto aquí, que suave.
Me torturo a mí misma con el vibrador, buscando mi placer y mis orgasmos. A Jota se le acaba la paciencia por no correrme y me da una hostia.
-¿Qué pasa que no te quieres correr o qué? Quiero que te corras con la polla de tu dueño dentro. Sube uno.
Coaccionada por Jota, subo la intensidad del Hitachi y me obligo a correrme. Cuando estoy a punto pido permiso y me lo concede quedando saciada con un intenso orgasmo.
-Gracias señor.
Me tumbo bocabajo por orden de Jota:
-¿Vas a poder masturbarte en esa posición?
-No sé, lo intento.
Se intenta pero es imposible asique desde otra perspectiva de la mesa me pongo bocarriba con el Hitachi y con la cabeza colgando en el borde Jota mete la polla en mi boca y me corro de nuevo. A Jota le da calambre en la polla cuando se la como por lo que me bajo de la mesa y vamos a la silla inicial, se sienta y de rodillas le pregunto para asegurarme que ya no le da calambre:
-¿Mejor?
-Sí, sí – dice con cara de placer.
La sigo haciendo mía durante varios minutos. Nos levantamos y apoyando mis manos en la silla me vuelve a follar duro, rápido, elevo mis piernas y quedo de rodillas en ésta. Ahora Jota vuelve a sentarse y yo a horcajadas en ÉL cabalgo, nos besamos con pasión, araño con sigilo la espalda de Jota confiando en que me lo permita. ¡Uf! Calor, morbo. Me encantaría poder arañarle más fuerte pero temo que me regañe. Me levanto y Señor permanece sentado. Me coloco de rodillas y se la como de nuevo mientras me devuelve el Hitachi para que me siga masturbando con él. Durante minutos me centro en ambas cosas, luego decido despegarme un poco el Hitachi y centrarme en mi alimento.
-Ponte bien el Hitachi –me ordena
Jota se da cuenta ya que mis gemidos no son excesivos.
-Sube la intensidad. Así nos corremos los dos a la vez.
Trabajo con ambas cosas y emito gemidos y gruñidos como se me permite, tengo la boca bien ocupada ;). Las piernas de Jota se tensan, tiemblan, él resopla, sé que le queda poco.
-¿Quieres cenar?
Le asiento y se deja llevar en mi boca. Voy sintiendo como entra el caliente líquido y lo mantengo en la boca por orden de Jota. Éste se levanta y yo sigo entretenida con el Hitachi, me apoyo en la silla para estar más cómoda. Señor me azota fuerte con la mano y con el flogger, golpeándome duramente en el culo y en el coño, en uno de los golpes me hace demasiado daño, mi pierna izquierda se eleva y mi cuerpo se ladea. Gruño.
-Vuelve a tu sitio –me exige
Cada vez me siento más condicionada por Jota, me obliga a correrme y ya he perdido la cuenta, crece la impotencia de no poder hablar y mis lágrimas están a flor de piel aunque sería absurdo decirle que ya me he corrido infinitas veces, el errático Jota nunca tiene suficiente. Otro golpe demasiado doloroso me hace entrar en cólera, giro mi cabeza lanzando una mirada fugaz con ira, resentimiento y rabia y Jota se detiene. Me da permiso para tragar el semen y sentarme en el suelo. Subo la intensidad del Hitachi y me da hostias por no correrme. Jota está delante de mí observando todo lo que hago.
-Ya me he corrido –digo entre sollozos, desesperación y rabia.
Se me hace imposible contener las lágrimas y estallo en un llanto amargo mientras evito el contacto visual con él.
-¿Lloras? ¿Por qué lloras? ¿No agradeces los orgasmos que te da tu dueño?
Me presiono hasta llegar al último orgasmo que agradezco rápidamente para que acabe esto ya. Me quita el Hitachi y lo para y me abrazo a su pierna desconsoladamente. Me levanta, da un abrazo y mi llanto se apacigua, me tranquiliza, me calma…

Daira.

jueves, 14 de junio de 2018

Sumando y superando experiencias: momificación


Ya en casa de Jota y tras escasos minutos de conversación, un inesperado “La pizza ya está en el horno, Daira vístete” me saca de mi tranquilidad.
-¿Ya? – pregunto
La sesión empezaba antes de lo habitual, aun no habíamos cenado y todo me descoloca. La única orden que tenía era tacones y tapones. Voy al baño a prepararme para que Jota no me viese lo que me iba a poner para ÉL. Elijo un body entero de encaje atado al cuello y con liguero, ropa interior, falda de cuero, camiseta de topos, zapatos altos y mi collar de perra, todo negro y labios rojos.
-¿Puedo salir? – le pregunto a Jota que espera en el sofá.
-Sí –me contesta
Me dirijo al salón sin quitarle ojo a Jota ni ÉL a mí y cuando llego se levanta y se me acerca cogiendo mi mano y dándome una vuelta mientras me halaga.
-Que buena estás. Podríamos poner este atuendo como oficial para sesiones ¿Eh?
Le sonrío sonrojada y me besa. Me alegra que le guste. Levanto mi falda por orden y me estudia de arriba abajo.
-¿Hay alguna forma de quitar el tanga?
 -No, es que es entero –refiriéndome al body.
-Bueno, algo podremos hacer.
Espero pocos segundos en el sofá y Jota saca la cena. Voy hacia la mesa y me ordena levantarme la falda y sentarme en la silla como había hecho recientemente.
-Cierra los ojos.
Con curiosidad los cierro y escucho como Jota mueve la mesa con sigilo y se mete debajo de ésta para encontrarse con mi clítoris.
-A cenar – dice Jota irónico
Mis piernas se contraen por la sorpresa pero las abro de inmediato para darle buen acceso a Jota, mi respiración comienza a acelerarse y mi coño a mojarse.
-Ves cenando.
Estoy que no me lo puedo creer. Cojo un trozo de pizza y quema, excusa perfecta para centrarme y disfrutar de la lengua y del idílico y morboso momento. Miro hacia abajo para comprobar si desde mi perspectiva veo a Jota y sí, nuestras miradas se cruzan fugazmente y doy pequeños mordiscos a la todavía ardiente pizza que soy incapaz de comer por la culpable lengua que me devora bajo la mesa durante varios minutos. Jota se retira y sale de debajo de la mesa donde nos miramos y sonreímos.
-¿Qué te ha parecido mi cena?
-Muy bien –digo riéndome
Se acerca y lleva mi mano a su paquete, está completamente duro y firme.
-¿Tú te crees que esto es normal?
Me río avergonzada y tentadora a la vez. Se sienta a mi lado y comenzamos a cenar, bueno yo a intentarlo ya que estoy completamente excitada, húmeda y agitada.
Durante minutos reposamos la cena y Jota va a la ducha mientras espero a que termine. Cuando sale con su camisa azul, pantalones oscuros y botas me ordena ir al baño a lavar lo que ha dejado en el lavabo. Algo me podía imaginar y mis sospechas no fallan: un consolador negro de gran dimensión y una boquilla de una botella, sé para qué son ambas cosas. Me entra calor y las lavo con ánimo.
Vamos a la habitación, se planta delante de mí y me besa.
-Hoy no te vas a correr hasta que yo no te diga. Te voy a calentar muchas veces. ¿Lo has entendido?
-Sí, Señor.
No por dios, otra sesión privándome de orgasmos no. Pero sé que puedo controlarlos y no va a haber represalias. Quita mi falda y sentado en la cama me ordena que me tumbe boca abajo en su regazo. Arranca con la mano azotándome suave y asegurándose de que no me hace demasiado daño ya que aún tengo moratones y dolor de la anterior sesión. Poco a poco va subiendo ritmo e intensidad. Cierro mis ojos, apoyo brazos en la frente y mi cuerpo y mente están en perfecto estado de relajación, recibiendo y disfrutando de los azotes que me propina y excitándome en cada comentario provocativo e insinuador de Señor.
-¿Relajada?
Asiento y ladeo la cabeza para que vea mi cara.
-¿Tenías ganas de sesión?
-Sí Señor.
Durante un rato Jota sigue azotándome en cada nalga y centro, coloreando mi ardiente culo y empapando mi coño.
-Mm…ya lo tienes rojito.
Sonrío provocadora. Me incorporo y coloco a cuatro patas en la cama por petición de Jota que se pone de pie en el lateral de ésta para que se la coma. Una vez lista la introduce en mi vagina suave para después aumentar ritmo, intensidad y placer a la vez que va dilatando el ano y me toco el clítoris mientras tanto.
-No te corras eh –me advierte
Niego con la cabeza. Tras varias embestidas más llevo mi mano a la pierna de Jota señalándole que pare porque me voy a correr.
-Buena chica.
Sale de la habitación y vuelve con el consolador que me lo ofrece para meterlo yo misma mientras ÉL mete su polla en mi preparado culo, simulando y preparándome para un trío. Meto y saco el consolador al unísono que Jota se mueve por detrás y me folla el culo. Tira de mi pelo fuerte, miro al espejo y me excito cada vez más. Mientras tanto toca mi clítoris.
-Triple placer para ti solita ¿eh?
Sonrío.
-¿Este culo de quién es?
-Suyo.
Estoy algo incómoda y me coloco bocarriba donde me sigue penetrando por detrás, dejo el consolador y ahora soy yo la que excito a mi hinchado clítoris por orden de Jota. Nuestras excitadas miradas se encuentran momentáneamente. Por diversos motivos estoy algo rallada y necesito parar, Jota lo sabe y no duda en hacerlo.
-¿Estabas tú nerviosa hoy o qué? –me pregunta con ternura mientras me abraza.
Asiento y le sonrío tímida. Me siento confundida y decepcionada conmigo misma.
-¿Quieres que te relaje tu dueño?
Afirmo sonriendo. Me tumbo en la cama bocarriba y Jota empieza a comérmelo, hunde dedos en mí y me da para que chupe. Sube y baja por mi cuerpo, pasando por pezones, barriga, punto débil donde me estremezco y retuerzo en la cama y llegando de nuevo a mi coño.
-¿Esto te gusta a ti eh?
Le sonrío tentadora mientras se explaya con mi clítoris y le hago parar porque me voy a correr.
-Bonita- me susurra mientras se incorpora.
Me pone bocabajo y me azota continuamente y fuerte con la mano. Oigo un ruido sospechoso de cinturón y miro para corroborar. Al verlo cruzo y hundo los brazos en la cara para relajarme y concentrarme. Lo coge y me azota seguidas veces y duro con éste.
-La última vez que piensas y te rallas delante de tu dueño –dice en un tono tranquilo.
Jota me castiga por lo sucedido minutos antes. Me reincorporo y vuelvo a ponerme a cuatro patas donde me penetra nuevamente y me folla salvajemente. Siento como algo quiere salir de mi interior. ¡Mierda, otra vez!
-Pare, me voy a correr –digo rápido
Bebo agua y cuando ya estoy lista me obliga a deshacerme de toda mi ropa, quedando tan solo con el collar. Voy hacia la puerta del baño donde cuelga el columpio. Una vez colgada y atada en éste Jota va hacia la habitación y coge el Hitachi, mi cuerpo tiembla literalmente. Se avecina tortura. Primero rinde homenaje a mis pezones, los chupa, juguetea y tira de ellos hasta que se endurecen. Me planta el vibrador en el coño bien abierto, me tortura y por supuesto se pone entre mis piernas para impedirme cerrarlas.
-Ahora ya te puedes correr las veces que quieras.
El placer es intenso, más intenso que nunca, supongo que debido a la suspensión de mi cuerpo y las ataduras del columpio en las piernas. Me corro varias veces mientras me atosiga con el loco vibrador. Mi boca protesta continuamente a modo de súplica.
-¿Te creías que no podría ser más cabrón?
Niego con la cabeza, por supuesto que no me lo creía. Me retuerzo tanto de la desesperación que me pongo incluso de pie de la intensidad, gimo, grito y doy patadas involuntarias. Miro la cara de Jota por si le doy sin querer y se enfada. Me quejo y gruño, tiro de las cuerdas del columpio, el pomo de la puerta se me clava en la espalda pero lo ignoro y apoyo los pies en la pared de enfrente. Jota lo para y se pone de rodillas entre mis piernas para devorarme de nuevo el coño. Me lo come llegando a otro intenso orgasmo. El morbo se acentúa cuando Jota me penetra y me folla complaciéndome uno de mi gran secreto a voces. Miro como entra y sale de mí su polla y me abrazo a su cuello disfrutando de otro placentero y efímero momento ya que Jota es imparable y no se cansa de putearme y me vuelve a torturar con el Hitachi.
-Quiero que te corras.
-Ya me he corrido – le digo desesperada
-Poco, quiero que te corras más.
Me corro indefinidas veces y al tirar de una cuerda el columpio se suelta y cae, por suerte Jota como siempre tan atento puede cogerme en brazos para no caerme y hacerme bastante daño. Al final todo queda en un susto. En la habitación me siento a horcajadas en ÉL mientras descansamos y nos relajamos un poco.
Le toca el turno a la momificación, la incógnita está a punto de descubrirse. ¿Entraré en estado de shock? ¿Seré capaz de controlar mi mente? ¿Aguantaré? Jota me saca de mis pensamientos.
-Te voy a dejar los pies libres, si necesitas parar los mueves ¿Vale?
-Vale – contesto nerviosa.
Dominada por el miedo, respiro fuerte y expulso el aire para relajarme. Empiezo colocándome los tapones y dejo rápidamente de escuchar. Cierro los ojos, pego los brazos al cuerpo y Jota comienza a envolver a ritmo lento y pausado la parte superior de mi cuerpo. Inmovilizada de esa parte, me siento en la cama y explica cómo ponerme la boquilla de la botella en la boca para poder respirar. Ya colocada me ayuda a tumbarme en la cama y me envuelve la parte inferior uniéndola con la superior, quedando así totalmente inmovilizada de cuerpo. El calor ya se empieza a apoderar de mí. La peor parte y más difícil para mí viene ahora, la cabeza. Jota pone el papel de film despacio sobre mi cabeza tapando toda mi cara y dejando libre la boquilla que gestiona mi respiración. Estoy privada de todos los sentidos y lo único que me queda es el sonido de mi propia respiración que entra y sale por la boquilla. 




Me hace experimentar un sentimiento de vacío perdiendo la conciencia del tiempo por lo que me obligo a concentrarme en lo que siento. Parece que estoy enchufada a una máquina de hospital. Solo de pensarlo se me corta la respiración pero de inmediato mi cabeza da un giro y me concentro, sugestionando a mi mente y apoyándola. El papel se pega a mi nariz y siento pequeñas sensaciones de asfixia por lo que me pongo nerviosa y hago lo que puedo para que se despegue y entre aire. Aislada por completo de los estímulos exteriores asumo la impotencia de la situación y la sensación de vacío es liberadora porque el tiempo desaparece y todo se vuelve lento y relajado, me ayuda a concentrarme en mis pensamientos y me obliga a centrarme en mí misma. Escupe babas en el embudo. Yo no las siento, no me doy cuenta.
-Aaai, mi pobre Daira.
Un eco lejano de la voz de Jota se cruza entre mis pensamientos pero los disuelvo rápidamente. Siento como algo me roza suavemente, el flogger. Me acaricia lentamente y azota por todo el cuerpo con éste, sinceramente no sé si fuerte o flojo, no sabría decirlo exactamente. Con furia me abre el papel que cubre mi coño y me lo excita con la mano por fuera y por dentro.
-Tranquila que no voy a parar – me amenaza
Me muevo lo poco que me permite la inmovilización, arqueando mi cuerpo escasos milímetros de la cama. Jota me quita la boquilla dejándome libre la boca y se coloca a mi lado mientras sigue tocándome. Al menos ahora ya puedo protestar con la boca. Me la tapa con el papel y enseguida le niego con la cabeza, me agobia y eso no puedo tolerarlo. Jota, que no me quita ojo, me la retira de inmediato.
Con vehemencia rompe toda la parte inferior dejando mis piernas totalmente libres y su lengua se sacia de nuevo con mi coño. Permanezco totalmente quieta para no causar daños y evitar complicaciones mientras va cortando el papel de la cabeza hasta quedar liberada por completo. Quito los tapones, suspiro y muevo los brazos y piernas para avivarlos y acostumbrarme de nuevo a la realidad. Siento una inmensa sensación de alivio. Bebo agua para no deshidratarme. Mis sentidos se van despertando poco a poco y mi cuerpo entra en un estado de frío, supongo que por el cambio de temperatura. La baja temperatura dura poco cuando en la misma posición en la que me encuentro pero ladeando la cabeza, Jota me planta su polla en la boca y mientras me toca el clítoris. Debido a la incómoda postura y a lo difícil que resulta concentrarme, dejo de chupar y me centro en las manos de Jota que no dejan de torturarme. Señor para, sale de la habitación y mientras tanto me concedo unos breves segundos de descanso. Regresa con un cinturón con el que me ata las manos a la cadera y pegadas al cuerpo dejándome inmóvil por la parte superior. Abro y flexiono las piernas y junto los pies.
-No separes los pies, no te lo voy a repetir dos veces.
Me azota con el flogger en el coño y doy pequeños respingos por la sorpresa y el dolor que me causa. Después me toca por dentro el punto G.
Me desata el cinturón y me ordena posición de 4 patas. Me penetra y folla duro. Tira de mis pezones y de mi pelo, miro al espejo, me araña la espalda y muerde mi culo. Me siento sobre mis piernas y Jota pone un cojín debajo donde será su cabeza la que repose en él.
-Tengo hambre – me dice
Se tumba y me subo encima de ÉL en 69 y así disfrutamos al unísono ambos del otro. Miro al espejo y veo a Jota concentrado en mi coño, la escena me da morbo para variar y sigo haciendo mía la polla de mi dueño. Los dos gemimos y me excito aún más de escuchar a Jota, de saber que le está gustando, que lo está disfrutando como yo. Se sienta en la cama para que trabaje yo sola y centrarnos en lo mismo. Me percato de que me está grabando y miro con sigilo y provocación a la cámara y a él mientras se la como. Coge mi pelo para que no me estorbe, atenta a los movimientos de las piernas de Jota bajo el ritmo cuando sé que le queda poco y culmina en mi boca.
-Vaya lengüecita estás echando –dice saciado
Nos tumbamos en la cama y me acoge en su pecho donde descanso y mi respiración y ritmo cardíaco vuelve a la normalidad.
Pese a algunos detalles que no han salido como esperábamos, me siento orgullosa de mí misma, por haberme enfrentado a mis miedos y fobias y superarlos con creces.

Daira.

jueves, 7 de junio de 2018

Orgullo de vara.


No falla un día en el que mi cuerpo no esté nervioso, supongo que todo se junta: las semanas que se hacen largas, las ganas de ver a Jota, de sesionar, de probar, de experimentar, de evadirme de un mundo vainilla y sumergirme en mi otro mundo.
-Pasa.
Solo necesito sentarme a hablar con Jota para que me olvide de todo lo que me come a mí alrededor.
Jota me coloca en la mesa redonda para probar objetos nuevos, con ropa puesta expongo el culo y me azota con una pala de madera que perfectamente es más grande que mi culo, no me hace demasiado daño ya que llevo aun los vaqueros. Se lo digo a Jota y éste me obliga a bajarlos. Ahora sí, pica bastante pero lo soporto. Coge un martillo de madera que sirve para amasar carne y hace lo mismo. Ya se le ha encontrado otro uso. Esto duele mucho más. Los pinchos del martillo se me clavan en la carne.
-Ya se te pone el culo rojito, me encanta.
Jota me da golpecitos suaves pero continuos para calentar la zona. Ya la siento un poco ardiente. Subo mis pantalones, esto simplemente había sido para probar los objetos. Jota va a la ducha y espero impaciente a que salga. La puerta del baño se abre y escucho su voz:
-Daira, ven.
Acudo a su llamada y al pasar al baño Jota está de pie esperándome en la puerta, desnudo y aun mojado con una erección más que evidente. No me hacen faltan órdenes textuales para saber lo que tengo que hacer. Me posiciono de rodillas e introduzco de inmediato mi polla en la boca. Durante minutos la hago mía, la saboreo, la disfruto y me mojo automáticamente.
-Vete a la habitación y espérame desnuda y de pie.
Las órdenes de Jota son concisas y sin decir nada camino hasta ésta. Quito mi ropa rápido por si Jota regresa y aun la tengo. Espero nerviosa, vamos a hacer una prueba de momificación para ver mi reacción y sensaciones. Como toda práctica nueva me genera nervios, curiosidad, ganas, miedo… Inspiro y espiro el aire con lentitud para relajarme. Sacudo mis brazos y manos. Jota regresa a la habitación con su camisa azul, pantalones oscuros y zapatos, y se acerca a mí.
-Abróchame los botones de la camisa.
Con ánimo y alegría se los abrocho, aunque en el fondo sé que lo hace para probarme, ver mi reacción y las ganas que le pongo, no finjo para contentarle, simplemente lo hago con gusto sincero y dedicación.
-Abre los brazos.
Jota comienza a momificarme por la parte de arriba, por el pecho. Da dos vueltas y me dice:
-Brazos apoyados en el cuerpo.
Pego mis brazos y manos a mi cuerpo y observo expectante como Jota poco a poco va cubriendo mi cuerpo con el papel transparente de fil. Tras varias vueltas y apretarme bien sobre el cuerpo finaliza y cubre un poco las piernas, suficiente para no poder moverme ya mucho.
-Siéntate en la cama y túmbate.
Voy hacia ésta andando como un si de un pingüino se tratara, me siento y tumbo en la cama como puedo, como me permite mi cuerpo. Subo hacia arriba como una serpiente para darle buen acceso a Jota, subir mis pegadas piernas, apoyar los pies en su pecho y continuar momificando mis piernas.
-¿Qué tal la experiencia? ¿No es muy incómoda no?
-No, por ahora no.
-Te voy a cubrir un poco la cabeza, ¿vale?
Acepto, respiro profundamente, cierro mis ojos y me preparo. Jota sabe que lo voy a pasar mal, el pánico que me da la momificación, especialmente por la cabeza pero siempre estoy dispuesta a probar, dure lo que dure, aguante lo que aguante. Tengo claustrofobia y todo lo que sea taparme nariz, boca, estar a oscuras, encerrada y demás me dan fobia.  Las tijeras están a mano por cualquier complicación y para que pase lo que pase decírselo a Jota. Eso me tranquiliza y sobre todo ÉL, su atención sobre mí y mi absoluta y plena confianza en ÉL. Cubre la mitad de la cabeza, dejándome libre la nariz y boca. Siento algo extraño, no tengo miedo aunque por mi cabeza rondan miles de preguntas. El calor que genera es inmenso. Ni yo me creo que esté tan relajada en la situación que me encuentro. Venciendo mis miedos, sintiendo sensaciones extremas y diferentes y esto solo es una prueba. Mis ganas de cubrirme todo el cuerpo son inexplicables. Jota echa fotos, a pesar de que tengo los ojos cerrados lo sé, lo siento… Acaricia mi cuerpo con su mano y me dan cosquillas, sonrío sigilosamente. Coge el flogger y me azota por todo el cuerpo, liberando miedos y estrés y activando relajación. Coge las tijeras y corta despacio el papel transparente, empieza por las piernas, sigue por el cuerpo y termina por la cabeza.
 -¿Estás bien?
-Sí – le sonrío
-Bien, ahora vete a arreglar.
Me dirijo al salón para prepararme y ahora sí dar comienzo a la sesión. La única orden era zapatos de tacón, a mi gusto. Elijo un vestido ajustado negro y tanga a juego, y zapatos rojos a juego con el sujetador. Pongo mi collar y lista.
Desalojamos el salón, apartando sofás y colocando la mesa redonda en el centro de éste, quedando poco a mí alrededor.
Totalmente quieta y con Jota detrás de mí escucho sus palabras susurrantes en mi oído mientras acaricia mi culo despacio.
-Hoy te voy a dejar el culo hecho un asco.
Sus palabras electrizantes me erizan la piel y mi cuerpo tiembla. Asimilo la sesión que me viene por delante, toda con vara para probar mi resistencia, esa es la idea de esta sesión.
-Que bien te queda el negro.
Mi boca se mueve a un ritmo lento para darle las gracias a Jota, pero esa palabra es invisible, no soy capaz de pronunciarla.
-¿Me la vas a comer luego con este vestidito?
Asiento con provocación, para esto si soy capaz de reaccionar rápido.
-Apóyate en la mesa y el culo todo lo expuesto que puedas.
Voy a ésta y me posiciono tal cual me ordena Jota. Éste cierra las cortinas del balcón.
-Así mejor, para que te concentres.
Agacho la cabeza y solo contemplo la dura mesa de madera.
-¿Preparada?
-Sí.
-¿Sí, qué?
-Sí, Señor – corrijo de inmediato.
Acaricia mi culo suavemente con la vara calentándome, preparándome… da un azote al aire y el silbido de la vara provoca un efecto asustadizo en mí, y sin más preámbulos arremete duramente con la vara regalándome los primeros azotes. Mi cuerpo se encoje a cada golpe dado y recibido, asimilo el dolor…
-¿Cuántos llevas?
-Cinco.
-Bien.
Inconscientemente había contado mentalmente sin esperar que Jota me preguntara. ¿Casualidad? ¿Complicidad? Quien sabe…. Señor sigue azotando y evidentemente ahora cuento con más razón aun.
-¿Y ahora?
Durante unos segundos pienso con atención, refresco mi memoria y contesto algo insegura…
-Dos en el contra muslo y cuatro o cinco en el culo.
-¿Cuántos azotes quieres?
La pregunta me pilla por sorpresa, no sé exactamente qué contestar, si digo pocos quizá se enfade y si digo muchos me haré daño a mí misma. Pensamientos imborrables, dudas y miedos sobresaltan ¿Volveré a sobrepasarme? No tengo buen recuerdo de la vara asique como no quiero llegar a extralimitarme de nuevo y después de pensar varios largos segundos, opto por decir poquitos, la noche es larga y Jota no se cansa, tendré tiempo de recibir muchos más.
-Diez–contesto decidida.
-Cuenta en alto.
Atesta el primer golpe.
¡Uno! – cuento con ganas.
¡Dos! –igual.
Los convierte en tres, cuatro, cinco…. Y mi voz va sonando más débil.
¡Seis! – vuelvo a decir con fuerza.
… ¡Diez! – finalizo de contar con endereza.
Mis nalgas van cogiendo temperatura a un ritmo desenfrenado, se van marcando de color rojo…supongo, y mi sexo está más que húmedo. Emito sonidos de placer, gemidos mudos y de dolor en cada golpe.
-¿Por quién haces esto?
-Por usted.
-¿Quién soy yo?
-Mi dueño.
-¿Te gusta tu dueño?
-Sí, Señor –levanto la cabeza para mirarle y dedicarle una tímida sonrisa.
-Más alto
-Sí, Señor –contesto alzando un poco la voz ya con la cabeza agachada de nuevo.
Jota me acerca su dedo corazón para que lo chupe, simulo que es una polla y lo chupo con ganas simultáneamente que recibo más azotes.
-Me estás poniendo cachondo –añade -: ¿Quieres seguir con los azotes o prefieres polla?
Joder, ya estamos otra vez con las preguntas comprometidas, nunca sé realmente que contestar ante este tipo de preguntas. Se me olvida por completo que esta misma pregunta ya me la planteó en la sesión diez y contesté lo mismo que hoy…
-Lo que quiera –respondo con algo de miedo.
-Cuando te dé a elegir algo tienes que elegir la que más te convenga – dice furioso mientras me tira fuerte de mi pelo y así ver mi cara. ¿Lo has entendido?
-Sí, Señor –respondo atemorizada y Jota besa la comisura de mi boca.
-Ahora ya no vales nada.
Su descalificación me hace más daño que cualquier golpe. Jota sigue con sus innumerables azotes, hiriéndome cada vez más, sintiendo más y más dolor sobre mi culo ardiente. Mis ojos comienzan a mojarse, pero me niego a llorar. Cierro mis ojos, respiro, lucho con mi fuerza interior, me auto motivo mentalmente y tengo el control de mis lágrimas.
-¿Te están gustando?
-Sí, Señor.
-¿Quieres más?
-Sí, Señor.
-¿Aguantarías uno muy fuerte?
Pienso…
-Si es uno si- me atrevo a contestarle.
Respiro profundamente para recibir el fulminante y nocivo golpe que atesta sobre mí sin consideración. Mi cuerpo y pies sobrecargados se deslizan hacia delante y mi boca emite gruñidos.
-Me encanta que aguantes tanto por mí.
Señor no escatima en azotes, el dolor se vuelve cada vez más intenso, se sacia con mis nalgas, especialmente en la derecha, destrozándola, endureciéndola. Mis manos están sudorosas y resbaladizas y las froto sobre ellas mismas para secarlas. Jota me aconseja curarme la zona en los próximos días. Da golpecitos suaves pero de forma continuada sobre ambas nalgas y en la parte inferior de éstas. Encojo el cuerpo al darme en la pierna. Palpa, acaricia y besa lentamente mi culo suavizando y aliviando el dolor.
-Tócate la nalga derecha, sin girarte.
Mi nalga está dura como una piedra, tanto o más como en una sesión anterior. Jota cesa en azotes y me da un respiro.
-Aprovecha y bebe agua si quieres que aún no hemos terminado.
Cojo la botella de agua que me esperaba gustosamente en la mesa de al lado, me sacio con el agua y con mis manos mojadas por la botella, acaricio mi culo lentamente para calmar el dolor y la elevada temperatura que permanece en él.
-¿Estás bien?
-Sí… contesto tímida
-Ven.
Jota apoya las manos y culo en la mesa redonda y me pongo delante de ÉL de rodillas, esperando que me dé orden de lo que deseo en ese momento.
-Desabróchame el pantalón.
Deseosa le desabrocho el pantalón y miro sus ojos esperando su aprobación para bajárselos mientras la rozo y huelo por encima de éstos. Lo hacemos los dos a la vez y en cuestión de segundos me la follo en mi boca. Sintiendo su jugosa erección crecer dentro de mí.
-A ver esa lengua – se la enseño- ¿Te gusta tu premio? –Asiento y dice -: Zorra
Devoro su polla, la preciada polla de mi dueño. Me pego un festín con ella, le redondeo el glande como le gusta a Jota, la chupo de arriba abajo, la beso, acaricio mis labios con la punta.
-Si sigues así vas a tener re-cena. Te estas ganando bien la leche, vas a tener mucha leche. Merecido premio.
Provoco y sigo haciéndola mía, avivándome por cada comentario que me dice Señor. Manipulándola con la mano simultáneamente, echo saliva en la punta para lubricarla aún más y que se deslice mejor la mano.
-Eso es, escupe en la polla.
Lo hago pero no de la forma que Jota quería y me da hostias.
-¿Eso es escupir? Escupe bien, coño –dice furioso
Preparo una cantidad de saliva y escupo con fuerza en su polla para segundos después limpiarla con mi lengua. La excitación se apoderó de mi hace mucho, pero cada vez estoy más…y más…y más…
-Los azotes te avivan ¿eh? – Sonrío con la polla en la boca – Menuda mamada.
Ahora toco y acaricio los testículos a la vez que se la sigo comiendo. Toca mis tetas y tira de mis pezones. Me sujeto con mi mano derecha en su pierna mientras que con la izquierda le toco y Jota me lleva la mano a su cadera mientras me da suaves caricias.
-Me encanta que hagas todo lo que te digo. Ven, que me está gustando esto.
Jota va al sofá más cercano y se sienta en él, yo de rodillas sigo con mi trabajo. Sujeta mi pelo para que no me estorbe y pone su pie en mi espalda acomodándose aún más en el sofá.
-Haz lo que quieras con ella, es tuya.
Con mi técnica y táctica amarro cada segundo que se me permite con la polla y sigo haciendo disfrutar a mi dueño y haciéndome disfrutar a mí misma, estoy bañada en mis propios flujos. Jota con sigilo va ordenándome poco a poco que  le chupe los testículos y vaya bajando por éstos. Sé dónde quiere llegar pero me hago la tonta, disimulo y me quedo en los testículos. Ya no puedo fingir más y bajo hacia el culo, nunca le he comido el culo a nadie y la práctica me da un poco de recelo pero no me resulta desagradable y desde mi poca experiencia en esa práctica lo hago como mejor puedo y con empeño. Jota no parece insatisfecho lo cual me hace sentir más seguridad. Subo de nuevo a su polla para que Jota finalice en mi boca entre gemidos de placer.
-¿Y esa cara de orgullo? –dice con algo de mofa.
Yo sonrío sin darme cuenta, no había sido consciente que en mi cara había expresión de orgullo.
-Nunca me lo habían hecho –confiesa.
-Ni yo se lo había hecho a nadie – confieso también.
Vuelvo a mi posición inicial en la mesa donde Jota me sorprende diciéndome que ha grabado todos los azotes de la vara, que dura 15 minutos y descansamos viendo un poco del vídeo mientras me rodea la cintura y yo sujeto su mano. Me informa que perdió la cuenta en el varazo 67…por lo que después de revisar el vídeo hay una gran intuición de que hemos podido llegar a los 200. Atónita me hallo, no me puedo creer que haya sido capaz de soportar tantos varazos.
-¿Aguantas más?
-Creo que sí, lo intento al menos- le respondo
-¿Has visto < la secretaria> no? –Asiento- Pues ya sabes cómo te tienes que poner.
Apoyo los brazos en la mesa con la cabeza casi pegada a éstos y expongo el culo para recibir un rocambolesco varazo.
-Oss…tii...aas… - señalo con dolor.
El dolor es intenso, mi cuerpo reacciona moviéndose a un lado y levantando las piernas. Mis ojos se cierran, mi boca expulsa un resoplo y mi cara expresa sufrimiento. No quiero precipitarme al detener a Jota por lo que espero un poco. La vara rebota en mis nalgas unos eternos segundos más pero no puedo tolerar más. El dolor es extremo, mi culo está completamente duro lo que hace que cada golpe nuevo avive más el daño.
-Creo que ya no puedo más – digo con auténtica desesperación.
Jota deja la vara en la mesa delante de mí, donde yo pueda verla y se aleja de mí. En la puerta me dice que ya está satisfecho y eso me tranquiliza.
-No poder más no es parar.
-Pues pare, por favor – suplico.
Se acerca a mí y me tienta:
-¿Seguro que no quieres que sigamos con otros objetos?
-Que no, que no, de verdad – le digo riéndome.

Me mantengo en mi sitio, Jota cura mi delicado culo con crema y me permite ir a por agua para entonarme. Pido permiso para quitarme los zapatos y voy hacia él para fundirme en un abrazo con sabor tranquilizador. Me agacho y de rodillas me abrazo a sus piernas. Forma de agradecer todo lo vivido.
Sumamos experiencias, colecciono momentos…



Daira.