jueves, 7 de junio de 2018

Orgullo de vara.


No falla un día en el que mi cuerpo no esté nervioso, supongo que todo se junta: las semanas que se hacen largas, las ganas de ver a Jota, de sesionar, de probar, de experimentar, de evadirme de un mundo vainilla y sumergirme en mi otro mundo.
-Pasa.
Solo necesito sentarme a hablar con Jota para que me olvide de todo lo que me come a mí alrededor.
Jota me coloca en la mesa redonda para probar objetos nuevos, con ropa puesta expongo el culo y me azota con una pala de madera que perfectamente es más grande que mi culo, no me hace demasiado daño ya que llevo aun los vaqueros. Se lo digo a Jota y éste me obliga a bajarlos. Ahora sí, pica bastante pero lo soporto. Coge un martillo de madera que sirve para amasar carne y hace lo mismo. Ya se le ha encontrado otro uso. Esto duele mucho más. Los pinchos del martillo se me clavan en la carne.
-Ya se te pone el culo rojito, me encanta.
Jota me da golpecitos suaves pero continuos para calentar la zona. Ya la siento un poco ardiente. Subo mis pantalones, esto simplemente había sido para probar los objetos. Jota va a la ducha y espero impaciente a que salga. La puerta del baño se abre y escucho su voz:
-Daira, ven.
Acudo a su llamada y al pasar al baño Jota está de pie esperándome en la puerta, desnudo y aun mojado con una erección más que evidente. No me hacen faltan órdenes textuales para saber lo que tengo que hacer. Me posiciono de rodillas e introduzco de inmediato mi polla en la boca. Durante minutos la hago mía, la saboreo, la disfruto y me mojo automáticamente.
-Vete a la habitación y espérame desnuda y de pie.
Las órdenes de Jota son concisas y sin decir nada camino hasta ésta. Quito mi ropa rápido por si Jota regresa y aun la tengo. Espero nerviosa, vamos a hacer una prueba de momificación para ver mi reacción y sensaciones. Como toda práctica nueva me genera nervios, curiosidad, ganas, miedo… Inspiro y espiro el aire con lentitud para relajarme. Sacudo mis brazos y manos. Jota regresa a la habitación con su camisa azul, pantalones oscuros y zapatos, y se acerca a mí.
-Abróchame los botones de la camisa.
Con ánimo y alegría se los abrocho, aunque en el fondo sé que lo hace para probarme, ver mi reacción y las ganas que le pongo, no finjo para contentarle, simplemente lo hago con gusto sincero y dedicación.
-Abre los brazos.
Jota comienza a momificarme por la parte de arriba, por el pecho. Da dos vueltas y me dice:
-Brazos apoyados en el cuerpo.
Pego mis brazos y manos a mi cuerpo y observo expectante como Jota poco a poco va cubriendo mi cuerpo con el papel transparente de fil. Tras varias vueltas y apretarme bien sobre el cuerpo finaliza y cubre un poco las piernas, suficiente para no poder moverme ya mucho.
-Siéntate en la cama y túmbate.
Voy hacia ésta andando como un si de un pingüino se tratara, me siento y tumbo en la cama como puedo, como me permite mi cuerpo. Subo hacia arriba como una serpiente para darle buen acceso a Jota, subir mis pegadas piernas, apoyar los pies en su pecho y continuar momificando mis piernas.
-¿Qué tal la experiencia? ¿No es muy incómoda no?
-No, por ahora no.
-Te voy a cubrir un poco la cabeza, ¿vale?
Acepto, respiro profundamente, cierro mis ojos y me preparo. Jota sabe que lo voy a pasar mal, el pánico que me da la momificación, especialmente por la cabeza pero siempre estoy dispuesta a probar, dure lo que dure, aguante lo que aguante. Tengo claustrofobia y todo lo que sea taparme nariz, boca, estar a oscuras, encerrada y demás me dan fobia.  Las tijeras están a mano por cualquier complicación y para que pase lo que pase decírselo a Jota. Eso me tranquiliza y sobre todo ÉL, su atención sobre mí y mi absoluta y plena confianza en ÉL. Cubre la mitad de la cabeza, dejándome libre la nariz y boca. Siento algo extraño, no tengo miedo aunque por mi cabeza rondan miles de preguntas. El calor que genera es inmenso. Ni yo me creo que esté tan relajada en la situación que me encuentro. Venciendo mis miedos, sintiendo sensaciones extremas y diferentes y esto solo es una prueba. Mis ganas de cubrirme todo el cuerpo son inexplicables. Jota echa fotos, a pesar de que tengo los ojos cerrados lo sé, lo siento… Acaricia mi cuerpo con su mano y me dan cosquillas, sonrío sigilosamente. Coge el flogger y me azota por todo el cuerpo, liberando miedos y estrés y activando relajación. Coge las tijeras y corta despacio el papel transparente, empieza por las piernas, sigue por el cuerpo y termina por la cabeza.
 -¿Estás bien?
-Sí – le sonrío
-Bien, ahora vete a arreglar.
Me dirijo al salón para prepararme y ahora sí dar comienzo a la sesión. La única orden era zapatos de tacón, a mi gusto. Elijo un vestido ajustado negro y tanga a juego, y zapatos rojos a juego con el sujetador. Pongo mi collar y lista.
Desalojamos el salón, apartando sofás y colocando la mesa redonda en el centro de éste, quedando poco a mí alrededor.
Totalmente quieta y con Jota detrás de mí escucho sus palabras susurrantes en mi oído mientras acaricia mi culo despacio.
-Hoy te voy a dejar el culo hecho un asco.
Sus palabras electrizantes me erizan la piel y mi cuerpo tiembla. Asimilo la sesión que me viene por delante, toda con vara para probar mi resistencia, esa es la idea de esta sesión.
-Que bien te queda el negro.
Mi boca se mueve a un ritmo lento para darle las gracias a Jota, pero esa palabra es invisible, no soy capaz de pronunciarla.
-¿Me la vas a comer luego con este vestidito?
Asiento con provocación, para esto si soy capaz de reaccionar rápido.
-Apóyate en la mesa y el culo todo lo expuesto que puedas.
Voy a ésta y me posiciono tal cual me ordena Jota. Éste cierra las cortinas del balcón.
-Así mejor, para que te concentres.
Agacho la cabeza y solo contemplo la dura mesa de madera.
-¿Preparada?
-Sí.
-¿Sí, qué?
-Sí, Señor – corrijo de inmediato.
Acaricia mi culo suavemente con la vara calentándome, preparándome… da un azote al aire y el silbido de la vara provoca un efecto asustadizo en mí, y sin más preámbulos arremete duramente con la vara regalándome los primeros azotes. Mi cuerpo se encoje a cada golpe dado y recibido, asimilo el dolor…
-¿Cuántos llevas?
-Cinco.
-Bien.
Inconscientemente había contado mentalmente sin esperar que Jota me preguntara. ¿Casualidad? ¿Complicidad? Quien sabe…. Señor sigue azotando y evidentemente ahora cuento con más razón aun.
-¿Y ahora?
Durante unos segundos pienso con atención, refresco mi memoria y contesto algo insegura…
-Dos en el contra muslo y cuatro o cinco en el culo.
-¿Cuántos azotes quieres?
La pregunta me pilla por sorpresa, no sé exactamente qué contestar, si digo pocos quizá se enfade y si digo muchos me haré daño a mí misma. Pensamientos imborrables, dudas y miedos sobresaltan ¿Volveré a sobrepasarme? No tengo buen recuerdo de la vara asique como no quiero llegar a extralimitarme de nuevo y después de pensar varios largos segundos, opto por decir poquitos, la noche es larga y Jota no se cansa, tendré tiempo de recibir muchos más.
-Diez–contesto decidida.
-Cuenta en alto.
Atesta el primer golpe.
¡Uno! – cuento con ganas.
¡Dos! –igual.
Los convierte en tres, cuatro, cinco…. Y mi voz va sonando más débil.
¡Seis! – vuelvo a decir con fuerza.
… ¡Diez! – finalizo de contar con endereza.
Mis nalgas van cogiendo temperatura a un ritmo desenfrenado, se van marcando de color rojo…supongo, y mi sexo está más que húmedo. Emito sonidos de placer, gemidos mudos y de dolor en cada golpe.
-¿Por quién haces esto?
-Por usted.
-¿Quién soy yo?
-Mi dueño.
-¿Te gusta tu dueño?
-Sí, Señor –levanto la cabeza para mirarle y dedicarle una tímida sonrisa.
-Más alto
-Sí, Señor –contesto alzando un poco la voz ya con la cabeza agachada de nuevo.
Jota me acerca su dedo corazón para que lo chupe, simulo que es una polla y lo chupo con ganas simultáneamente que recibo más azotes.
-Me estás poniendo cachondo –añade -: ¿Quieres seguir con los azotes o prefieres polla?
Joder, ya estamos otra vez con las preguntas comprometidas, nunca sé realmente que contestar ante este tipo de preguntas. Se me olvida por completo que esta misma pregunta ya me la planteó en la sesión diez y contesté lo mismo que hoy…
-Lo que quiera –respondo con algo de miedo.
-Cuando te dé a elegir algo tienes que elegir la que más te convenga – dice furioso mientras me tira fuerte de mi pelo y así ver mi cara. ¿Lo has entendido?
-Sí, Señor –respondo atemorizada y Jota besa la comisura de mi boca.
-Ahora ya no vales nada.
Su descalificación me hace más daño que cualquier golpe. Jota sigue con sus innumerables azotes, hiriéndome cada vez más, sintiendo más y más dolor sobre mi culo ardiente. Mis ojos comienzan a mojarse, pero me niego a llorar. Cierro mis ojos, respiro, lucho con mi fuerza interior, me auto motivo mentalmente y tengo el control de mis lágrimas.
-¿Te están gustando?
-Sí, Señor.
-¿Quieres más?
-Sí, Señor.
-¿Aguantarías uno muy fuerte?
Pienso…
-Si es uno si- me atrevo a contestarle.
Respiro profundamente para recibir el fulminante y nocivo golpe que atesta sobre mí sin consideración. Mi cuerpo y pies sobrecargados se deslizan hacia delante y mi boca emite gruñidos.
-Me encanta que aguantes tanto por mí.
Señor no escatima en azotes, el dolor se vuelve cada vez más intenso, se sacia con mis nalgas, especialmente en la derecha, destrozándola, endureciéndola. Mis manos están sudorosas y resbaladizas y las froto sobre ellas mismas para secarlas. Jota me aconseja curarme la zona en los próximos días. Da golpecitos suaves pero de forma continuada sobre ambas nalgas y en la parte inferior de éstas. Encojo el cuerpo al darme en la pierna. Palpa, acaricia y besa lentamente mi culo suavizando y aliviando el dolor.
-Tócate la nalga derecha, sin girarte.
Mi nalga está dura como una piedra, tanto o más como en una sesión anterior. Jota cesa en azotes y me da un respiro.
-Aprovecha y bebe agua si quieres que aún no hemos terminado.
Cojo la botella de agua que me esperaba gustosamente en la mesa de al lado, me sacio con el agua y con mis manos mojadas por la botella, acaricio mi culo lentamente para calmar el dolor y la elevada temperatura que permanece en él.
-¿Estás bien?
-Sí… contesto tímida
-Ven.
Jota apoya las manos y culo en la mesa redonda y me pongo delante de ÉL de rodillas, esperando que me dé orden de lo que deseo en ese momento.
-Desabróchame el pantalón.
Deseosa le desabrocho el pantalón y miro sus ojos esperando su aprobación para bajárselos mientras la rozo y huelo por encima de éstos. Lo hacemos los dos a la vez y en cuestión de segundos me la follo en mi boca. Sintiendo su jugosa erección crecer dentro de mí.
-A ver esa lengua – se la enseño- ¿Te gusta tu premio? –Asiento y dice -: Zorra
Devoro su polla, la preciada polla de mi dueño. Me pego un festín con ella, le redondeo el glande como le gusta a Jota, la chupo de arriba abajo, la beso, acaricio mis labios con la punta.
-Si sigues así vas a tener re-cena. Te estas ganando bien la leche, vas a tener mucha leche. Merecido premio.
Provoco y sigo haciéndola mía, avivándome por cada comentario que me dice Señor. Manipulándola con la mano simultáneamente, echo saliva en la punta para lubricarla aún más y que se deslice mejor la mano.
-Eso es, escupe en la polla.
Lo hago pero no de la forma que Jota quería y me da hostias.
-¿Eso es escupir? Escupe bien, coño –dice furioso
Preparo una cantidad de saliva y escupo con fuerza en su polla para segundos después limpiarla con mi lengua. La excitación se apoderó de mi hace mucho, pero cada vez estoy más…y más…y más…
-Los azotes te avivan ¿eh? – Sonrío con la polla en la boca – Menuda mamada.
Ahora toco y acaricio los testículos a la vez que se la sigo comiendo. Toca mis tetas y tira de mis pezones. Me sujeto con mi mano derecha en su pierna mientras que con la izquierda le toco y Jota me lleva la mano a su cadera mientras me da suaves caricias.
-Me encanta que hagas todo lo que te digo. Ven, que me está gustando esto.
Jota va al sofá más cercano y se sienta en él, yo de rodillas sigo con mi trabajo. Sujeta mi pelo para que no me estorbe y pone su pie en mi espalda acomodándose aún más en el sofá.
-Haz lo que quieras con ella, es tuya.
Con mi técnica y táctica amarro cada segundo que se me permite con la polla y sigo haciendo disfrutar a mi dueño y haciéndome disfrutar a mí misma, estoy bañada en mis propios flujos. Jota con sigilo va ordenándome poco a poco que  le chupe los testículos y vaya bajando por éstos. Sé dónde quiere llegar pero me hago la tonta, disimulo y me quedo en los testículos. Ya no puedo fingir más y bajo hacia el culo, nunca le he comido el culo a nadie y la práctica me da un poco de recelo pero no me resulta desagradable y desde mi poca experiencia en esa práctica lo hago como mejor puedo y con empeño. Jota no parece insatisfecho lo cual me hace sentir más seguridad. Subo de nuevo a su polla para que Jota finalice en mi boca entre gemidos de placer.
-¿Y esa cara de orgullo? –dice con algo de mofa.
Yo sonrío sin darme cuenta, no había sido consciente que en mi cara había expresión de orgullo.
-Nunca me lo habían hecho –confiesa.
-Ni yo se lo había hecho a nadie – confieso también.
Vuelvo a mi posición inicial en la mesa donde Jota me sorprende diciéndome que ha grabado todos los azotes de la vara, que dura 15 minutos y descansamos viendo un poco del vídeo mientras me rodea la cintura y yo sujeto su mano. Me informa que perdió la cuenta en el varazo 67…por lo que después de revisar el vídeo hay una gran intuición de que hemos podido llegar a los 200. Atónita me hallo, no me puedo creer que haya sido capaz de soportar tantos varazos.
-¿Aguantas más?
-Creo que sí, lo intento al menos- le respondo
-¿Has visto < la secretaria> no? –Asiento- Pues ya sabes cómo te tienes que poner.
Apoyo los brazos en la mesa con la cabeza casi pegada a éstos y expongo el culo para recibir un rocambolesco varazo.
-Oss…tii...aas… - señalo con dolor.
El dolor es intenso, mi cuerpo reacciona moviéndose a un lado y levantando las piernas. Mis ojos se cierran, mi boca expulsa un resoplo y mi cara expresa sufrimiento. No quiero precipitarme al detener a Jota por lo que espero un poco. La vara rebota en mis nalgas unos eternos segundos más pero no puedo tolerar más. El dolor es extremo, mi culo está completamente duro lo que hace que cada golpe nuevo avive más el daño.
-Creo que ya no puedo más – digo con auténtica desesperación.
Jota deja la vara en la mesa delante de mí, donde yo pueda verla y se aleja de mí. En la puerta me dice que ya está satisfecho y eso me tranquiliza.
-No poder más no es parar.
-Pues pare, por favor – suplico.
Se acerca a mí y me tienta:
-¿Seguro que no quieres que sigamos con otros objetos?
-Que no, que no, de verdad – le digo riéndome.

Me mantengo en mi sitio, Jota cura mi delicado culo con crema y me permite ir a por agua para entonarme. Pido permiso para quitarme los zapatos y voy hacia él para fundirme en un abrazo con sabor tranquilizador. Me agacho y de rodillas me abrazo a sus piernas. Forma de agradecer todo lo vivido.
Sumamos experiencias, colecciono momentos…



Daira.


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