No falla un día en el que mi cuerpo no
esté nervioso, supongo que todo se junta: las semanas que se hacen largas, las
ganas de ver a Jota, de sesionar, de probar, de experimentar, de evadirme de un
mundo vainilla y sumergirme en mi otro mundo.
-Pasa.
Solo necesito sentarme a hablar con
Jota para que me olvide de todo lo que me come a mí alrededor.
Jota me coloca en la mesa redonda para
probar objetos nuevos, con ropa puesta expongo el culo y me azota con una pala
de madera que perfectamente es más grande que mi culo, no me hace demasiado
daño ya que llevo aun los vaqueros. Se lo digo a Jota y éste me obliga a
bajarlos. Ahora sí, pica bastante pero lo soporto. Coge un martillo de madera
que sirve para amasar carne y hace lo mismo. Ya se le ha encontrado otro uso.
Esto duele mucho más. Los pinchos del martillo se me clavan en la carne.
-Ya se te pone el culo rojito, me
encanta.
Jota me da golpecitos suaves pero
continuos para calentar la zona. Ya la siento un poco ardiente. Subo mis
pantalones, esto simplemente había sido para probar los objetos. Jota va a la
ducha y espero impaciente a que salga. La puerta del baño se abre y escucho su
voz:
-Daira, ven.
Acudo a su llamada y al pasar al baño
Jota está de pie esperándome en la puerta, desnudo y aun mojado con una
erección más que evidente. No me hacen faltan órdenes textuales para saber lo
que tengo que hacer. Me posiciono de rodillas e introduzco de inmediato mi
polla en la boca. Durante minutos la hago mía, la saboreo, la disfruto y me
mojo automáticamente.
-Vete a la habitación y espérame
desnuda y de pie.
Las órdenes de Jota son concisas y sin
decir nada camino hasta ésta. Quito mi ropa rápido por si Jota regresa y aun la
tengo. Espero nerviosa, vamos a hacer una prueba de momificación para ver mi
reacción y sensaciones. Como toda práctica nueva me genera nervios, curiosidad,
ganas, miedo… Inspiro y espiro el aire con lentitud para relajarme. Sacudo mis
brazos y manos. Jota regresa a la habitación con su camisa azul, pantalones
oscuros y zapatos, y se acerca a mí.
-Abróchame los botones de la camisa.
Con ánimo y alegría se los abrocho, aunque
en el fondo sé que lo hace para probarme, ver mi reacción y las ganas que le
pongo, no finjo para contentarle, simplemente lo hago con gusto sincero y
dedicación.
-Abre los brazos.
Jota comienza a momificarme por la
parte de arriba, por el pecho. Da dos vueltas y me dice:
-Brazos apoyados en el cuerpo.
Pego mis brazos y manos a mi cuerpo y
observo expectante como Jota poco a poco va cubriendo mi cuerpo con el papel
transparente de fil. Tras varias vueltas y apretarme bien sobre el cuerpo
finaliza y cubre un poco las piernas, suficiente para no poder moverme ya
mucho.
-Siéntate en la cama y túmbate.
Voy hacia ésta andando como un si de
un pingüino se tratara, me siento y tumbo en la cama como puedo, como me
permite mi cuerpo. Subo hacia arriba como una serpiente para darle buen acceso
a Jota, subir mis pegadas piernas, apoyar los pies en su pecho y continuar
momificando mis piernas.
-¿Qué tal la experiencia? ¿No es muy
incómoda no?
-No, por ahora no.
-Te voy a cubrir un poco la cabeza,
¿vale?
Acepto, respiro profundamente, cierro
mis ojos y me preparo. Jota sabe que lo voy a pasar mal, el pánico que me da la
momificación, especialmente por la cabeza pero siempre estoy dispuesta a
probar, dure lo que dure, aguante lo que aguante. Tengo claustrofobia y todo lo
que sea taparme nariz, boca, estar a oscuras, encerrada y demás me dan fobia. Las tijeras están a mano por cualquier
complicación y para que pase lo que pase decírselo a Jota. Eso me tranquiliza y
sobre todo ÉL, su atención sobre mí y mi absoluta y plena confianza en ÉL. Cubre
la mitad de la cabeza, dejándome libre la nariz y boca. Siento algo extraño, no
tengo miedo aunque por mi cabeza rondan miles de preguntas. El calor que genera
es inmenso. Ni yo me creo que esté tan relajada en la situación que me encuentro.
Venciendo mis miedos, sintiendo sensaciones extremas y diferentes y esto solo
es una prueba. Mis ganas de cubrirme todo el cuerpo son inexplicables. Jota
echa fotos, a pesar de que tengo los ojos cerrados lo sé, lo siento… Acaricia
mi cuerpo con su mano y me dan cosquillas, sonrío sigilosamente. Coge el
flogger y me azota por todo el cuerpo, liberando miedos y estrés y activando
relajación. Coge las tijeras y corta despacio el papel transparente, empieza
por las piernas, sigue por el cuerpo y termina por la cabeza.
-Sí – le sonrío
-Bien, ahora vete a arreglar.
Me dirijo al salón para prepararme y
ahora sí dar comienzo a la sesión. La única orden era zapatos de tacón, a mi
gusto. Elijo un vestido ajustado negro y tanga a juego, y zapatos rojos a juego
con el sujetador. Pongo mi collar y lista.
Desalojamos el salón, apartando sofás
y colocando la mesa redonda en el centro de éste, quedando poco a mí alrededor.
Totalmente quieta y con Jota detrás de
mí escucho sus palabras susurrantes en mi oído mientras acaricia mi culo
despacio.
-Hoy te voy a dejar el culo hecho un
asco.
Sus palabras electrizantes me erizan
la piel y mi cuerpo tiembla. Asimilo la sesión que me viene por delante, toda
con vara para probar mi resistencia, esa es la idea de esta sesión.
-Que bien te queda el negro.
Mi boca se mueve a un ritmo lento para
darle las gracias a Jota, pero esa palabra es invisible, no soy capaz de
pronunciarla.
-¿Me la vas a comer luego con este
vestidito?
Asiento con provocación, para esto si
soy capaz de reaccionar rápido.
-Apóyate en la mesa y el culo todo lo
expuesto que puedas.
Voy a ésta y me posiciono tal cual me
ordena Jota. Éste cierra las cortinas del balcón.
-Así mejor, para que te concentres.
Agacho la cabeza y solo contemplo la
dura mesa de madera.
-¿Preparada?
-Sí.
-¿Sí, qué?
-Sí, Señor – corrijo de inmediato.
Acaricia mi culo suavemente con la
vara calentándome, preparándome… da un azote al aire y el silbido de la vara
provoca un efecto asustadizo en mí, y sin más preámbulos arremete duramente con
la vara regalándome los primeros azotes. Mi cuerpo se encoje a cada golpe dado
y recibido, asimilo el dolor…
-¿Cuántos llevas?
-Cinco.
-Bien.
Inconscientemente había contado
mentalmente sin esperar que Jota me preguntara. ¿Casualidad? ¿Complicidad?
Quien sabe…. Señor sigue azotando y evidentemente ahora cuento con más razón
aun.
-¿Y ahora?
Durante unos segundos pienso con
atención, refresco mi memoria y contesto algo insegura…
-Dos en el contra muslo y cuatro o
cinco en el culo.
-¿Cuántos azotes quieres?
La pregunta me pilla por sorpresa, no
sé exactamente qué contestar, si digo pocos quizá se enfade y si digo muchos me
haré daño a mí misma. Pensamientos imborrables, dudas y miedos sobresaltan ¿Volveré
a sobrepasarme? No tengo buen recuerdo de la vara asique como no quiero llegar
a extralimitarme de nuevo y después de pensar varios largos segundos, opto por
decir poquitos, la noche es larga y Jota no se cansa, tendré tiempo de recibir
muchos más.
-Diez–contesto decidida.
-Cuenta en alto.
Atesta el primer golpe.
¡Uno! – cuento con ganas.
¡Dos! –igual.
Los convierte en tres, cuatro, cinco….
Y mi voz va sonando más débil.
¡Seis! – vuelvo a decir con fuerza.
… ¡Diez! – finalizo de contar con
endereza.
Mis nalgas van cogiendo temperatura a
un ritmo desenfrenado, se van marcando de color rojo…supongo, y mi sexo está
más que húmedo. Emito sonidos de placer, gemidos mudos y de dolor en cada
golpe.
-¿Por quién haces esto?
-Por usted.
-¿Quién soy yo?
-Mi dueño.
-¿Te gusta tu dueño?
-Sí, Señor –levanto la cabeza para
mirarle y dedicarle una tímida sonrisa.
-Más alto
-Sí, Señor –contesto alzando un poco
la voz ya con la cabeza agachada de nuevo.
Jota me acerca su dedo corazón para
que lo chupe, simulo que es una polla y lo chupo con ganas simultáneamente que
recibo más azotes.
-Me estás poniendo cachondo –añade -:
¿Quieres seguir con los azotes o prefieres polla?
Joder, ya estamos otra vez con las
preguntas comprometidas, nunca sé realmente que contestar ante este tipo de
preguntas. Se me olvida por completo que esta misma pregunta ya me la planteó
en la sesión diez y contesté lo mismo que hoy…
-Lo que quiera –respondo con algo de
miedo.
-Cuando te dé a elegir algo tienes que
elegir la que más te convenga – dice furioso mientras me tira fuerte de mi pelo
y así ver mi cara. ¿Lo has entendido?
-Sí, Señor –respondo atemorizada y
Jota besa la comisura de mi boca.
-Ahora ya no vales nada.
Su descalificación me hace más daño
que cualquier golpe. Jota sigue con sus innumerables azotes, hiriéndome cada
vez más, sintiendo más y más dolor sobre mi culo ardiente. Mis ojos comienzan a
mojarse, pero me niego a llorar. Cierro mis ojos, respiro, lucho con mi fuerza
interior, me auto motivo mentalmente y tengo el control de mis lágrimas.
-¿Te están gustando?
-Sí, Señor.
-¿Quieres más?
-Sí, Señor.
-¿Aguantarías uno muy fuerte?
Pienso…
-Si es uno si- me atrevo a contestarle.
Respiro profundamente para recibir el
fulminante y nocivo golpe que atesta sobre mí sin consideración. Mi cuerpo y
pies sobrecargados se deslizan hacia delante y mi boca emite gruñidos.
-Me encanta que aguantes tanto por mí.
Señor no escatima en azotes, el dolor
se vuelve cada vez más intenso, se sacia con mis nalgas, especialmente en la
derecha, destrozándola, endureciéndola. Mis manos están sudorosas y
resbaladizas y las froto sobre ellas mismas para secarlas. Jota me aconseja
curarme la zona en los próximos días. Da golpecitos suaves pero de forma
continuada sobre ambas nalgas y en la parte inferior de éstas. Encojo el cuerpo
al darme en la pierna. Palpa, acaricia y besa lentamente mi culo suavizando y
aliviando el dolor.
-Tócate la nalga derecha, sin girarte.
Mi nalga está dura como una piedra,
tanto o más como en una sesión anterior. Jota cesa en azotes y me da un
respiro.
-Aprovecha y bebe agua si quieres que
aún no hemos terminado.
Cojo la botella de agua que me
esperaba gustosamente en la mesa de al lado, me sacio con el agua y con mis
manos mojadas por la botella, acaricio mi culo lentamente para calmar el dolor
y la elevada temperatura que permanece en él.
-¿Estás bien?
-Sí… contesto tímida
-Ven.
Jota apoya las manos y culo en la mesa
redonda y me pongo delante de ÉL de rodillas, esperando que me dé orden de lo
que deseo en ese momento.
-Desabróchame el pantalón.
Deseosa le desabrocho el pantalón y
miro sus ojos esperando su aprobación para bajárselos mientras la rozo y huelo
por encima de éstos. Lo hacemos los dos a la vez y en cuestión de segundos me
la follo en mi boca. Sintiendo su jugosa erección crecer dentro de mí.
-A ver esa lengua – se la enseño- ¿Te
gusta tu premio? –Asiento y dice -: Zorra
Devoro su polla, la preciada polla de
mi dueño. Me pego un festín con ella, le redondeo el glande como le gusta a
Jota, la chupo de arriba abajo, la beso, acaricio mis labios con la punta.
-Si sigues así vas a tener re-cena. Te
estas ganando bien la leche, vas a tener mucha leche. Merecido premio.
Provoco y sigo haciéndola mía,
avivándome por cada comentario que me dice Señor. Manipulándola con la mano
simultáneamente, echo saliva en la punta para lubricarla aún más y que se
deslice mejor la mano.
-Eso es, escupe en la polla.
Lo hago pero no de la forma que Jota
quería y me da hostias.
-¿Eso es escupir? Escupe bien, coño
–dice furioso
Preparo una cantidad de saliva y
escupo con fuerza en su polla para segundos después limpiarla con mi lengua. La
excitación se apoderó de mi hace mucho, pero cada vez estoy más…y más…y más…
-Los azotes te avivan ¿eh? – Sonrío
con la polla en la boca – Menuda mamada.
Ahora toco y acaricio los testículos a
la vez que se la sigo comiendo. Toca mis tetas y tira de mis pezones. Me sujeto
con mi mano derecha en su pierna mientras que con la izquierda le toco y Jota
me lleva la mano a su cadera mientras me da suaves caricias.
-Me encanta que hagas todo lo que te
digo. Ven, que me está gustando esto.
Jota va al sofá más cercano y se
sienta en él, yo de rodillas sigo con mi trabajo. Sujeta mi pelo para que no me
estorbe y pone su pie en mi espalda acomodándose aún más en el sofá.
-Haz lo que quieras con ella, es tuya.
Con mi técnica y táctica amarro cada
segundo que se me permite con la polla y sigo haciendo disfrutar a mi dueño y
haciéndome disfrutar a mí misma, estoy bañada en mis propios flujos. Jota con
sigilo va ordenándome poco a poco que le
chupe los testículos y vaya bajando por éstos. Sé dónde quiere llegar pero me
hago la tonta, disimulo y me quedo en los testículos. Ya no puedo fingir más y
bajo hacia el culo, nunca le he comido el culo a nadie y la práctica me da un
poco de recelo pero no me resulta desagradable y desde mi poca experiencia en
esa práctica lo hago como mejor puedo y con empeño. Jota no parece insatisfecho
lo cual me hace sentir más seguridad. Subo de nuevo a su polla para que Jota
finalice en mi boca entre gemidos de placer.
-¿Y esa cara de orgullo? –dice con
algo de mofa.
Yo sonrío sin darme cuenta, no había
sido consciente que en mi cara había expresión de orgullo.
-Nunca me lo habían hecho –confiesa.
-Ni yo se lo había hecho a nadie –
confieso también.
Vuelvo a mi posición inicial en la
mesa donde Jota me sorprende diciéndome que ha grabado todos los azotes de la
vara, que dura 15 minutos y descansamos viendo un poco del vídeo mientras me
rodea la cintura y yo sujeto su mano. Me informa que perdió la cuenta en el
varazo 67…por lo que después de revisar el vídeo hay una gran intuición de que
hemos podido llegar a los 200. Atónita me hallo, no me puedo creer que haya sido
capaz de soportar tantos varazos.
-¿Aguantas más?
-Creo que sí, lo intento al menos- le
respondo
-¿Has visto < la secretaria> no?
–Asiento- Pues ya sabes cómo te tienes que poner.
Apoyo los brazos en la mesa con la
cabeza casi pegada a éstos y expongo el culo para recibir un rocambolesco varazo.
-Oss…tii...aas… - señalo con dolor.
El dolor es intenso, mi cuerpo
reacciona moviéndose a un lado y levantando las piernas. Mis ojos se cierran,
mi boca expulsa un resoplo y mi cara expresa sufrimiento. No quiero
precipitarme al detener a Jota por lo que espero un poco. La vara rebota en mis
nalgas unos eternos segundos más pero no puedo tolerar más. El dolor es
extremo, mi culo está completamente duro lo que hace que cada golpe nuevo avive
más el daño.
-Creo que ya no puedo más – digo con
auténtica desesperación.
Jota deja la vara en la mesa delante
de mí, donde yo pueda verla y se aleja de mí. En la puerta me dice que ya está
satisfecho y eso me tranquiliza.
-No poder más no es parar.
-Pues pare, por favor – suplico.
Se acerca a mí y me tienta:
-¿Seguro que no quieres que sigamos
con otros objetos?
Me mantengo en mi sitio, Jota cura mi
delicado culo con crema y me permite ir a por agua para entonarme. Pido permiso
para quitarme los zapatos y voy hacia él para fundirme en un abrazo con sabor
tranquilizador. Me agacho y de rodillas me abrazo a sus piernas. Forma de
agradecer todo lo vivido.
Sumamos experiencias, colecciono
momentos…
Daira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario