Ya en casa
de Jota y tras escasos minutos de conversación, un inesperado “La pizza ya está
en el horno, Daira vístete” me saca de mi tranquilidad.
-¿Ya? –
pregunto
La sesión
empezaba antes de lo habitual, aun no habíamos cenado y todo me descoloca. La
única orden que tenía era tacones y tapones. Voy al baño a prepararme para que
Jota no me viese lo que me iba a poner para ÉL. Elijo un body entero de encaje
atado al cuello y con liguero, ropa interior, falda de cuero, camiseta de topos,
zapatos altos y mi collar de perra, todo negro y labios rojos.
-¿Puedo
salir? – le pregunto a Jota que espera en el sofá.
-Sí –me
contesta
Me dirijo al
salón sin quitarle ojo a Jota ni ÉL a mí y cuando llego se levanta y se me
acerca cogiendo mi mano y dándome una vuelta mientras me halaga.
-Que buena
estás. Podríamos poner este atuendo como oficial para sesiones ¿Eh?
Le sonrío
sonrojada y me besa. Me alegra que le guste. Levanto mi falda por orden y me
estudia de arriba abajo.
-¿Hay alguna
forma de quitar el tanga?
-No, es que es entero –refiriéndome al body.
-Bueno, algo
podremos hacer.
Espero pocos
segundos en el sofá y Jota saca la cena. Voy hacia la mesa y me ordena
levantarme la falda y sentarme en la silla como había hecho recientemente.
-Cierra los
ojos.
Con
curiosidad los cierro y escucho como Jota mueve la mesa con sigilo y se mete
debajo de ésta para encontrarse con mi clítoris.
-A cenar –
dice Jota irónico
Mis piernas
se contraen por la sorpresa pero las abro de inmediato para darle buen acceso a
Jota, mi respiración comienza a acelerarse y mi coño a mojarse.
-Ves cenando.
Estoy que no
me lo puedo creer. Cojo un trozo de pizza y quema, excusa perfecta para
centrarme y disfrutar de la lengua y del idílico y morboso momento. Miro hacia
abajo para comprobar si desde mi perspectiva veo a Jota y sí, nuestras miradas
se cruzan fugazmente y doy pequeños mordiscos a la todavía ardiente pizza que
soy incapaz de comer por la culpable lengua que me devora bajo la mesa durante
varios minutos. Jota se retira y sale de debajo de la mesa donde nos miramos y
sonreímos.
-¿Qué te ha
parecido mi cena?
-Muy bien
–digo riéndome
Se acerca y
lleva mi mano a su paquete, está completamente duro y firme.
-¿Tú te
crees que esto es normal?
Me río
avergonzada y tentadora a la vez. Se sienta a mi lado y comenzamos a cenar,
bueno yo a intentarlo ya que estoy completamente excitada, húmeda y agitada.
Durante
minutos reposamos la cena y Jota va a la ducha mientras espero a que termine.
Cuando sale con su camisa azul, pantalones oscuros y botas me ordena ir al baño
a lavar lo que ha dejado en el lavabo. Algo me podía imaginar y mis sospechas
no fallan: un consolador negro de gran dimensión y una boquilla de una botella,
sé para qué son ambas cosas. Me entra calor y las lavo con ánimo.
Vamos a la
habitación, se planta delante de mí y me besa.
-Hoy no te
vas a correr hasta que yo no te diga. Te voy a calentar muchas veces. ¿Lo has
entendido?
-Sí, Señor.
No por dios,
otra sesión privándome de orgasmos no. Pero sé que puedo controlarlos y no va a
haber represalias. Quita mi falda y sentado en la cama me ordena que me tumbe
boca abajo en su regazo. Arranca con la mano azotándome suave y asegurándose de
que no me hace demasiado daño ya que aún tengo moratones y dolor de la anterior
sesión. Poco a poco va subiendo ritmo e intensidad. Cierro mis ojos, apoyo
brazos en la frente y mi cuerpo y mente están en perfecto estado de relajación,
recibiendo y disfrutando de los azotes que me propina y excitándome en cada
comentario provocativo e insinuador de Señor.
-¿Relajada?
Asiento y
ladeo la cabeza para que vea mi cara.
-¿Tenías
ganas de sesión?
-Sí Señor.
Durante un
rato Jota sigue azotándome en cada nalga y centro, coloreando mi ardiente culo
y empapando mi coño.
-Mm…ya lo
tienes rojito.
Sonrío
provocadora. Me incorporo y coloco a cuatro patas en la cama por petición de
Jota que se pone de pie en el lateral de ésta para que se la coma. Una vez
lista la introduce en mi vagina suave para después aumentar ritmo, intensidad y
placer a la vez que va dilatando el ano y me toco el clítoris mientras tanto.
-No te
corras eh –me advierte
Niego con la
cabeza. Tras varias embestidas más llevo mi mano a la pierna de Jota
señalándole que pare porque me voy a correr.
-Buena
chica.
Sale de la
habitación y vuelve con el consolador que me lo ofrece para meterlo yo misma
mientras ÉL mete su polla en mi preparado culo, simulando y preparándome para
un trío. Meto y saco el consolador al unísono que Jota se mueve por detrás y me
folla el culo. Tira de mi pelo fuerte, miro al espejo y me excito cada vez más.
Mientras tanto toca mi clítoris.
-Triple
placer para ti solita ¿eh?
Sonrío.
-¿Este culo
de quién es?
-Suyo.
Estoy algo
incómoda y me coloco bocarriba donde me sigue penetrando por detrás, dejo el
consolador y ahora soy yo la que excito a mi hinchado clítoris por orden de
Jota. Nuestras excitadas miradas se encuentran momentáneamente. Por diversos
motivos estoy algo rallada y necesito parar, Jota lo sabe y no duda en hacerlo.
-¿Estabas tú
nerviosa hoy o qué? –me pregunta con ternura mientras me abraza.
Asiento y le
sonrío tímida. Me siento confundida y decepcionada conmigo misma.
-¿Quieres
que te relaje tu dueño?
Afirmo
sonriendo. Me tumbo en la cama bocarriba y Jota empieza a comérmelo, hunde
dedos en mí y me da para que chupe. Sube y baja por mi cuerpo, pasando por
pezones, barriga, punto débil donde me estremezco y retuerzo en la cama y
llegando de nuevo a mi coño.
-¿Esto te
gusta a ti eh?
Le sonrío
tentadora mientras se explaya con mi clítoris y le hago parar porque me voy a
correr.
-Bonita- me
susurra mientras se incorpora.
Me pone
bocabajo y me azota continuamente y fuerte con la mano. Oigo un ruido
sospechoso de cinturón y miro para corroborar. Al verlo cruzo y hundo los
brazos en la cara para relajarme y concentrarme. Lo coge y me azota seguidas
veces y duro con éste.
-La última
vez que piensas y te rallas delante de tu dueño –dice en un tono tranquilo.
Jota me
castiga por lo sucedido minutos antes. Me reincorporo y vuelvo a ponerme a
cuatro patas donde me penetra nuevamente y me folla salvajemente. Siento como
algo quiere salir de mi interior. ¡Mierda, otra vez!
-Pare, me
voy a correr –digo rápido
Bebo agua y
cuando ya estoy lista me obliga a deshacerme de toda mi ropa, quedando tan solo
con el collar. Voy hacia la puerta del baño donde cuelga el columpio. Una vez
colgada y atada en éste Jota va hacia la habitación y coge el Hitachi, mi
cuerpo tiembla literalmente. Se avecina tortura. Primero rinde homenaje a mis
pezones, los chupa, juguetea y tira de ellos hasta que se endurecen. Me planta
el vibrador en el coño bien abierto, me tortura y por supuesto se pone entre
mis piernas para impedirme cerrarlas.
-Ahora ya te
puedes correr las veces que quieras.
El placer es
intenso, más intenso que nunca, supongo que debido a la suspensión de mi cuerpo
y las ataduras del columpio en las piernas. Me corro varias veces mientras me
atosiga con el loco vibrador. Mi boca protesta continuamente a modo de súplica.
-¿Te creías
que no podría ser más cabrón?
Niego con la
cabeza, por supuesto que no me lo creía. Me retuerzo tanto de la desesperación que
me pongo incluso de pie de la intensidad, gimo, grito y doy patadas
involuntarias. Miro la cara de Jota por si le doy sin querer y se enfada. Me
quejo y gruño, tiro de las cuerdas del columpio, el pomo de la puerta se me
clava en la espalda pero lo ignoro y apoyo los pies en la pared de enfrente.
Jota lo para y se pone de rodillas entre mis piernas para devorarme de nuevo el
coño. Me lo come llegando a otro intenso orgasmo. El morbo se acentúa cuando
Jota me penetra y me folla complaciéndome uno de mi gran secreto a voces. Miro
como entra y sale de mí su polla y me abrazo a su cuello disfrutando de otro
placentero y efímero momento ya que Jota es imparable y no se cansa de putearme
y me vuelve a torturar con el Hitachi.
-Quiero que
te corras.
-Ya me he
corrido – le digo desesperada
-Poco,
quiero que te corras más.
Me corro
indefinidas veces y al tirar de una cuerda el columpio se suelta y cae, por
suerte Jota como siempre tan atento puede cogerme en brazos para no caerme y
hacerme bastante daño. Al final todo queda en un susto. En la habitación me
siento a horcajadas en ÉL mientras descansamos y nos relajamos un poco.
Le toca el
turno a la momificación, la incógnita está a punto de descubrirse. ¿Entraré en
estado de shock? ¿Seré capaz de controlar mi mente? ¿Aguantaré? Jota me saca de
mis pensamientos.
-Te voy a
dejar los pies libres, si necesitas parar los mueves ¿Vale?
-Vale –
contesto nerviosa.
Dominada por
el miedo, respiro fuerte y expulso el aire para relajarme. Empiezo colocándome
los tapones y dejo rápidamente de escuchar. Cierro los ojos, pego los brazos al
cuerpo y Jota comienza a envolver a ritmo lento y pausado la parte superior de
mi cuerpo. Inmovilizada de esa parte, me siento en la cama y explica cómo
ponerme la boquilla de la botella en la boca para poder respirar. Ya colocada
me ayuda a tumbarme en la cama y me envuelve la parte inferior uniéndola con la
superior, quedando así totalmente inmovilizada de cuerpo. El calor ya se
empieza a apoderar de mí. La peor parte y más difícil para mí viene ahora, la
cabeza. Jota pone el papel de film despacio sobre mi cabeza tapando toda mi
cara y dejando libre la boquilla que gestiona mi respiración. Estoy privada de
todos los sentidos y lo único que me queda es el sonido de mi propia
respiración que entra y sale por la boquilla.
Me hace experimentar un sentimiento de vacío perdiendo la conciencia del tiempo por lo que me obligo a concentrarme en lo que siento. Parece que estoy enchufada a una máquina de hospital. Solo de pensarlo se me corta la respiración pero de inmediato mi cabeza da un giro y me concentro, sugestionando a mi mente y apoyándola. El papel se pega a mi nariz y siento pequeñas sensaciones de asfixia por lo que me pongo nerviosa y hago lo que puedo para que se despegue y entre aire. Aislada por completo de los estímulos exteriores asumo la impotencia de la situación y la sensación de vacío es liberadora porque el tiempo desaparece y todo se vuelve lento y relajado, me ayuda a concentrarme en mis pensamientos y me obliga a centrarme en mí misma. Escupe babas en el embudo. Yo no las siento, no me doy cuenta.
Me hace experimentar un sentimiento de vacío perdiendo la conciencia del tiempo por lo que me obligo a concentrarme en lo que siento. Parece que estoy enchufada a una máquina de hospital. Solo de pensarlo se me corta la respiración pero de inmediato mi cabeza da un giro y me concentro, sugestionando a mi mente y apoyándola. El papel se pega a mi nariz y siento pequeñas sensaciones de asfixia por lo que me pongo nerviosa y hago lo que puedo para que se despegue y entre aire. Aislada por completo de los estímulos exteriores asumo la impotencia de la situación y la sensación de vacío es liberadora porque el tiempo desaparece y todo se vuelve lento y relajado, me ayuda a concentrarme en mis pensamientos y me obliga a centrarme en mí misma. Escupe babas en el embudo. Yo no las siento, no me doy cuenta.
-Aaai, mi
pobre Daira.
Un eco
lejano de la voz de Jota se cruza entre mis pensamientos pero los disuelvo
rápidamente. Siento como algo me roza suavemente, el flogger. Me acaricia
lentamente y azota por todo el cuerpo con éste, sinceramente no sé si fuerte o
flojo, no sabría decirlo exactamente. Con furia me abre el papel que cubre mi
coño y me lo excita con la mano por fuera y por dentro.
-Tranquila
que no voy a parar – me amenaza
Me muevo lo
poco que me permite la inmovilización, arqueando mi cuerpo escasos milímetros
de la cama. Jota me quita la boquilla dejándome libre la boca y se coloca a mi
lado mientras sigue tocándome. Al menos ahora ya puedo protestar con la boca. Me
la tapa con el papel y enseguida le niego con la cabeza, me agobia y eso no
puedo tolerarlo. Jota, que no me quita ojo, me la retira de inmediato.
Con
vehemencia rompe toda la parte inferior dejando mis piernas totalmente libres y
su lengua se sacia de nuevo con mi coño. Permanezco totalmente quieta para no
causar daños y evitar complicaciones mientras va cortando el papel de la cabeza
hasta quedar liberada por completo. Quito los tapones, suspiro y muevo los brazos
y piernas para avivarlos y acostumbrarme de nuevo a la realidad. Siento una
inmensa sensación de alivio. Bebo agua para no deshidratarme. Mis sentidos se
van despertando poco a poco y mi cuerpo entra en un estado de frío, supongo que
por el cambio de temperatura. La baja temperatura dura poco cuando en la misma
posición en la que me encuentro pero ladeando la cabeza, Jota me planta su
polla en la boca y mientras me toca el clítoris. Debido a la incómoda postura y
a lo difícil que resulta concentrarme, dejo de chupar y me centro en las manos
de Jota que no dejan de torturarme. Señor para, sale de la habitación y
mientras tanto me concedo unos breves segundos de descanso. Regresa con un
cinturón con el que me ata las manos a la cadera y pegadas al cuerpo dejándome
inmóvil por la parte superior. Abro y flexiono las piernas y junto los pies.
-No separes
los pies, no te lo voy a repetir dos veces.
Me azota con
el flogger en el coño y doy pequeños respingos por la sorpresa y el dolor que
me causa. Después me toca por dentro el punto G.
Me desata el
cinturón y me ordena posición de 4 patas. Me penetra y folla duro. Tira de mis
pezones y de mi pelo, miro al espejo, me araña la espalda y muerde mi culo. Me
siento sobre mis piernas y Jota pone un cojín debajo donde será su cabeza la
que repose en él.
-Tengo
hambre – me dice
Se tumba y
me subo encima de ÉL en 69 y así disfrutamos al unísono ambos del otro. Miro al
espejo y veo a Jota concentrado en mi coño, la escena me da morbo para variar y
sigo haciendo mía la polla de mi dueño. Los dos gemimos y me excito aún más de
escuchar a Jota, de saber que le está gustando, que lo está disfrutando como
yo. Se sienta en la cama para que trabaje yo sola y centrarnos en lo mismo. Me
percato de que me está grabando y miro con sigilo y provocación a la cámara y a
él mientras se la como. Coge mi pelo para que no me estorbe, atenta a los
movimientos de las piernas de Jota bajo el ritmo cuando sé que le queda poco y
culmina en mi boca.
-Vaya
lengüecita estás echando –dice saciado
Nos tumbamos
en la cama y me acoge en su pecho donde descanso y mi respiración y ritmo
cardíaco vuelve a la normalidad.
Pese a
algunos detalles que no han salido como esperábamos, me siento orgullosa de mí
misma, por haberme enfrentado a mis miedos y fobias y superarlos con creces.
Daira.
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