jueves, 14 de junio de 2018

Sumando y superando experiencias: momificación


Ya en casa de Jota y tras escasos minutos de conversación, un inesperado “La pizza ya está en el horno, Daira vístete” me saca de mi tranquilidad.
-¿Ya? – pregunto
La sesión empezaba antes de lo habitual, aun no habíamos cenado y todo me descoloca. La única orden que tenía era tacones y tapones. Voy al baño a prepararme para que Jota no me viese lo que me iba a poner para ÉL. Elijo un body entero de encaje atado al cuello y con liguero, ropa interior, falda de cuero, camiseta de topos, zapatos altos y mi collar de perra, todo negro y labios rojos.
-¿Puedo salir? – le pregunto a Jota que espera en el sofá.
-Sí –me contesta
Me dirijo al salón sin quitarle ojo a Jota ni ÉL a mí y cuando llego se levanta y se me acerca cogiendo mi mano y dándome una vuelta mientras me halaga.
-Que buena estás. Podríamos poner este atuendo como oficial para sesiones ¿Eh?
Le sonrío sonrojada y me besa. Me alegra que le guste. Levanto mi falda por orden y me estudia de arriba abajo.
-¿Hay alguna forma de quitar el tanga?
 -No, es que es entero –refiriéndome al body.
-Bueno, algo podremos hacer.
Espero pocos segundos en el sofá y Jota saca la cena. Voy hacia la mesa y me ordena levantarme la falda y sentarme en la silla como había hecho recientemente.
-Cierra los ojos.
Con curiosidad los cierro y escucho como Jota mueve la mesa con sigilo y se mete debajo de ésta para encontrarse con mi clítoris.
-A cenar – dice Jota irónico
Mis piernas se contraen por la sorpresa pero las abro de inmediato para darle buen acceso a Jota, mi respiración comienza a acelerarse y mi coño a mojarse.
-Ves cenando.
Estoy que no me lo puedo creer. Cojo un trozo de pizza y quema, excusa perfecta para centrarme y disfrutar de la lengua y del idílico y morboso momento. Miro hacia abajo para comprobar si desde mi perspectiva veo a Jota y sí, nuestras miradas se cruzan fugazmente y doy pequeños mordiscos a la todavía ardiente pizza que soy incapaz de comer por la culpable lengua que me devora bajo la mesa durante varios minutos. Jota se retira y sale de debajo de la mesa donde nos miramos y sonreímos.
-¿Qué te ha parecido mi cena?
-Muy bien –digo riéndome
Se acerca y lleva mi mano a su paquete, está completamente duro y firme.
-¿Tú te crees que esto es normal?
Me río avergonzada y tentadora a la vez. Se sienta a mi lado y comenzamos a cenar, bueno yo a intentarlo ya que estoy completamente excitada, húmeda y agitada.
Durante minutos reposamos la cena y Jota va a la ducha mientras espero a que termine. Cuando sale con su camisa azul, pantalones oscuros y botas me ordena ir al baño a lavar lo que ha dejado en el lavabo. Algo me podía imaginar y mis sospechas no fallan: un consolador negro de gran dimensión y una boquilla de una botella, sé para qué son ambas cosas. Me entra calor y las lavo con ánimo.
Vamos a la habitación, se planta delante de mí y me besa.
-Hoy no te vas a correr hasta que yo no te diga. Te voy a calentar muchas veces. ¿Lo has entendido?
-Sí, Señor.
No por dios, otra sesión privándome de orgasmos no. Pero sé que puedo controlarlos y no va a haber represalias. Quita mi falda y sentado en la cama me ordena que me tumbe boca abajo en su regazo. Arranca con la mano azotándome suave y asegurándose de que no me hace demasiado daño ya que aún tengo moratones y dolor de la anterior sesión. Poco a poco va subiendo ritmo e intensidad. Cierro mis ojos, apoyo brazos en la frente y mi cuerpo y mente están en perfecto estado de relajación, recibiendo y disfrutando de los azotes que me propina y excitándome en cada comentario provocativo e insinuador de Señor.
-¿Relajada?
Asiento y ladeo la cabeza para que vea mi cara.
-¿Tenías ganas de sesión?
-Sí Señor.
Durante un rato Jota sigue azotándome en cada nalga y centro, coloreando mi ardiente culo y empapando mi coño.
-Mm…ya lo tienes rojito.
Sonrío provocadora. Me incorporo y coloco a cuatro patas en la cama por petición de Jota que se pone de pie en el lateral de ésta para que se la coma. Una vez lista la introduce en mi vagina suave para después aumentar ritmo, intensidad y placer a la vez que va dilatando el ano y me toco el clítoris mientras tanto.
-No te corras eh –me advierte
Niego con la cabeza. Tras varias embestidas más llevo mi mano a la pierna de Jota señalándole que pare porque me voy a correr.
-Buena chica.
Sale de la habitación y vuelve con el consolador que me lo ofrece para meterlo yo misma mientras ÉL mete su polla en mi preparado culo, simulando y preparándome para un trío. Meto y saco el consolador al unísono que Jota se mueve por detrás y me folla el culo. Tira de mi pelo fuerte, miro al espejo y me excito cada vez más. Mientras tanto toca mi clítoris.
-Triple placer para ti solita ¿eh?
Sonrío.
-¿Este culo de quién es?
-Suyo.
Estoy algo incómoda y me coloco bocarriba donde me sigue penetrando por detrás, dejo el consolador y ahora soy yo la que excito a mi hinchado clítoris por orden de Jota. Nuestras excitadas miradas se encuentran momentáneamente. Por diversos motivos estoy algo rallada y necesito parar, Jota lo sabe y no duda en hacerlo.
-¿Estabas tú nerviosa hoy o qué? –me pregunta con ternura mientras me abraza.
Asiento y le sonrío tímida. Me siento confundida y decepcionada conmigo misma.
-¿Quieres que te relaje tu dueño?
Afirmo sonriendo. Me tumbo en la cama bocarriba y Jota empieza a comérmelo, hunde dedos en mí y me da para que chupe. Sube y baja por mi cuerpo, pasando por pezones, barriga, punto débil donde me estremezco y retuerzo en la cama y llegando de nuevo a mi coño.
-¿Esto te gusta a ti eh?
Le sonrío tentadora mientras se explaya con mi clítoris y le hago parar porque me voy a correr.
-Bonita- me susurra mientras se incorpora.
Me pone bocabajo y me azota continuamente y fuerte con la mano. Oigo un ruido sospechoso de cinturón y miro para corroborar. Al verlo cruzo y hundo los brazos en la cara para relajarme y concentrarme. Lo coge y me azota seguidas veces y duro con éste.
-La última vez que piensas y te rallas delante de tu dueño –dice en un tono tranquilo.
Jota me castiga por lo sucedido minutos antes. Me reincorporo y vuelvo a ponerme a cuatro patas donde me penetra nuevamente y me folla salvajemente. Siento como algo quiere salir de mi interior. ¡Mierda, otra vez!
-Pare, me voy a correr –digo rápido
Bebo agua y cuando ya estoy lista me obliga a deshacerme de toda mi ropa, quedando tan solo con el collar. Voy hacia la puerta del baño donde cuelga el columpio. Una vez colgada y atada en éste Jota va hacia la habitación y coge el Hitachi, mi cuerpo tiembla literalmente. Se avecina tortura. Primero rinde homenaje a mis pezones, los chupa, juguetea y tira de ellos hasta que se endurecen. Me planta el vibrador en el coño bien abierto, me tortura y por supuesto se pone entre mis piernas para impedirme cerrarlas.
-Ahora ya te puedes correr las veces que quieras.
El placer es intenso, más intenso que nunca, supongo que debido a la suspensión de mi cuerpo y las ataduras del columpio en las piernas. Me corro varias veces mientras me atosiga con el loco vibrador. Mi boca protesta continuamente a modo de súplica.
-¿Te creías que no podría ser más cabrón?
Niego con la cabeza, por supuesto que no me lo creía. Me retuerzo tanto de la desesperación que me pongo incluso de pie de la intensidad, gimo, grito y doy patadas involuntarias. Miro la cara de Jota por si le doy sin querer y se enfada. Me quejo y gruño, tiro de las cuerdas del columpio, el pomo de la puerta se me clava en la espalda pero lo ignoro y apoyo los pies en la pared de enfrente. Jota lo para y se pone de rodillas entre mis piernas para devorarme de nuevo el coño. Me lo come llegando a otro intenso orgasmo. El morbo se acentúa cuando Jota me penetra y me folla complaciéndome uno de mi gran secreto a voces. Miro como entra y sale de mí su polla y me abrazo a su cuello disfrutando de otro placentero y efímero momento ya que Jota es imparable y no se cansa de putearme y me vuelve a torturar con el Hitachi.
-Quiero que te corras.
-Ya me he corrido – le digo desesperada
-Poco, quiero que te corras más.
Me corro indefinidas veces y al tirar de una cuerda el columpio se suelta y cae, por suerte Jota como siempre tan atento puede cogerme en brazos para no caerme y hacerme bastante daño. Al final todo queda en un susto. En la habitación me siento a horcajadas en ÉL mientras descansamos y nos relajamos un poco.
Le toca el turno a la momificación, la incógnita está a punto de descubrirse. ¿Entraré en estado de shock? ¿Seré capaz de controlar mi mente? ¿Aguantaré? Jota me saca de mis pensamientos.
-Te voy a dejar los pies libres, si necesitas parar los mueves ¿Vale?
-Vale – contesto nerviosa.
Dominada por el miedo, respiro fuerte y expulso el aire para relajarme. Empiezo colocándome los tapones y dejo rápidamente de escuchar. Cierro los ojos, pego los brazos al cuerpo y Jota comienza a envolver a ritmo lento y pausado la parte superior de mi cuerpo. Inmovilizada de esa parte, me siento en la cama y explica cómo ponerme la boquilla de la botella en la boca para poder respirar. Ya colocada me ayuda a tumbarme en la cama y me envuelve la parte inferior uniéndola con la superior, quedando así totalmente inmovilizada de cuerpo. El calor ya se empieza a apoderar de mí. La peor parte y más difícil para mí viene ahora, la cabeza. Jota pone el papel de film despacio sobre mi cabeza tapando toda mi cara y dejando libre la boquilla que gestiona mi respiración. Estoy privada de todos los sentidos y lo único que me queda es el sonido de mi propia respiración que entra y sale por la boquilla. 




Me hace experimentar un sentimiento de vacío perdiendo la conciencia del tiempo por lo que me obligo a concentrarme en lo que siento. Parece que estoy enchufada a una máquina de hospital. Solo de pensarlo se me corta la respiración pero de inmediato mi cabeza da un giro y me concentro, sugestionando a mi mente y apoyándola. El papel se pega a mi nariz y siento pequeñas sensaciones de asfixia por lo que me pongo nerviosa y hago lo que puedo para que se despegue y entre aire. Aislada por completo de los estímulos exteriores asumo la impotencia de la situación y la sensación de vacío es liberadora porque el tiempo desaparece y todo se vuelve lento y relajado, me ayuda a concentrarme en mis pensamientos y me obliga a centrarme en mí misma. Escupe babas en el embudo. Yo no las siento, no me doy cuenta.
-Aaai, mi pobre Daira.
Un eco lejano de la voz de Jota se cruza entre mis pensamientos pero los disuelvo rápidamente. Siento como algo me roza suavemente, el flogger. Me acaricia lentamente y azota por todo el cuerpo con éste, sinceramente no sé si fuerte o flojo, no sabría decirlo exactamente. Con furia me abre el papel que cubre mi coño y me lo excita con la mano por fuera y por dentro.
-Tranquila que no voy a parar – me amenaza
Me muevo lo poco que me permite la inmovilización, arqueando mi cuerpo escasos milímetros de la cama. Jota me quita la boquilla dejándome libre la boca y se coloca a mi lado mientras sigue tocándome. Al menos ahora ya puedo protestar con la boca. Me la tapa con el papel y enseguida le niego con la cabeza, me agobia y eso no puedo tolerarlo. Jota, que no me quita ojo, me la retira de inmediato.
Con vehemencia rompe toda la parte inferior dejando mis piernas totalmente libres y su lengua se sacia de nuevo con mi coño. Permanezco totalmente quieta para no causar daños y evitar complicaciones mientras va cortando el papel de la cabeza hasta quedar liberada por completo. Quito los tapones, suspiro y muevo los brazos y piernas para avivarlos y acostumbrarme de nuevo a la realidad. Siento una inmensa sensación de alivio. Bebo agua para no deshidratarme. Mis sentidos se van despertando poco a poco y mi cuerpo entra en un estado de frío, supongo que por el cambio de temperatura. La baja temperatura dura poco cuando en la misma posición en la que me encuentro pero ladeando la cabeza, Jota me planta su polla en la boca y mientras me toca el clítoris. Debido a la incómoda postura y a lo difícil que resulta concentrarme, dejo de chupar y me centro en las manos de Jota que no dejan de torturarme. Señor para, sale de la habitación y mientras tanto me concedo unos breves segundos de descanso. Regresa con un cinturón con el que me ata las manos a la cadera y pegadas al cuerpo dejándome inmóvil por la parte superior. Abro y flexiono las piernas y junto los pies.
-No separes los pies, no te lo voy a repetir dos veces.
Me azota con el flogger en el coño y doy pequeños respingos por la sorpresa y el dolor que me causa. Después me toca por dentro el punto G.
Me desata el cinturón y me ordena posición de 4 patas. Me penetra y folla duro. Tira de mis pezones y de mi pelo, miro al espejo, me araña la espalda y muerde mi culo. Me siento sobre mis piernas y Jota pone un cojín debajo donde será su cabeza la que repose en él.
-Tengo hambre – me dice
Se tumba y me subo encima de ÉL en 69 y así disfrutamos al unísono ambos del otro. Miro al espejo y veo a Jota concentrado en mi coño, la escena me da morbo para variar y sigo haciendo mía la polla de mi dueño. Los dos gemimos y me excito aún más de escuchar a Jota, de saber que le está gustando, que lo está disfrutando como yo. Se sienta en la cama para que trabaje yo sola y centrarnos en lo mismo. Me percato de que me está grabando y miro con sigilo y provocación a la cámara y a él mientras se la como. Coge mi pelo para que no me estorbe, atenta a los movimientos de las piernas de Jota bajo el ritmo cuando sé que le queda poco y culmina en mi boca.
-Vaya lengüecita estás echando –dice saciado
Nos tumbamos en la cama y me acoge en su pecho donde descanso y mi respiración y ritmo cardíaco vuelve a la normalidad.
Pese a algunos detalles que no han salido como esperábamos, me siento orgullosa de mí misma, por haberme enfrentado a mis miedos y fobias y superarlos con creces.

Daira.

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