Estoy
impaciente. Llegó el día. Doy comienzo a los preparativos (ropa ordenada, etc...). Me pinto
las uñas de rojo, sé que le gustan y a pesar de que nunca repito color más de
una semana lo hago, por y para ÉL. Siento un cosquilleo por el cuerpo. Los
nervios ya es algo normal en mí. Son mis amargos amigos desde el primer día, o
quizás sean dulces, porque son nervios de ganas, de impaciencia, son nervios de
Jota.
Me da
permiso para pasar, esta vez no he tenido ni que esperar. Me da mimitos, hunde
sus dedos en mi pelo, extraña y curiosamente no me importa que lo haga ya que
yo no soy muy amante de que me toquen el pelo pero lo agradezco, estoy sensible
y no sé si estaré al 100%. Aunque sé que sí 😊 Nos acariciamos, miramos, besamos.
Me advierte que soy suya y puede hacer conmigo todo lo que quiera. Me chupa el
cuello. ¡Dios, ahora sí que sí! Me calienta, lo está haciendo aposta pero me da
igual, me gusta y así me voy activando para la sesión.
Me preparo:
ropa interior negra, vestido de tubo ajustado rosa, zapatos azules, collar y
labios rosas. Jota también está preparado: vaqueros, camiseta azul y
deportivas. Su uniforme ya quedó atrás.
Me ordena
mirar a la ventana para quedarme de espaldas a ÉL y al salón.
-Qué guapa
estás, lo que te dije de que todo te quedaba bien es verdad – corrobora y
añade:- te queda muy bien el rosa.
-Gracias –
le digo avergonzada.
-Dame la
mano y cierra los ojos.
Me lleva
despacio hacia la mesa, sé que voy a ésta porque ha preparado cosas
anteriormente sin que yo viese el qué.
-Ya puedes
abrir los ojos – me dice.
Al abrirlos
hay colocado en la mesa una botella de agua, un vaso y una regla. Sé
perfectamente para qué, leí una sesión justamente con los mismos materiales y a
pesar de que alguna vez ha pasado la idea por mi mente de si me lo haría o no
nunca pensé que se cumpliría. Dudo de si yo podré hacer eso, no creo que
aguante con el agua en la boca sin tragar. Pero como siempre, lo voy a
intentar, ¡¡que por mí no quede!!
-¿Sabes de
qué va esto no? – se cachondea
Asiento.
-Echa agua
en el vaso y llénate la boca – me ordena.
Cumplo
órdenes, allá voy. Me voy a llevar más hostias que en toda mi vida.
-¿Ya tienes
la boca llena?
Asiento,
Jota no se da cuenta y me ordena que lo haga.
-¿Has
tragado? – me amenaza.
Niego con la
cabeza y Jota me cree, o eso espero, porque la verdad es que si había tragado.
Sin querer, eso sí.
-Pon los
dedos índices de las dos manos señalando hacia delante.
Lo hago y me
coloca la regla en el borde de los dedos. Me indica que me va a dar cinco azotes y
me advierte que si se cae la regla o trago agua me funde. Proceso la
información y asiento acojonada. Me concentro.
Me da el
primer azote, fuerte, de los suyos, los pies se me desplazan hacia delante de
la fuerza y de los zapatos, me acaricia el culo mientras me acostumbro a la
sensación y la regla no se me cae. ¡Bien!
-¿No es
igual leerlo que hacerlo eh? – se sigue cachondeando.
Yo sonrío
como puedo. No me quiero desconcentrar. Me regala el segundo azote, más fuerte que
el anterior pero sigo con la regla en mis dedos, aunque se ha movido un poco
pero nada importante, Jota me la coloca y seguimos. Está deseando que se caiga
pero lo lleva claro, no lo voy a permitir. Con el eco de sus palabras
resonándome en los oídos cuento los azotes para mí. << Si se te cae la
regla o tragas agua te fundo >>. Se repite la misma función hasta
terminar con los cinco azotes previstos, mis pies se deslizan hacia delante pero
consigo que la regla no se caiga. El tercer azote me duele la vida, ¡Joder!
Reconozco que he tragado en cada azote, sé que Jota lo sabe pero no me castiga,
lo que tragaba no era el agua, es por la sensación precisamente de no poder tragar.
Trago el agua que me queda en la boca, por orden de Jota. Se coloca detrás de
mí y mete un dedo en mi interior, me relajo en su hombro y disfruto.
Jota vuelca la
mesa en la pared, de modo que queden las patas mirando para mí. Ata una esposa
doble a una pata y otra en la otra. Con la esposa sobrante me ata a mí las
manos quedando de rodillas, con los brazos estirados a cada lado y atada a la
mesa. Me inclino hacia delante todo lo que puedo para que quede mi culo
expuesto hacia Jota. Le cedo todo mi cuerpo, toda yo dispuesta y preparada para
todo. Tengo cojines y una almohada para poder apoyarme. Jota siempre tan
atento. Me levanta el vestido. Me echa una foto y levanto la cabeza para verla.
Me gusta. Me da morbo verme así.
-Me encanta
verte así, tan indefensa – me susurra
Me da un golpe y reconozco rápidamente el flogger. Cuento hasta cuatro con éste, se detiene y
retoma con su mano. Me da con fuerza pero no con tanta como cuando estaba con
la regla. Nalga derecha, nalga izquierda, luego la confluencia de muslos y
culo. Levanto la cabeza como mezcla de placer y dolor. Entre azote y azote me
acaricia y estoy segura que contempla cómo mi piel adquiere un tono rosado bajo
mi ropa interior. Gimo, asimilo el placer. Me abre el culo y lo chupa. Me dice
que le gusta mi ropa interior. Me ofrece chupar su dedo. Me desabrocha el
vestido y la parte de arriba de éste cae. Se despacha a gusto con mi culo, un
sinfín de azotes, me duele, me azota con los puños ¡a ver para que le doy la
idea!, por un momento quiero parar porque me azota de seguido y duele
demasiado, se me corta la respiración pero enseguida me acaricia y me alivia. Me
pregunta si estoy bien y asiento, quiero seguir.
-¿Cuántos
azotes más quieres Daira? –me pregunta
-Los que
usted quiera – le contesto decidida.
Tengo el
culo ardiendo, como a ÉL le gusta y me lo recalca. Me mete dedos y dice:
-Sí que te
gusta que te azoten sí. –Los chupa- Para chuparse los dedos – añade.
Jota coloca
un cojín a mi lado izquierdo y otro en el derecho para apoyar mis rodillas y
quedar lo más abierta posible. Me ordena quitarme el tanga y lo hago.
-Tengo
hambre – me susurra en el oído derecho.
Y se acomoda
entre mis piernas con su cabeza en mi sexo y se deleita en éste. Mientras tanto
me lubrica también con dedos, la doble sensación es increíble y la disfruto.
Mis piernas se cierran y mi cuerpo decae por el placer y Jota me regaña. Intuyo
que le aplasto y no le hará gracia.
-Abre las
piernas aunque te tiemblen – me ordena en tono exigente.
Me incorporo
de inmediato. Con el vaivén de cerrar y abrir las piernas el cojín izquierdo se
me pierde y mi rodilla queda expuesta en el suelo, me raspa y me hago daño pero
no me importa, no pienso hacerle parar por esta tontería. ¿Aguanto los azotes,
cosas peores y no voy a aguantar esto? Venga ya…
Ignoro esa
sensación y me vuelvo a concentrar en la lengua experta de Jota y en esa
técnica tan suya que me vuelve loca. Gimo y me arqueo.
-¿Estás disfrutando
Daira?
Sí -contesto
en un susurro que casi no se oye.
Acelera el
ritmo de los dedos, busca mi punto G y no se rinde, la temperatura sube por
cada centímetro de mi cuerpo, me corro, está claro que lo encuentra pero no
consigo correrme como ambos queremos. Me agarro al suelo, a la almohada, mi
cabeza está apoyada a ésta, la subo en señal de placer y gimo, miro por debajo
como puedo para ver a Jota en mi sexo, apenas puedo verlo porque el vestido me
lo impide pero aprecio a Jota concentrado, disfrutando tanto como yo. Intercala
azotes. Jota jadea y gime.
Se levanta y
coloca detrás de mí, se sube y sienta en mi espalda, me cabalga y tira de mi
pelo, estupefacta apoyo la cabeza en la almohada y pienso que qué hace, sopeso
la posibilidad de decirle que baje pero no lo hago, tarda poco en bajarse, no
me estaba haciendo daño pero sabe que no puede hacerme eso. De nuevo con sus
dedos me toca el clítoris, siento una sensación de placer tremenda, increíble y
totalmente nueva para mí. Ambos hemos descubierto un punto nuevo, “El botón”. Me
corro por segunda vez y Jota sigue hasta que consigo llegar a un tercer orgasmo
y Señor cuando cree oportuno para. Satisfechos los dos.
-Vaya
cuerpecito tienes hija.
Me libera de
la mesa y de las esposas y me ayuda a levantarme. Estoy temblando. Me ordena
quitarme el vestido y pierdo el equilibrio al liberarme de éste por los pies,
llevo tacones y eso también influye. Me apoyo en el sofá para descansar y
recuperar la respiración. Bebo agua, la necesito.
-Te he
encontrado un punto que no conocía ¿eh, Dairita?
-Ni yo misma
lo sabía – le digo sorprendida.
Jota me
quita el sujetador y el collar, quedo totalmente desnuda y lo único que me
adorna son los zapatos. Me chupa los pezones con delicadeza. Jadeo.
-Estoy
disfrutando mucho de ti hoy – me dice
Sonrío. Me
gusta que disfrute de mí al igual que yo disfruto de ÉL. Me besa. Coge la
cuerda morada y me ata por los pechos, por la espalda, formando como una
especie de camisa improvisada yo miro expectante y con intriga a lo que está haciendo.
Termina atándome las manos por detrás y me lleva a la pared. Me echa fotos y
ordena irme para la habitación. Ya en ésta me chupa los pezones y ordena
ponerme de rodillas en la cama. Me coloca la almohada delante para cuando eche
la cabeza hacia delante esté más alta y más recta, supongo. O más cómoda, yo
que sé… ÉL sabrá. Me pone algo en la boca a modo de mordaza y durante unos
segundos pienso qué puede ser pero rápidamente me percato de que es mi tanga. Me
azota y vuelve a estimular mi punto G, el botón y clítoris. Jadeo, quiero gemir
fuerte pero no me deja el tanga. ¡Mierda! Me miro al espejo y veo el culo rojo,
reconozco que me pone verme así. Jota me echa una foto a cuatro patas en la cama. Se
libera de su ropa y desliza su miembro por mi vagina, entra suave y sin dolor,
como siempre, estoy más húmeda que nunca y Jota lo sabe. Comienza con ritmo
despacio y poco a poco le voy abriendo paso a su miembro, ensanchándome, me
embiste rápido y fuerte, como a los dos nos gusta, me miro al espejo:
-¿Te gusta mirarte
al espejo? – pregunta
Asiento, la
verdad que me encanta ver reflejada la escena de los dos en éste y Jota para
motivarme más me tira del pelo, otro detalle que sabe que me gusta:
-Solo te
falta estar comiéndote una polla mientras yo te doy por detrás ¿eh zorri? – ríe
provocándome y añade:- pronto la tendrás.
Sonrío con
picardía y deseo, la verdad que la espera del trío está siendo interminable.
-¿Quieres
más no? – pregunta divertido
Riéndonos nos
miramos con complicidad. No hace falta decir nada más. Me empala duro y
exigente. Jota sale de mí y de la habitación, cuando lo oigo entrar lo miro y
para mi irónica sorpresa ¿que trae? ¡Mi dulce tortura!😊 Le lanzo una mirada
intensa…cómplice.
-¿Por qué te
ríes cuando ves el Hitachi? – pregunta dedicándome una sonrisa burlona.
Me tiene “calá”.
La sonrisa me delata, me lo concede para que lo disfrute y me vuelve a penetrar
por la vagina, me muerde el culo.
-Qué buena
estás hija puta.
¡Toma
piropo! Me sigue clavando con fuerza y golpeándome, suelto gemidos en cada
azote mientras me deleito con mi loco vibrador y caigo sobre la almohada al
llegar al éxtasis. Me lubrica analmente y noto sensación rara, de dolor a la
que no estoy acostumbrada ya que normalmente no me duele cuando me dilata con
la mano.
-¿Y este
culo que está ya tan preparado?
Me la mete
por detrás y duele pero espero unos segundos para darme tiempo y ensancharme
más, pero no, al embestirme me resulta molesto y a pesar de que lo está haciendo
con delicadeza y suavidad quiero parar, le toco en la pierna para que pare y
rápidamente entiende mi señal y se detiene.
-¿Te duele?
-Sí, pare
por favor – le suplico
Jota me
tranquiliza y antes de salir de nuevo me ordena que siga con el Hitachi y me
quite el tanga de la boca. Sigo con el vibrador hasta que Jota entra de nuevo:
con un cigarro, mechero y cenicero. ¿Pero qué coño? La verdad que no entiendo
nada, me preocupo por si la he liado al decirle que parase y se ha enfadado. Se
sienta en la cama, cómodo.
-Ven –voy
hacia ÉL de rodillas por la cama –Baja, que voy a disfrutar.
Se enciende
el cigarro, desciendo hacia su polla y con vibrador en mano me doy un homenaje
con ambas cosas, la chupo de arriba abajo despacio, como le gusta, le redondeo
el glande, suelto gemidos y miro a Jota como buena zorra que soy. Tiene los
ojos clavados en mí.
-¿Y esa
mirada Dairita? – pregunta
Me encanta
mirar a los tíos mientras les hago una mamada pero no le hago ni caso, yo sigo
a lo mío.
-¿A ti te
gusta comerla eh?
Con polla en
boca asiento y sonrío con provocación. Si sí, soy una viciosa, tengo mucho
peligro con una polla delante.
-Me encanta
la escena que se refleja en el espejo – me dice mientras contempla como se la
como y se fuma su cigarro.
Señor se
termina el cigarro y durante un rato seguimos así. Se tumba en la cama y me
ordena posición de 69. Dejo el Hitachi, retomo con su polla y él con mi
clítoris y trabajamos los dos. Nos miramos en el espejo a la vez, me encanta y
cuando Jota está entretenido vuelvo a mirar varias veces para verle. Estoy
atenta a todos sus movimientos, necesito saber si le gusta o no, gime de vez en
cuando y eso me relaja, sus piernas se tensan y tiemblan, sé que le queda poco.
Me pide que siga cómo lo estoy haciendo y noto como se deja ir en mi boca y su
semen se desliza por mi garganta.
Contenta,
saciada y satisfecha me tumbo en el pecho de Jota y le abrazo para recuperarme,
para recuperarnos los dos. Ese contacto de confianza después de la sesión me
resulta muy agradable y me relaja.
Daira.
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