jueves, 19 de abril de 2018

QUÉDATE SOLO CON LO BUENO 🙂


Nervios, incertidumbre y dudas. Ganas e impaciencia. Palabras exactas para definir lo que siento ante esta sesión. Soy conocedora de que esta era especial aunque sólo Jota sabía por qué y yo no estoy para preguntar, solo para obedecer, entregarme y satisfacerle. He tenido que esperar dos largas semanas para que llegara este día, tiempo suficiente para concienciarme, prepararme y asimilar lo dura y diferente que iba a ser la sesión. Siempre me hago mis ideas en la cabeza aunque luego nada que ver con la realidad.
La única orden que tenía de vestimenta era ir cómoda, deportivas exactamente. Como siempre, me doy el lujo de ponerme ropa interior sexy para él. Elijo un liguero y medias negras, sujetador rojo y negro que le gusta a Jota, labios y uñas rojas y mi collar preferido, ahora personalizado a gusto de Señor 🙂
Estoy hecha un manojo de nervios, impaciente ante la salida de Jota del baño. Sale y como siempre le miro a ver cómo va vestido, sabía que esta vez iba a llevar su vestimenta particular aunque mi sorpresa cuando le veo es que va vestido de traje. Sabe que me gusta. Le sigo con la mirada y le miro de arriba abajo. Está guapo, elegante y le queda muy bien el traje. Exhala un suave perfume. Todo un Grey para mí esta noche. Me excito al verle.
Tensa me dirijo a la puerta la cual había colgado unas esposas agarradas a una cuerda y un tubo.
-Que bien hueles –le musito.
Me da bofetones, sé perfectamente el motivo.
-Huele – rectifico.
Me esposa las manos y doy rienda suelta a mi preparación. ¡Que comience la acción!
-Que bien te queda el rojo –me dice.
No digo nada, solo sonrío un poquito pero Jota no me ve ya que me encuentro de espaldas a él. Con toda su parsimonia me hace esperar, sé que le gusta verme impaciente esperándole.
-¿Preparada? – musita en mi oído izquierdo
-Sí señor – respondo con seguridad
Con destreza, procede el primer golpe con cinturón, duele pero no muevo ni una sola parte de mi cuerpo, asimilo y me acostumbro al dolor, así hasta 4 golpes con éste y se detiene. Espero el quinto pero Jota me amarra del pelo y me da un azote con la mano de los suyos, fuerte. El segundo es tan intenso que mi cuerpo se echa hacia delante, tres…cuatro… me coloca el pelo y da un quinto y último azote…por ahora. Me suelta de las esposas y me lleva hasta la mesa donde me ordena echarme 10 granos de arroz en cada deportiva. Curiosa lo hago y me las pongo. Supongo que es para que esté incómoda. Regreso a la puerta donde me vuelve a esposar.
-Por petición, voy a empezar con el flogger – me informa
La petición es mía y Jota lo tiene en cuenta. Trago saliva, respiro y me preparo. Pasea el flogger con suma delicadeza siguiendo un recorrido por mi cuerpo y me azota por todo éste.
-Hoy te voy a marcar todo el cuerpo – susurra y sigue -: brazos, espalda, piernas, culo…
Ese comentario eriza mi piel. Mis pulsaciones y ritmo cardíaco van a compás. La ansiedad aumenta con cada segundo que pasa mientras Jota me azota con el flogger durante unos minutos. Me da tan fuerte que siendo el objeto más suave para mi hasta éste me hace daño.
-Ahora no vales nada – susurra en mi oído.
Sus palabras me ofenden, me descalifica, cierro los ojos y suspiro para evadirme de sus crueles comentarios. Intento separar la vida real al BDSM, sé que él no me haría daño ni me diría esas cosas fuera de sesión. Ahora que tengo el cuerpo sensibilizado, coge de nuevo el cinturón y vuelve a golpearme con fuerza, me da con la hebilla y las ganas de llorar aumentan, duele mucho pero sigo concentrada sugestionando a mi cerebro mientras recibo golpe tras golpe. Desabrocha la parte de atrás del liguero, supongo que para que no me clave las hebillas. Jota me da un beso en la comisura de la boca, o eso creo. Desde mi perspectiva observo la sombra de Jota en la pared y visualizo que me observa, cada detalle, cada reacción y parte de mi cuerpo. Me divisa, controla mis movimientos. Me tira del pelo. Las esposas se me clavan en las muñecas y me hacen daño, las tengo entumecidas y las muevo para avivarlas.
-Me encanta ver que estás incómoda con las esposas.
Reanuda sus movimientos, ahora de nuevo con su mística mano y me azota con derroche, infinitos azotes fuertes, intensos, en uno de ellos mi cuerpo y espalda se dobla y doy un paso hacia delante, me he hecho daño en la espalda, me planteo decirle que tenga cuidado pero me lo guardo. Me ofrece un dedo de su mano para chupar y lo meto en mi boca. Lo chupo como si de una polla se tratara.
-Se me está poniendo dura –me cuchichea
Se coloca detrás de mí y noto su erección creciente en mi culo. Me froto disimuladamente con ella. Me tira de los pezones y coloca las pezoneras en éstos, endurecidos por el roce de éstas. Me ordena darme la vuelta.
-Me puedes mirar cuando quieras.
Le miro efímera mente y miro hacia la pared. Me azota con el flogger en las pezoneras, en la barriga, en el sexo…
-Mírame – exige desafiante
Le lanzo una mirada fugaz y la aparto rápidamente, soy incapaz de mantener un contacto visual con él en estos momentos.
-Aguantas más por detrás que por delante ¿Eh? Date la vuelta.
Ratifico y vuelvo a colocarme de espaldas mirando hacia el pasillo. Estoy alerta en todo momento.
-Tienes el culo ardiendo ya ¿Eh?
Asiento. Me acaricia el culo para suavizar y me lo aprieta. Jota va hacia la cocina y regresa con un hielo. Me lo da y ordena meterlo en mi vagina. Me lo meto despacio y como en toda práctica nueva me asaltan dudas. Noto mucho frío y es un poco desagradable.
-Mételo Daira, no me importa que el agua caiga en el suelo –dice con tono serio
Jota espera y sé que se está enfadando. Pongo todo de mi parte, consigo meterlo pero mi propia vagina me lo expulsa. Intento aguantarlo pero no puedo. Los pocos segundos que lo tengo dentro son suficientes para avivar mi interior.
-Me lo expulsa – alego con un poco de miedo
Frustrada desisto y miro a Jota buscando su aprobación para dejar de intentarlo. Acepta. Me quita el hielo y lo lleva a la cocina, momento perfecto donde aprovecho para acariciarme el culo con el agua que mojan mis manos y calmar el dolor. Me quema la piel.
-Me gusta que lo hayas intentado
Noto como algo roza mi culo y me percato de la fusta. Jota propicia golpes fuertes sobre mis nalgas marcando todo centímetro de mi culo. Creo que es la primera vez que me quejo en alguna sesión por los golpes. Emito sonidos mudos y otras veces gemidos suaves fundando así una mezcla de placer y dolor.
-Te quejas pero no paras, menuda zorra eres.
-¡Ay! –musito contrayendo el rostro.
El dolor en mis entrañas se hace más intenso y lacerante todavía. Le toca el turno a la vara, la temida vara. Asesta golpes contra mí, aunque menos de los que esperaba, pero suficientes para cargar y desfogar dolor sobre mí. Jota me obliga a agachar la cabeza humillándome. Señor no escatima en azotes y yo no bajo la guardia en ningún momento. Soy consciente de los objetos y golpes que ya han pasado por mi cuerpo, especialmente por mi culo y me planteo parar en diversos momentos, pero no lo hago, le voy a demostrar que soy capaz de aguantar hasta lo que se piensa que no podría.
Vuelve a coger el cinturón y a propiciarme golpes intensos, de esos que te cortan la respiración y para. Me siento algo decaída y débil pero es más emocional que físicamente. Me libera de las esposas y un gesto suyo me hace saber que me ponga de rodillas. Voy hacia él y se detiene delante de mí colocándome justo debajo de él, con la cabeza metida entre sus piernas.
-Cabeza al suelo y agárrate a mis piernas.

Me agarro a éstas mientras Jota me posee, me eclipsa y me azota con el cinturón. Echo el culo hacia delante emitiendo pequeños gruñidos y cruzo las piernas como reacción al dolor.
-Manos al suelo y abre los brazos.
Lo hago y sigue con sus golpes. Dominada por completo.
-Me encanta que hagas lo que te pido.
Cada vez me siento más frágil y muy dolorida. Me permite incorporarme de rodillas y pone su pene tapado por el pantalón en mi boca, la huelo por encima de éste y no pierdo de vista mi recompensa: su polla. La espero con ansias.
-¿La quieres? –refiriéndose a ésta
Hago un movimiento afirmativo con la cabeza y se la saca para darme mi premio.
-Disfruta de tu descanso, que todavía te queda mucho más.
Finjo que no me importa. Que venga lo que quiera que yo mientras disfruto de mi capricho más preciado. Saboreo cada segundo como si fuera el último y disfruto de mi merecido descanso.
-Hoy me voy a correr en tu carita, me apetece –me informa
Yo sigo a lo mío y Jota me la quita de la boca dando pasos hacia atrás.
-¿Quieres polla?
Asiento y Jota me cuelga el cinturón en el cuello.
-Ven a por ella, vamos, ven a por tu premio.
De rodillas voy guiándome en busca de la polla y cuando me encuentro con ella la vuelvo a saborear y chupar. Me quita las pezoneras y tira de mis pezones. Duele pero me centro en lo que realmente me importa ahora.
-Buena chica –dice mientras me acaricia la cabeza
Mi recompensa dura poco, Jota se aparta de mí, me levanta de los pelos y me empuja de tal forma que casi pierdo el equilibrio y caigo de lado al suelo. Me siento como una mierda. Consternada.
-Cabeza al suelo y culo en pompa –me ordena
Me limito a obedecer y coloco en esa posición. Jota me chupa el culo y mete dedos en él para segundos después inundar con el cinturón. Un único golpe más me hace sentir vulnerable, anulada, desbordada y sin fuerzas. Mis ojos se llenan de lágrimas e intento contenerme, no quiero que Jota se dé cuenta.
-No te gusta verte tan despreciada ¿eh? – dice un Jota desenmascarado
Su comentario denigrante me provoca rabia y no sé si lo ha dicho por que se ha dado cuenta de que estoy llorando o francamente porque le ha dado la gana. Tras unos golpes más me ordena levantarme. ¡Mierda! No quiero que me vea llorar y vea que estoy débil, me limpio las lágrimas y me levanto pero indudablemente es algo que no se puede esconder. Desmoronada y aturdida mi llanto se hace imparable. Jota me da una hostia y yo no reacciono.
-Me da igual que llores, mientras no me digas que pare voy a seguir.
Con la mirada perdida escucho a un Jota tajante, irreconocible y llevándome a su terreno. Me da otra hostia para ver si reacciono.
-¿Estás bien? – se preocupa por primera vez.
No acierto a encontrar palabras mientras intento apaciguar mi llanto pero ahora si reacciono con un solo asiento.
-¿Quieres parar? –insiste.
Niego con la cabeza y me lleva con desprecio hacia el sofá ordenándome apoyarme en éste mostrando el culo. Ya instalada y rota de dolor recibo un azote, de nuevo con sin duda el protagonista de la noche, el cinturón. Cinco golpes después Jota me obliga a contar. Afloran los miedos. Sé que me va a costar hacerlo porque no soy capaz de calmar el llanto y Jota lo hace aposta. Con cada golpe se me corta la respiración y mis lágrimas aumentan a ritmo acelerado. Pero no me pienso amedrentar asique cojo fuerzas, me sereno y me hago consciente de lo que me viene por delante. Preparada para todo.
Jota descarga el cinturón y golpea velozmente en las dos nalgas y centro con fuerza.
-¡Uno! – cuento entre lágrimas
-¡Dos! –exactamente igual
Me golpea una vez más.
-¡Tres! –golpea salvaje mente, cierro los ojos, respiro y cuento segundos después
Me estremezco y mi voz suena débil.
-Más alto – me ordena Jota
Los convierte en 4. Digo el número con voz alta y clara.
-¡Cinco! – digo entre sollozos
-¡Seis! –susurro con voz ronca y forzada
Sigo enumerando los infinitos golpes sin compasión que me da a la espera de que termine, todo principio tiene su fin asique cuento con ánimo sabiendo que esto acabaría tarde o temprano. Algunas veces me salen sollozos, otras me salen alto y claro, otras a punto de mandarlo todo a la mierda. Intento convencerme a mí misma de que puedo y soy capaz de llegar hasta donde Jota quiera. La capacidad de aceptar es la muestra más grande de autoestima que puedes tener.
-¡Treinta! – sigo contando
La furia de Jota se desata sobre mis nalgas, libera tensiones y se sacia con el cinturón. El dolor vuelve a aflorar a la superficie, cada vez se hace más exasperan te, atormentándome. Suplico por dentro para que Jota pare, no se cansa, es invencible. ¿Y si no para? La idea es aterradora y la ahuyento de inmediato. Parará si le detengo, pero por ahora no va a ocurrir.
-¡Cuarenta!
El dolor se acentúa ante los golpes ágiles, despiadados y eficaces de Jota pero resisto y receptiva sigo contando.
-¡Cincuenta!
Me inunda una sensación de alivio cuando Jota deja el cinturón en la mesa y se detiene dejando un reguero de azotes acumulando hasta ahora el mayor número de golpes empleados sobre mí.
Regreso hundida a la habitación pero poco a poco mi llanto se apacigua hasta convertirse en un débil sollozo ahogado. Al final, por suerte, dejo de llorar. Jota me pone frente al espejo y él se coloca detrás de mí. Al ver mi cara me estremezco, rímel derramado por toda la cara y sin una pizca de maquillaje, estoy hecha totalmente un desastre, pero eso ahora no me importa.
-Mírate al espejo, ¿estás llorando? –se mofa Jota de mí
A través del espejo veo el rostro serio de Jota mirándome, estricto y nada permisivo. Lanza un escupitajo al espejo.
-Chúpalo, como perra que eres.
Limpio el escupitajo con la lengua sin dejar rastro de saliva en el espejo. Me doy la vuelta para quedarme frente a la cama y al girarme hacia el espejo para limpiarme la cara Jota me empuja y caigo en la cama inestable. Me recompongo y coloco en posición a 4 patas, cierro los ojos y respiro. ¡Aguanta Daira, tú puedes! Me azota escasamente con la mano y voy al borde de la cama, de rodillas para comérsela. Me la introduzco en la boca y frágilmente empiezo a chuparla y saborearla.
-Tienes la cara hecha un desastre –se mofa
Poco a poco voy recuperando fuerzas y ganas. Activo el chip inmediatamente.
-A ver esa lengua, chupa con ganas.
Me agarro a la pierna izquierda de Jota por encima del pantalón y con la derecha la toco a la vez que la chupo, la redondeo y la degusto. Miro a Jota, como siempre un lujo y gran espectáculo para mí. Me levanta y tira de malas maneras en la cama para que me ponga de lado, me lubrica el culo, me ordena mano en nalga para abrirme y penetra despacio, sabe que si no me duele. Estoy en tensión e incómoda, me duele bastante la espalda pero recibo encantada otro dulce premio de la noche. Sabía que hoy no tendría placer sexual, o eso creía.
-Al final lo vas a disfrutar y todo, zorra –se mofa
Pues claro, como no voy a disfrutar del sexo. Arqueo la espalda para evitar el dolor y Jota se percata.
-¿Estás bien? –se preocupa, sabe el problema que tengo
-Me duele la espalda –respondo
-¿Aguantarías a 4 patas?
-Sí, pero así estoy bien, de verdad.
-Bueno pero aun así yo prefiero a 4 patas.
Sonreímos, todo un placer para una sesión como la de hoy. Me coloco en posición perrita y vuelve a penetrarme. Mientras tanto Jota se va liberando de toda su ropa hasta quedar totalmente desnudo. Me acomodo y acoplo buscando mi placer y no me despego de Jota, así no siento nada de dolor. Disfruto de mi momento sexual, penetraciones suaves y lentas que aceleran simultáneamente, del paraíso que no sé cuánto tiempo durará. Jota me tira del pelo y miro al espejo.
-¿Y esa cara de zorra que tienes?
No podía faltar ese comentario tan habitual de Jota. Aparto la mirada del espejo y sonrío tímidamente. No sé si me permitiría ni siquiera sonreír tal día como hoy. Jota echa saliva en mi cara y la restriega mientras me dice:
-Este culo es mío, ¿me lo das?
Asiento y me dejo llevar. Tengo ganas de hacer pis, algo extraño que nunca me ha pasado al hacerlo por detrás, ¿me iría a correr por los azotes y por penetración anal? Expulso algo de mi interior, no entiendo nada y me evado de ese pensamiento para centrarme de nuevo en lo que estamos. Paramos y Jota me vuelve a llevar al suelo y en el borde de la cama para que vuelva a comérsela.
-No sé si tienes el culo lo suficientemente rojo, ¿tú que dices?
Me doy la vuelta con tranquilidad y miro al espejo para comprobarlo. No digo nada, solo sonrío y sigo con mi premio. Le miro. Me da bofetones.
-Al final si vas a ser buena perra, sí. ¿Quieres seguir con la polla o prefieres que te azote?
Puf, menuda tesitura. Como el que calla otorga y yo no sé qué elegir me decanto por decirle que lo que él quiera y Jota se enfada y sale de la habitación echando humo. Regresa con el cinturón y me pone en la cama de rodillas.
-No puedes decirle a tu dueño que lo que él quiera- dice enfadado.
¿Ah, no? Joder y yo que pensaba que sería la respuesta que él querría escuchar. No sabe una como acertar. Se coloca de rodillas en la cama delante de mí y se la chupo mientras me azota con el cinturón, sin dar tregua. Lanzo un suave grito debido a la sorpresa. Al final tengo las dos cosas por no tomar mis propias decisiones.
-Puf que posturita –dice -Me encanta como me la estás comiendo hoy, te voy a tener que azotar con el cinturón más. ¿Quieres que te dé con la hebilla?
Me atrevo a negar con la cabeza y sigo con mi polla. Jota sigue azotándome con el cinturón, emito gruñidos cuando éste me da en el sexo, es insoportable pero continúo animada, se ve que los azotes me activan. Los pequeños descansos que me permite Jota son un bálsamo para mí.  Cuando me relajo, vuelve a azotarme. Regreso al suelo y Jota sentado en la cama me graba y pervertida miro a la cámara.
-Disfrútala, es toda para ti. Es tuya haz lo que quieras con ella.
La saboreo, redondeo, chupo el glande, toco los testículos, me doy golpecitos en la lengua…
-Eso es, chúpala como si fuera la única que hay, la más sabrosa. Métete la hasta donde te coja.
Lo hago y me obliga a una segunda vez. Me tira del pelo y aterriza en mi boca, me la devora.
-Que preciosa eres.
Sonrío tímida. Ahora creo que sí han acabado ya los azotes, o al menos con el cinturón. No sé cuánto tiempo llevo haciendo mía la polla de Jota, me duele la mandíbula y deseo que se corra, sé que aguanta mucho y lo hace adrede.
-¿No vas a hacer que se corra tu dueño? –dice irónico
Le miro indignada. ¿No le está gustando? Pero sale un gemido de placer y me anima a continuar con la expedición.
-¿Y esa cara de rabia? – se cachondea
Jota me da un descanso y se la coge para pajearse él. Supongo que necesitará más y él sabe cuánto y cómo hacerlo.
-Es la primera vez que me hago una paja delante de una perra.
Me la vuelve a ofrecer y sigo disfrutando de mi capricho.
-¿Te gusta el BDSM Daira?
Asiento de la mejor manera que sé, con polla en boca. Jota se tumba en la cama y me pongo al contrario de ÉL, como 69 pero sin estar encima. Durante un largo rato estamos así, intercalando azotes con la mano, miradas al espejo, caricias en la espalda, gemidos mudos y suaves y sujeciones de pelo para que no me moleste. Estoy cansada y me duele bastante la mandíbula, me doy pequeños descansos y ruego que termine ya. Rápidamente Jota me lleva de nuevo al suelo y se vacía en mi cara, dejando su marca insaciable y única en ella.
Me rodea con los brazos y yo a ÉL, liberando horas de ansiedad, tensión, angustia y miedos en ese abrazo, siendo un bálsamo que calma mi nerviosismo. Dulcificando el abundante dolor y rondándome una indecible sensación de alivio, relajación y satisfacción. Lo he conseguido y sé que Jota está orgulloso de mí, al igual que lo estoy yo misma. De la capacidad que tengo de cumplir lo que me propongo. Grabando en mi retina cada momento que Jota me regala.
Cada sesión es diferente, única e irrepetible. No falta detalle. Lo previsible queda de lado, nada sé de lo que va a pasar, sólo que me atrae y provoca ese extraño cosquilleo.
He vuelto a sentirme viva desde que conozco este mundo. Estos meses han sido los más emocionantes, los más impredecibles, los más fascinantes de mi vida. Coleccionando momentos y experiencias inolvidables.
No recuerdo en qué momento ni azote exacto empecé a excitarme ni por qué los golpes me provocan esa sensación, pero sé que lo estaba a pesar del dolor causado, de que mi cuerpo quería más, de no querer detener a Jota en ningún momento. No es una excitación sexual como tal, no se trata de una penetración o de un cunnilingus, no tiene nada que ver, es algo extraño y no sabría explicar el efecto que ejerce sobre mí. Solo sé que me siento llena de energía. Y que siempre, pase lo que pase, memorizo esta frase en la cabeza “QUÉDATE SOLO CON LO BUENO” 🙂




                                                                                                                                 Daira.


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